FRANCISCO GARCÍA PÉREZ
Uno abre un libro que se titula La palabra es poder creyendo que le
van a hablar de su tema preferido (el uso del lenguaje) y se encuentra,
al cabo de casi 500 páginas, con que le han dado dos lecciones: la
primera, cómo deben políticos y anunciantes varios manipular el lenguaje
para decir lo que se quiere decir pero sin que duela o cabree al
receptor; la segunda, que han muerto la modestia y el pudor del escritor
(¡si alguna vez las hubo!), por lo que, al escribir sobre un tema, hay
que alardear en cada página de que uno es un fenómeno en esa cuestión,
el amo, el número uno; de que, además, cuenta con un equipo de
subordinados que son lo mejor de lo mejor; de que no hay más verdad que
la de uno. Es lo que pretende el estadounidense Dr. Frank Luntz
(observen que no es Frank Luntz, sino el «Doctor» Frank Luntz: la
ciencia, lo primero), consultor político y encuestador, entrenador
discursivo de líderes republicanos USA: hacer que se diga
«personalización» de la Seguridad Social en vez de «privatización» de la
misma; hacer que a la «extracción de petróleo» se la llame «exploración
de la energía».
«Lo importante no es lo que usted dice, sino lo
que la gente entiende», repite una y otra vez el doctor Luntz. Puedes
decir la verdad, pero eso no valdrá un pimiento. Puedes decir todas las
mentiras que quieras con tal de que la gente las entienda como verdades.
No hay, de hecho, verdades ni mentiras: «El significado de las palabras
está fluyendo constantemente; no es un significado fijo» (página 107). O
sea, «libertad», por ejemplo, no significa «libertad»: «libertad» no
significa nada, es un significado que fluye. Puestas así las cosas, sólo
hay que seguir unas cuantas reglas fáciles para vender lo que sea a
quien sea: un votante o un comprador (más o menos lo mismo, a fin de
cuentas). He aquí la enumeración de dichas reglas: palabras fáciles;
frases cortas; la credibilidad es tan importante como la filosofía
(preste atención, amable lector, al trasfondo de tal norma: el caso es
que lo crean, no lo que usted piense); la coherencia importa; ofrezca
algo nuevo; el sonido y la textura son importantes; hable con ambición;
visualice; haga una pregunta al receptor, aunque sea retórica (o, sobre
todo, si es retórica); proporcione el contexto; explique la relevancia.
Sabido
cómo hay que vender, veamos las palabras o expresiones que hay que
colocarle al cliente en este siglo XXI de nuestros pecados. Son
veintiuna las que aconseja el Dr. Luntz: imaginar; sin complicaciones;
estilo de vida; compromiso; resultados y espíritu de posibilismo;
innovación; renovar, revitalizar, rejuvenecer, restaurar, renimar o
reinventar; eficiente y eficiencia; el derecho a; enfocar al paciente
(para la sanidad); inversión; elegancia casual; independiente;
tranquilidad; certificado; completamente estadounidense (cámbiese el
gentilicio por el del país del que se trate); prosperidad;
espiritualidad; seguridad financiera; enfoque equilibrado; una cultura
de (lo que sea: del tetrabrik o de la libertad).