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El concepto de ciencia
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El trabajo histórico
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El comienzo pre-antiguo
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La biología griega
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La astronomía griega
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El paradigma científico originario
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El comienzo medioevo
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El comienzo moderno
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Conclusiones generales
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Bibliografía
1. El concepto de ciencia
Nos
referiremos en los siguientes párrafos a ideas ya expuestas en
el Capítulo de Gnoseología pero que igual consideramos
importante refrescarlas ahora. Mucho se ha hablado de lo que
es la ciencia. Desde el temprano Aristóteles supo delinear los
conceptos que lo demarcan:
"[...] ¿cómo será posible el
conocimiento científico si no existe alguna unidad común a la
totalidad de los seres particulares?"
Nos referimos al
aspecto objetivo de las cosas y las cuestiones que nos rodean.
Precedentemente a Aristóteles, ha sido Heráclito quien
demarcara dos tipos de conocimientos: el del hombre despierto
y el del hombre dormido. El primero es aquel que percibe
objetos del mundo que son compartidos con otros hombres, en
cambio el segundo es meramente subjetivo y propio del mundo
onírico. Por ello, pretender hacer ciencia de lo subjetivo es
contradictorio. Es querer objetivizar lo subjetivo; diría
Heráclito que es aceptar al hombre en un estado
somniolento.
Pero fue el genio de Aristóteles quien
diera el golpe final al concepto de ciencia. Sería para él, al
igual que para nosotros, aquello que es universal (objetividad
compartible) y por lo tanto transmisible (explicable o
comunicable). Dijera:
"[...] la ciencia que buscamos
parece ser mas bien de los universales, [...]."
"[...] toda
ciencia es capaz, a lo que se cree, de ser enseñada, y todo lo
que es objeto de ciencia puede ser aprendido.
[...]"
Esta simple observación implica al mismo
Heráclito, porque la explicación sólo puede darse de contenido
empíricos como observa contemporáneamente Popper; es decir, de
información. Y es esta, la información, la que se encuentra en
el tiempo y el espacio y por consiguiente en los lineamientos
de las leyes causales y con ello transmisibles por canal
informático. Así, en suma, Heráclito con su objetividad o
universalidad y Aristóteles con su transmisibilidad, al igual
que Popper con su explicabilidad, nos están mostrando una
misma y única cuestión: la pretendida ciencia.
En
cuanto al papel de la metafísica en la ciencia, claro estará
que aquello que no es explicable sólo podrá ser mostrado en
una línea comprensiva —Wittgenstein y Dilthey. Empero esto,
como lo es la metafísica, y teniendo en cuenta la
epistemología de Hartmann, no quiere decir que debemos
desecharla sino más bien profundizarla y seguir ampliando
nuestro patios de conceptos explicables.
Observemos la
acotación de Eddington:
"[...] he identificado el
dominio de la física con el de la ciencia exacta. Sin embargo,
conviene establecer que esos dos términos no son sinónimos.
[...] El punto esencial es éste: aun cuando parece que
tuviéramos conceptos perfectamente definidos de los objetos
situados en el mundo exterior, esos conceptos no forman parte
del dominio de la ciencia exacta y de ninguna manera están
confirmados por ella. [...]"
La del realismo de
Russell:
"[...] Los datos de los sentidos, puede
decirse, pertenecen a la psicología y son, en cierto modo por
lo menos, subjetivos, mientras que la física es completamente
independiente de consideraciones psicológicas, y no supone que
su materia exista solamente cuando se la percibe."
"[...]
Nosotros percibimos acontecimientos [campos de co-presencia],
no sustancias; es decir, que lo que percibimos ocupa un
volumen de espacio-tiempo, [...]."
Y la de
Fichte:
"La teoría de la ciencia parte, como hemos
visto hace un momento, de una intuición intelectual, la de la
absoluta espontaneidad del yo."
Si a estos dominios
entendidos como ciencia le agregamos lo razonable; es decir
aquello lógico cerebral, entonces incursionamos por un nuevo
mundo presa de tantos autores del pensamiento humano. Todos
los prejuicios y condicionamientos que se tienen deben dejarse
de lado al abordar una ciencia. Ya remarcaron esto, entre
otros, Bacon:
"Los ídolos de la tribu tienen su
fundamento en la misma naturaleza humana, y en la tribu o
estirpe misma de los hombres, pues se afirma erróneamente que
los sentidos del hombre son la medida de las cosas; más bien
al contrario, todas las percepciones tanto de los sentidos
como de la mente, están en analogía con el hombre, no con el
universo. [...]"
y Poincaré:
"[...] Lo que
llamamos nuestra intuición de la línea recta, o de la
distancia, es la consecuencia que tenemos de estas
asociaciones y de su carácter imperioso. ¿De dónde proviene
este carácter imperioso?, es fácil comprenderlo. Una
asociación nos parecerá tanto más indestructible cuanto más
antigua sea. Pero estas asociaciones no son, para la mayor
parte, conquistas del individuo, puesto que se ve la huella en
el niño recién nacido; estas son las conquistas de la raza. La
selección natural ha debido traer estas conquistas tanto más
veloces cuanto más necesarias hayan sido. A este respecto,
estas a que nos referimos han debido ser las primeras, puesto
que sin ellas la defensa del organismo habría sido imposible.
[...]
Cuando se decapita una rana y se deja caer una gota
de ácido en un lugar de la piel, trata de limpiarse el ácido
con la pata más cercana y si esta pata le es amputada, se lo
quita con la del lado opuesto. He aquí la [defensa] de que
hablé antes, [...]. Se ve a qué profundidad de la
subconsciencia es necesario descender para encontrar las
primeras huellas de estas asociaciones espaciales, puesto que
sólo las partes más inferiores del sistema nervioso entran en
juego. ¿Cómo sorprendernos, por lo tanto, de la resistencia
que nos oponen a toda tentativa hecha de disociar lo que
después de tanto tiempo está asociado? [...]"
Ahora
bien, para partir en toda ciencia necesitamos axiomas. Es
decir, fundamentarnos de algo no científico, no explicativo, y
que normalmente tiene substrato trascendente. Y es por ello
que muchos han confundido a las disciplinas que estudian lo
subjetivo con lo científico ya que no hay demarcación en sus
principios. Pero la cosa es muy diferente, al hablar de
ciencias, hablamos de disciplinas "duras" y universales,
mientras que las otras no los son. Ambas, repetimos y eso sí,
y tal vez como toda la vida misma, éstas: ciencias y
humanísticas, se sustentan en un algo único y trascendente,
deviniendo todo nuestro pasar de la historia humana en un
sostén de hilos sólo comprensivos. Tampoco escapó este
concepto para Aristóteles:
"[...] el principio de la
demostración no se demuestra."
Es interesante cómo Kant
(1724-1804) analiza la posibilidad de que exista la ciencia.
Esto lo hace a través de su confirmación (según él considera
demostrado) de los «juicios sintéticos a priori». Dice Kant
que todo pensamiento (y el pensamiento científico también) se
reduce a juicios —oraciones. El saber científico reunirá
entonces dos condiciones fundamentales que son: la «seguridad»
(a priori o analiticidad) y la «progresividad» (a posteriori o
sintético). Si la ciencia se compusiera sólo de juicios
seguros, dice Kant, no sería más que una continua petición de
principios; y por el contrario si la ciencia se compusiera
sólo de juicios progresivos sería en verdad un saber útil,
pero carecería de universalidad y sería riesgosa. Si entonces
la ciencia existe, no podría existir con sólo juicios seguros
y progresivos aislados —concluye Kant—, sino que será
necesario que exista en ella una tercera clase de juicios que
participen de la seguridad de los primeros y de la fecundidad
de los segundos.
Y a estos enunciados, que
forzosamente deben darse, los llama Kant «juicios sintéticos y
a priori». Tanto también podría haberlos llamarlos
sintético-analíticos como a posteriori-a priori.
Más
tarde la escuela de Viena a comienzos del siglo pasado estudia
la demarcación científica. Una de sus figuras primordiales ha
sido Popper. Con su idea de falsación (falseación) o
refutabilidad, ha sugerido definir dentro de la ciencia
solamente aquello que pueda ser cuestionado. En otras
palabras, dentro de las cuestiones empíricas, o disciplinas
fácticas, es ciencia todo aquello que pueda ser opinable. Así,
toda subjetividad será considerada como tal; es decir, como
no-objetiva y, por ende, no-universal o
no-científica.
Esta posición empirista y pragmática,
denominada positivista, separa para siempre la actividad
filosófica de la ciencia. Demarca el límite entre ambas
produciendo lo que se denominó «giro lingüístico» porque,
desde esas primeras décadas del siglo XX, la filosofía se
deberá ocupar solamente del análisis del lenguaje, y no se le
aceptará su incursión en las ciencias. Deberá pues la
filosofía conformarse con las verdades de la teorías
pragmática y coherentista de la sintaxis, dejando a la ciencia
la teoría correspondentista de la semántica.
Se traía
ya desde Aristóteles el método científico como aquella
posibilidad de ejemplificar (deducción) y/o generalizar las
cosas (inducción). Algunos atribuyen a Bacon (1561-1626) el
insistir por este segundo. Solamente en la escuela de Viena
fue donde se propugnó seriamente la primera. La información
empírica que se obtienen de los resultados observacionales de
una actividad científica se piden sean contrastados para luego
refutarla o dejarla activa hasta nuevas contrastaciones; es
decir, que los resultados obtenidos por esta metodología
conocidas como una metodología hipotética deductiva que
sostiene solamente verdades sólo como especulativas hasta
nuevas teorías, que a su vez también lo serán. Seguidamente se
expresan en un diagrama de flujo estos conceptos.
En
suma la actividad científica es, así vista y en verdad, un
progreso negativo; es decir, que avanzará y aumentará su
conocimiento cuando sus miembros, los hombres de ciencia,
demuestren errores. En otras palabras, sus equívocos harán
avanzar las teorías científicas hacia un «criterio de
acercamiento a una supuesta pseudo-verdad».
Por lo
tanto, finalmente, definiremos al dominio científico como
aquél campo de lo razonablemente válido, lógico,
universalmente objetivo, aprendible y comunicable; o sea, el
domino de la episteme-logos humana y que se encuadra
dentro de la seriedad o atributo de las buenas costumbres.
Empero, nada diremos de las influencias sociales y políticas
que la circundan, es decir, de aquellos intereses ajenos a su
temática que la orientan hacia otros caminos que no son los de
su esencia.
2. El trabajo histórico
Hablar de historia no implica actividad científica
puesto que las miras descriptivas y analistas de su contenido
son siempre subjetivas. Según sus enfoques básicamente
son:
-
La anacrónica (o asincrónica), que la
estudia desde lo actual
-
La diacrónica, que la estudia desde el
momento en que ocurre
Y se piensa que lo adecuado será un mixto.
Esto porque cada una de ellas aporta conocimientos importantes
y distintos de la historia, como también pueden verse
situaciones en que hay una correlación entre ambas. Por esto
separarlas es no sólo desvincular los reales contenidos
históricos sino también, y lo más grave, implicará
distorsionarlos.
La historia de la ciencia así
entendida es un holismo. Es una estructura dada en partes no
parciales; unas a otras entrelazadas. Es decir, un orgánico
conjunto y funcional. Trabajar sobre una muestra anacrónica
determinará necesariamente un diacronismo, puesto que todo
historiador y marco social son, desde la psicología,
inaprensibles sin historia personal.
Agreguemos a todo
esto una necesaria "salubridad" intelectual del historiador.
Deberá éste ser consciente y expresar su inclinación
ideológica, su preferencia o no mítica, como asimismo
delimitar bien el concepto de ciencia que tenga. Todos estos
temas, dados como trascendentales kantianos, predisponen un
marco de comprensión, descripción, explicación, correlación y
posible predicción de los acontecimientos de la historia, ya
sea esta entendida en su aspecto clásico o metahistórico
filosófico.
3. El comienzo pre-antiguo
Nos remontamos a los años -700 o más de la era
cristiana. La culturas de Uruk, Babilonia y Ur, muestran
conocimientos primitivos en astronomía, matemática, horóscopos
y registros de desastres naturales (plagas, terremotos, etc.)
con el fin de predecirlos. Así, podemos decir que los rasgos
pre-antiguos de esta zona han sido, substancialmente, los de
la predectibilidad científica.
Seguidamente fue el
pueblo helénico para eso del -600, cuya hegemonía dada primero
en Jonia y Sicilia, luego en Grecia, y más tarde en
Alejandría, poseyeron una cultura superior a la anterior y su
centro de atención fue la Naturaleza y sus límites a través de
especulaciones racionales. Por ello, se debe a los griegos la
fundación de la actividad teórica científica.
Estas
especulaciones teóricas griegas han destacado figuras de
importancia; entre otras, a saber: Hipócrates (-460/-375),
Platón (-427/-347) y Eudoxo (-409/-356), Aristóteles
(-384/-322), Tolomeo (120/180) y Galeno (131/201). Sus
conceptos han emigrado hasta nuestros días.
4. La
biología griega
Se ha tomado como inicio del
pensamiento científico a Tales (-620/-550) desde el momento
que logró predecir con argumentos válidos un eclipse lunar en
el año -585. Ya en esas épocas la biología tenía sus propias
investigaciones. El italiano pitagórico Alcmaeón (-VI/-V),
considerado hoy como padre de la biología, descubre que la
relación fisiológica entre el hombre y el animal es estrecha y
que, a su vez, es la facultad del pensamiento su mayor
diferencia; asimismo dijo que el cerebro se relacionaba con
los órganos de los sentidos por medio de nervios con todas las
facultades sensitivas y también con los pensamientos, empero
localizaba la psique en la zona toráxica.
Más tarde
Hipócrates hizo un arte práctico de la medicina, ya que hasta
ese momento era mera especulación sin contacto con los cuerpos
físicos. Observa que la epilepsia tiene causa natural como las
demás enfermedades y que los hombres la consideran divina
porque no la comprenden; y por todo esto se lo considera como
el primer desmitificador de las enfermedades. Dio importancia
a la correcta nutrición para lograr la salud. Otro gran aporte
de Hipócrates ha sido, en ética, el denominado Juramento
Hipocrático que, perteneciendo al clan de los Asclepíades,
consistía en una ceremonia de admisión. Esto ha permanecido
hasta nuestros días aunque algo modificado. Seguidamente lo
exponemos:
-
Consagraré mi vida al servicio de la
humanidad.
-
Guardaré a mis maestros el debido respeto y
gratitud.
-
Practicaré mi profesión con conciencia y
dignidad.
-
La salud de mis pacientes será el objetivo
prioritario de mi trabajo.
-
Respetaré los secretos que me fueren
confiados en todo aquello que con ocasión o a consecuencia
de mi profesión pudiera haber conocido y que no deba ser
revelado.
-
Consideraré a mis colegas como a mis
propios hermanos y no formularé a la ligera juicios contra
ellos que pudieran lesionar su honorabilidad y prestigio.
-
No permitiré que prejuicios de religión,
nacionalidad, raza, partido político o nivel social se
interpongan entre mi deber y mi conciencia.
-
No prestaré colaboración alguna a los
poderes políticos que pretendan degradar la relación
médico-enfermo restringiendo la libertad de elección,
prescripción y objeción de conciencia.
-
Guardaré el máximo respeto a la vida y
dignidad humanas. No practicaré, colaboraré, ni participaré
en acto o maniobra alguna que atente a los dictados de mi
conciencia.
-
Respetaré siempre la voluntad de mis
pacientes y no realizaré ninguna práctica médica o
experimental sin su consentimiento.
-
No realizaré experimentos que entrañen
sufrimiento, riesgo o que sean innecesarios o atenten contra
la dignidad humana.
-
Mantendré la noble tradición médica en lo
que a publicidad, honorarios y dicotomía se refiere.
-
Procuraré mantener mis conocimientos
médicos en los niveles que me permitan ejercer la profesión
con dignidad y seguridad.
-
Si llegado el día en que mis conocimientos
o facultades físicas o sensoriales no fueran las idóneas
para el ejercicio profesional no abandonase éste
voluntariamente, pido a mis compañeros de hoy y de mañana
que me obliguen a hacerlo.
-
Hago estas promesas solemne y libremente,
bajo Palabra de Honor, en memoria de todos los que creen o
hayan creído en el honor de los médicos y en la ética de sus
actuaciones.
Se cree que su médico Yerno Polybos establece
la Doctrina de los Humores que consistió en una receta
homeostática para abordar la terapéutica de las enfermedades,
doctrina que transmigró por más de mil años en la historia;
seguidamente exponemos el cuadro:
FRÍO CALOR
HÚMEDO flema sangre
(problema en el cerebro) (problema en el
corazón)
SECO bilis negra bilis amarilla
(problema
en el bazo) (problema en el hígado)
Continuando con la
biología, Aristóteles también incursionó este camino.
Agraciado por un enorme capital donado por el emperador
Alejandro, hizo para sí un gran jardín botánico y zoológico
donde procuró obtener estudios al respecto. Claro que, en ese
momento, no era de esperar otra cosa que muchos desaciertos
pero, con una mira historicista diacrónica, podemos citar
algunos con derecho.
Aporta Aristóteles el concepto de
entelequia como finalidad interna realizadora inherente a los
objetos mismos y dependiente del primer motor inmóvil.
Mientras que en lo inanimado la materia domina la forma en lo
biológico se da al revés. Cada cosa de la Naturaleza trata de
lograr la perfección que le es posible, aunque no como
evolución sino porque nada ya que su interpretación será un
fijismo. Asimismo realizó algunos trabajos en animales: más de
cincuenta disecciones, trabajos sobre la embriología del
pollo, describió el primer signo del embrión, describió el
desarrollo del corazón y los grandes vasos, observó los
latidos del corazón del embrión, diferenció arterias de venas,
describió la trayectoria del uréter, etc. Aceptó la Doctrina
de los Humores y localizó la inteligencia en el corazón.
También hizo una taxonomía zoológica y aportes en la
zoología marina. Escribió la siguiente frase: «La naturaleza
pasa tan gradualmente de lo inanimado a lo animado que su
continuidad hace que no se distingan los límites entre ambas
esferas; [...].»
Más tarde, Galeno, sistematizó la
medicina.
5. La astronomía griega El
problema consistía en dar una explicación teórica que
correspondiese con la observación empírica.
Platón
trata de superar el inconveniente. Describe al cosmos como un
conjunto de ocho capas orbitales girando en torno a un eje y
equidistantes de la Tierra. Las movilidades cambian, contienen
los cuerpos celestes, etcétera, pero esto no pudo explicar la
retrogravidad de los planetas, sino que lo hará un hacedor
divino llamado Demiurgo (el en-sí o sumo Bien) según "un
modelo preetablecido". No hay creación, sino copia. En la
estructura de la Tierra hay tres planos concéntricos: una por
encima de la nuestra y otra por debajo: la de arriba no la
vemos pues es pura y consiste en un paraíso; la del medio, la
nuestra, es una pequeña depresión de la superior; y la
inferior es el dominio de lo invisible donde "desaparecen los
ríos de nuestra vista".
Finalmente, por debajo de las
tres se demarca el reino del Tártaro o Hades donde se realiza
el juicio a los muertos. Por otra parte, un aporte importante
de Platón es la denominada maldición de la perfectibilidad del
círculo, nombre que adquiere propiedad cuando a toda cuestión
científica se lo correlaciona ésta innecesariamente por
añadidura, perdurando el prejuicio por más de mil quinientos
años; aun hoy está para muchos en boga.
Eudoxo,
discípulo de Platón, se atreve antes que nadie a proponer un
modelo de estructuración cosmológico que superó al de su
maestro. Lo mejoró con la intención de explicar las
retrogradaciones planetarias aunque no lo logró en cuanto a la
explicación de acercamientos. La superficie más alejada es
para las estrellas y las internas para la de los planetas.
Propuso un cosmos de más capas que Platón (27 en total) en
torno a un eje excéntrico con varios centros de rotación, y
explicó con ello la retrogravidad de los planetas. Fue un
modelo teórico sin realidad física, y esto es importante,
puesto que adelantará el criterio de la postura científica
contemporánea.
Luego de varios otros autores,
desembocamos nuevamente en Aristóteles. En sus obras De los
cielos y la Física pretendió explicar el firmamento desde las
explicaciones terrestres. Sin ser un astrónomo profesional, ni
matemático, hizo cosmología. También, hizo física reconociendo
los principios del movimiento inercial que más tarde retomaran
los autores del medioevo. Se opuso al modelo explicativo de
Eudoxo y lo mejoró, proponiendo su propio modelo de
interacción de movilidades entre cuerpos celestes dado origen
a su teoría de los mundos «supra-sub-lunar».
Asimismo
postuló las teorías de lo corruptible-incorruptible, de lo
mutable-inmutable, del quinto elemento o esencia como el éter,
etcétera. Sostiene con centro en la Tierra a los astros: Sol,
Luna, Saturno, Júpiter, Marte, Venus y Mercurio. Admitió que
los cuerpos celestes eran animados, empero no hizo una
cosmogonía dogmática de ello. Aceptó que la Tierra era una
esfera inmóvil. Observó la sombra terrestre sobre la Luna en
los eclipses lunares. Observó la elevación de las estrellas
según la latitud de observación. Dijo que no es posible
admitir más que un solo centro de rotación en el sistema
planetario. Que no hay centro del universo porque es finito y
porque no hay en él arriba-abajo. Que no hay vacío en el
universo porque las cosas se detienen y por ley del
«aborrecer» u «horror al vacío» que impide que exista o se
forme.
Dijo que en lo supra-lunar la esfera de las
estrellas es movida por el primer motor inmóvil como puro en
acto y forma, que le corresponde el éter sin cambio de orden,
sin generación y sin descomposición. En cuanto a lo sub-lunar
está en él dado todo el movimiento con cambio de orden, con
generación y con descomposición o muerte.
Como teorías
importantes destacables en Aristóteles que utilizaremos más
adelante tenemos tres: una primera, que combate el atomismo de
Demócrito porque ésta destruye su teoría de la
transustanciación de las cosas, debido a que los corpúsculos
no dan continuidad a la materia. Por ello observó Aristóteles
el synolon en los objetos; esto es, que poseen una materia y
una forma dada por ella y que los cambios son explicados por
el paso de lo posible a lo dado; o bien, según sus términos,
del poder al acto. Así las cosas, un calzado hoy blanco y
mañana pintado de negro, seguirá siendo el mismo calzado, pues
no hay un devenir de cambio; esto es, sigue siendo nuestro
calzado blanco.
Otra segunda, denominada como teoría
del primer motor inmóvil. Esta se sustenta en las leyes de la
causalidad, es decir, que toda sustancia movible es producida
por otra anterior y así ad infinitum, hasta que deduce,
Aristóteles, que tiene que haber alguna originaria que mueva a
las demás pero que a su vez no es movida por ninguna otra. A
esta sustancia originaria la denominó de esta manera. La
tercera de importancia es la que podríamos llamar teoría de la
levidez-gravidez. Ella se sustenta en el principio
aristotélico que todas las cosas tienden a su propio lugar que
les compite y se quedan allí en reposo absoluto; así, los
elementos según su gravidez (no peso) y levidez (no liviandad)
se dirigen al centro de la Tierra y al cielo supra-lunar
respectivamente.
Ha sido Aristóteles y su Liceo de
estudios un sistema inquieto en adquirir sabiduría, y por
tanto, se le ha adjudicado a este autor el rótulo de ser el
primero en definir y explicar en lo que consiste la
ciencia.
Seguidamente adviene Tolomeo en la ciudad de
Alejandría quien perfecciona el modelo cosmológico
aristotélico y lo lanza por mil quinientos años a desdicha. En
sus obras Almagesto y Tetrabiblos expone, aparte de
astronomía, una célebre composición matemática. Se caracterizó
por colocar a la Tierra como centro del universo. También
midió el perímetro terrestre, la distancia entre la Luna y la
Tierra con precisión, y la distancia entre el Sol y la Tierra
aunque con bastante error. Sus teorías conllevan elementos ad
hoc —correcciones arbitrarias a posteriori para que no sean
refutadas en la observación empírica— como son los ecuantes,
sin dar en ellos ningún tipo de explicación. Su modelo es
denominado deferente-epiciclo; seguidamente lo
mostramos.
6. El paradigma científico originario
Con el modelo planetario de Eudoxo se produciría
una «doble y dual» escisión en la historia de la epistemología
de la ciencia que adelantaría en miles de años sus
recursos:
1º - lo teórico con praxis (aquí Newton
®Física clásica)
- lo teórico sin praxis (aquí Eudoxo ®
Física teórica)
2º - el fenómeno con única explicación
(línea de la Mecánica clásica)
- el fenómeno con múltiple
explicación (línea de la Mecánica cuántica y
ondulatoria)
Así vemos que en la historia se ha
aceptado un modelo explicativo que satisfaga más nuestras
inclinaciones que retomar por sus "astas al toro". Lejos hoy
en día de las primeras y originarias circunstancias, les
añadimos a la metodología nuestros llamados modelos de
analogía que permiten "explicar" desde lo macroscópico del
universo hasta lo microscópico de la bioquímica. Incluso hay
quienes pretenden sumar y congraciar la ciencia con la
teología.
7. El comienzo medioevo La
caída de la hegemonía helénica debida al imperio romano y
luego la de éste por la árabe, ha determinado por mil años un
período oscuro para el avance científico. Decimos oscuro
porque no se ha visto su transformación ya que permaneciera
oculta en sus pasos, pero se sabe que muchos de los geniales
primitivos inventos fueros propulsados en aquél período. Los
árabes y oriente hicieron, en verdad, grandes aportes en este
tiempo.
Durante estos siglos poco se puede decir. La
Iglesia, en formación, tomó las culturas helénica, judía y
cristiana haciendo un mixto con Filón que desembocó en una
patrística orientada más a los principios celestiales que al
advenimiento científico. Influencias orientales chinas,
hindúes y árabes construyeron los primeros principios de las
ciencias en otras ramas. Así surgen con Filopón (VI) conceptos
sobre la mecánica de los cuerpos, Jabir (VII), Razhes
(865/925) y el médico Avicena (980/1037) la alquimia en la
preparación de metales, destilaciones y tintes, y las primeras
taxonomías químicas.
Geber (IX/X), precursor del corpus
químico, compiló y organizó las experiencias; especulaba con
las combinaciones filosofales para adquirir ciertos metales
preciosos. El religioso Grosseteste (1168/1253) propone el
criterio inducción-deducción aristotélico como método
científico. Buridán, Oresme, Heytesbury y Bradwardine en el
siglo XIV hacen aportes a la física de los cuerpos en
movimiento.
Entramos en un período de escuelas
universitarias con orientación eclesiástica denominado
escolástica. Su exponente principal, Tomás (1227/1274),
retraduce del árabe libros aristotélicos y en especial su
libro Filosofía primera (la filosofía segunda para Aristóteles
era su efecto, es decir, la que hoy denominamos como Física) o
Metafísica así acuñado el nombre por Eudemo su discípulo. Este
autor apropia para sí su contenido dándole una orientación
religiosa. Fundamentalmente interpreta al primer motor inmóvil
como si fuera el Dios bíblico, y todo encajaba perfecto; así
Dios, estando arriba en lo lívido y supra-lunar regula la
actividad grávida de lo terrestre sub-lunar. Y todos
contentos.
Empero ya es una época donde se observa la
rotación de la Tierra. El Renacimiento hace su gala con
Leonardo de Vinci (1452/1519) no sólo en el arte sino también
en el ingenio mecánico. La prensa tomada de los árabes se
encuentra en plena expansión. En Europa se daban las primeras
manifestaciones capitalistas y por ello se propulsaba todo
avance tecnológico con el fin de aumentar productividades. Se
vio la necesidad del cambio de calendario Juliano a Gregoriano
para tener certeza en la emancipación de las navegaciones
marítimas colonizadoras.
Entramos a Copérnico
(1473/1543) quien escribe su libro
Sobre la revolución de
las esferas celestes en 1543, exponiendo su teoría donde
la Tierra ya no es centro del universo; modelo que mejoró las
inexplicabilidades de la retrogradación. Esto no sólo superó
escollos científicos sino sobre todo que venció la
especulación teórica de Tolomeo. Ello disgustó a la Iglesia
porque desmoronaba no sólo el modelo cosmológico acuñado por
la escolástica sino también la física natural como estaba
siendo entendida. Y esto primero es lo importante, porque si
la Tierra no es centro, entonces: ¿de qué Dios me está
hablando escolástico? Así en 1616 la Iglesia colocó su libro
como prohibido. Su vida no fue sentenciada pues Copérnico
congraciaba con el clero ya que era miembro distinguido de una
iglesia. Seguidamente exponemos el modelo heliocéntrico de
Copérnico.
Las hipótesis de este científico fueron las
siguientes:
-
No hay ningún centro de todos los círculos
o esferas celestes.
-
El centro de la Tierra no es el centro del
universo, sino solamente el de la gravedad [aristotélica] y
de la esfera lunar.
-
Todas las esferas rotan alrededor del Sol,
que está en el punto medio; por consiguiente, el Sol es el
centro del universo.
-
La distancia de la Tierra al Sol es [...]
imperceptible cuando se la compara con la altura del
firmamento.
-
Todo movimiento aparente del firmamento es
resultado, no del movimiento del firmamento mismo, sino del
movimiento de la Tierra, Ésta, junto con los elementos
materiales que se encuentran cerca de ella, cumple una
rotación completa alrededor de su eje cada día, mientras que
el firmamento y los cielos superiores permanecen inmóviles.
-
Lo que se nos aparece como el movimiento
[anual] del Sol es el resultado, no del movimiento de éste,
sino del movimiento [lineal] de la Tierra y su esfera, por
el cual viajamos alrededor del Sol al igual que cualquier
otro planeta. Por consiguiente, la Tierra tiene más de un
movimiento.
-
Las retrogradaciones y [las reanudaciones
de] los movimientos directos aparentes de los planetas son
el resultado, no de su propio movimiento, sino del de la
Tierra. El movimiento de la Tierra por sí solo, por lo
tanto, basta para explicar muchas anomalías aparentes en los
cielos.
La biología ahora se presenta con el suizo
Paracelso (1493/1541), científico puramente experimental, que
hace aportes a la química y la combinación de los elementos
para fines medicinales, dividiéndose a partir de él los
médicos en paracelsistas (química artificial) y herboristas
(hiervas naturales). Se lo considera fundador de la
farmacopea. Niega la transustanciación aristotélica en los
metales. Considera al organismo vivo como un «horno» donde se
combustionan los alimentos.
Continúa la astronomía con
Ticho Brahe (1546/1501) quien propuso una solución intermedia
entre Tolomeo y Copérnico. Perteneció a la era
pre-telescópica. Poseyó una pericia técnica astronómica
asombrosa. Su modelo se representa seguidamente.
El
holandés Leeuwenhoek inventa el telescopio (1608) y el
microscopio, descubre los microorganismos (protistas,
rotíferos, espermatozoides, glóbulos rojos, bacterias,
hongos). Conoce a Huygens quien continuará estos estudios
(entre otros).
Entra en escena una figura primordial,
Galilei (1564/1642), tanto en su inteligencia como en su
practicidad de vida. Digno personaje de filmar una película,
utilizó el telescopio e hizo extraordinarios aportes tanto en
astronomía como en física. Tuvo una primera censura por la
Iglesia al revivir la postura de Copérnico y se debió
retractar al respecto en 1616 jurando un voto de silencio,
quien viola en 1618 al dar una opinión por cometas observados
—total, diría, nada tendrían que ver con su juramento.
Continúa infatigablemente sus estudios y sostiene la teoría de
la imperfectibilidad y de la corpuscularidad (atomicidad),
cosa que exhalta a la Iglesia porque, respectivamente, le
impide dignificar a Dios y a su vez le niega la Eucaristía
—recordemos que este evento consiste en mantener, es decir,
transustancializar aristotélicamente, la sangre y cuerpo de
Cristo a través del vino y el pan.
Como consecuencia,
y debido a la simpatía que contaba con cardenales y el mismo
Papa, para que no sea tan severa su condena, se lo condenó por
el "pecado" anterior copernicanista a reclusión domiciliaria
en 1633, donde murió ocho años más tarde, ciego.
Muchos
autores han seguido los pasos científicos en este momento de
la historia. Los temas que vendrán los encontramos ya en un
desprendimiento del medioevo; es decir, en el surgimiento
ilustrado del siglo XVI.
Será con el avance de Francis
Bacon (1561/1626) en su obra Novum Organum (1620) al proponer
su «método experimental» de la «inducción» junto con sus tres
tablas, y logrando además la primera clasificación de las
ciencias. Dejamos atrás figuras como Anton Leeuwenhoek,
Galileo Galilei, Ticho Brahe, Johann Kepler y Nicolás
Copérnico, entre otros, para ocuparnos del nuevo renacer
moderno. Surgen en este momento sociedades científicas
paralelas a las Universidades como lo fueron la Academia del
Lincei, el Círculo del padre Mersenne —a través de éste el
sacerdote Marin de Mersenne (1588-1648) ayudó a Galileo,
Torricelli, Pascal y Descartes—, la Academia Francesa, la
Academia Montmort, el Colegio Gresham, la Sociedad Real (que
aún hoy continúa) y la Academia Real de Ciencias.
8.
El comienzo moderno
Se presentará la evolución
científica en un aspecto cronológico y meramente descriptivo
dando prioridad a las fechas de descubrimientos e invenciones;
y en segundo lugar, a los períodos de vida de sus autores.
Asimismo, trataremos de englobar en cada párrafo las
personalidades según la temática y disciplina que los
ocuparon.
Es una época de floreciente surgimiento de
ideas y descubrimientos. Daniel Sennert (1572-1637) es el
pionero en aplicar la teoría atomista a la química diciendo
que las sustancias sujetas a la corrupción-generación deben
estar formadas por cuerpos simples, de los cuales surgían y se
resolvían. Joachim Jung (1578-1657) también aplica esta teoría
atomista a la química. Pierre Gassendi (francés, 1592-1655),
sacerdote matemático y filósofo materialista refuta la
escolástica y hace objeciones al mecanismo de la física
cartesiana; es admirador del atomismo de Demócrito y Leucipo,
y pretendió conciliar la teoría atomista con la
«transustanciación» aristotélica.
Por su parte, René
Descartes (francés, 1596-1650), mecanicista, físico, biólogo,
matemático, geómetra y filósofo aporta descubrimientos en
óptica, es creador de la «geometría analítica», propone un
«método de investigación» (como «duda metódica»), postula el
dualismo de la sustancia en espíritu y materia, piensa en la
existencia de «torbellinos» (corrientes circulares
automantenidas) distribuidos en todo el universo, acepta
—involuntariamente— la existencia del vacío, considera a la
materia con una continuidad dada por atomicidades, ubica a los
sentimientos humanos en la glándula pineal, pensó en un
universo como un gran mecanismo corpuscular gobernado por
leyes inmutables, propuso una «conservación del momento» —y no
de la «cantidad de movimiento» que es lo correcto—, como
asimismo fundamentó el enfoque del «mecanicismo biológico»
sentando las bases de la mira neurocibernética y computacional
de la ciencia contemporánea; en 1637 determina la «tangente
infinitesimal» en cada punto de una función.
En
biología Stellutti realiza en 1624 las primeras observaciones
microscópicas de miembros en los insectos. Pedro Fermat
(1601-1605), matemático, hacia 1629 calcula los «máximos y
mínimos» de una función acercando el concepto de «cociente de
incrementos»; luego Roberval aporta trabajos sobre el cálculo
de la tangente en cada punto de una función; más tarde De
Sluse lo hace también en 1652, y Tschirnhaus en 1682.
En astronomía se destaca Borelli (1608-1679) aplicando
la fórmula de Huygens a los planetas y llegando a la
conclusión de que la fuerza ejercida por el Sol a ellos debía
ser atractiva. En física hidráulica no son menos los trabajos
de Evangelista Torricelli (italiano, 1608-1647) en cuanto a la
presión hidráulica («v2 = 2gh») y a la presión atmosférica,
como asimismo realiza trabajos sobre el cálculo de la tangente
en cada punto de una función; se juntan a ellos los de Venturi
en presión hidráulica («Dp = rgh»), los de Pitot también dados
en el mismo tema («rgh = rv2/ 2»), y los de Edmundo Mariotte
(francés, 1620-1684) con sus trabajos en la física de los
gases y colaborador de Robert Boyle (irlandés, 1626-1691),
descubriendo este último en 1660 una de las propiedades
térmicas de los gases («p.V = constante») y a quien se le
atribuye también la mejor exposición del «método
experimental», y aplica la teoría atomista a la química
negando a Aristóteles y a los alquimistas.
Este
período de análisis de fluidos lo podríamos cerrar con Blas
Pascal (francés, 1623-1662) quien prosigue los estudios de
vacío de Torricelli y descubre las leyes del equilibrio de los
líquidos, inventa una máquina de calcular y la prensa
hidráulica, como también contribuyó al cálculo
diferencial.
La obra de Johann Baptista van Helmont
(belga), químico, que se publicó en 1662 después de su muerte,
dijo que el último principio constitutivo inerte de las
sustancias materiales es el agua, que los hijos son
engendrados por «causa eficiente» divina y no de los padres,
que la enfermedad es una entidad con forma de vida propia,
demostró la digestión ácida por la bilis, utilizó la balanza y
con ella demostró que los pesos no cambian en los procesos de
reacciones a productos, como asimismo acuñó el término «gas»
del griego chaos y los estudió, y entendió la respiración como
calentamiento animal por una transformación de la sangre en
espíritu vital. Cristóbal Glaser (suizo, 1628-1672), químico,
descubre el sulfato de potasa, y paralelo a Lémery (1645-1715)
confeccionan preparativos de medicamentos y utilizan
instrumentos. Stephan Hales (inglés, 1677-1761), naturalista,
perfecciona los métodos para recoger gases bajo el agua y es
uno de los pioneros en el estudio de la circulación de la
sangre en los animales.
Pareciera que la historia se
fuera dando de a temas. Ahora será la luz la preocupación. Su
teoría corpuscular entrará a debilitarse por el reemplazo del
concepto ondulatorio. Por ello, todas las investigaciones se
orientarán a las interferencias, refracciones y difracciones
lumínicas.
Así tenemos a Willebrord Snell quien
descubre —aparentemente— en 1621 la ley de difracción («n senq
= n´ senq´»), y a Grimaldi que observa el fenómeno de
refracción de la luz en 1665. Seguidamente aparece el genio
universal de Christian Huygens (1629-1695) —heredero de
Galileo, puente entre Galileo-Descartes y Newton por otra— que
hará trabajos en óptica y mejorará de Leeuwenhoek el
microscopio y el telescopio (se fabrica para sí uno de cinco
metros de longitud y hace importantes aportes en astronomía).
Realiza además trabajos sobre biología en la
microscopía de los espermartozoides; especula sobre la
«generación espontánea»; realiza aún más e incansables
trabajos en mecánica: la teoría de la fuerza centrífuga y la
cinemática del movimiento circular uniforme («fuerza a
aceleración» que «huye del centro») en 1659 y hace aportes en
ondas sobre la expansión (frente) de las mismas, y demuestra
en 1670 que la teoría ondulatoria puede explicar los fenómenos
tanto de reflexión como de refracción (fenómeno de «flexión» o
del doblamiento de las ondas en su trayectoria) y la aplica
como hipótesis a la luz (teoría que es negada en el ámbito
científico por no aparecer como observables sus fenómenos de
«flexión»). Interpretó al peso como una «tendencia» (y no como
una «fuerza»); realizó trabajos pendulares, y dedujo de ellos
la aceleración terrestre exactamente en 9,81 m/seg2.
También en matemática incursiona en las
probabilidades, hace estudios sobre el cálculo de la tangente
en cada punto de una función en 1693, y no deja a menos las
invenciones múltiples (perfecciona el reloj, la bomba de aire,
crea el proyector lumínico, etc.). Importantes en este
momento, por otra parte, han sido también los estudios de
difracción de la luz de Pohl, y los de óptica de
Porro.
Seguidamente la cuestión histórica pareciera
inclinarse a un nuevo mundo, a saber, hacia la matemática como
la explicabilidad de la naturaleza. Empiezan a surgir dominios
en esta área inesperados. Me refiero al «análisis de la
matemática». Isaac Barrow (inglés, 1630-1677) determina la
tangente en cada punto de una función como «cociente de
incrementos» y la relaciona con en área de la curva originando
con ello el «cálculo integral» («òab f(x).dx = f(b) - f(a)»)
—aunque había nacido previamente con la geométrica de
Arquímedes. A su parte, Robert Hooke (1635-1703) mecanicista,
perfecciona el microscopio y descubre las células (del corcho)
y los microorganismos (descriptos por Leeuwenhoek), como
también hace tareas sobre la energía en sistemas elásticos en
1678 postulando una ley que lleva su nombre («F = k.x»).
También Godofredo Guillermo Leibniz (alemán,
1646-1716) conjuntamente con el próximo genio a aparecer,
Newton, idean el «cálculo diferencial-infinitesimal»
finalmente adoptado por la línea científica contemporánea.
Coincide Leibniz independientemente muchos de sus resultados
con los de Newton. En suma, define el primero su nomenclatura
de la siguiente manera: incremento «dx», diferencial «dy»,
derivada «dy/dx». John Ray realiza clasificaciones biológicas
a fines del siglo XVII.Y será, Isaac Newton (inglés,
1642-1727) quien diera un puntapié inicial al balón
cientificista contemporáneo (aunque paradójicamente también se
aplicara a estudios de teología, profesías, neoplatonismo,
alquimia, y haya sido arriano negando la Trinidad bíblica y la
idolatría de la divinidad de Cristo).
Los antecedentes
que prepararon su camino en «cinemática» (geometría del
movimiento) fueron el previo concepto de aceleración, los
atisbos del cálculo infinitesimal, la superación del «ímpetu»
inercial del medioevo (de Filopón a Buridán) y la nueva visión
de la caída libre (de Galileo); y en «dinámica» (fuerza del
movimiento) han sido las tres leyes planetarias (de Kepler);
resultando todo ello en las tres leyes fundamentales de la
«mecánica»:
1º la del equilibrio de fuerzas («SF =
0»),
2º la del movimiento e inercia («F = d(mv)/
dt»)
3º la de acción y reacción de fuerzas («Fa = -Fr»)
Por otra parte, el camino usado para la postulación de
su ley de gravitación universal («F = k.m1.m2/d2») fue
considerar el cálculo kepleriano de las fuerzas ejercidas por
el Sol y mostró que eran proporcionales a las masas
planetarias, no sin embargo dejando de pensar en la existencia
de un «éter» gravitacional —segunda interpretación del «éter»,
puesto que la primera fue la aristotélica como substrato del
«motor inmóvil» supralunar.
Logró también Newton la
descomposición de la luz blanca e hizo trabajos en los campos
de difracción y reflexión; prevee con su modelo gravitatorio
la posibilidad teórica de cómo crear un satélite, e interpretó
por ello a la Luna como un proyectil terrestre; calcula las
mareas como consecuencia entre en Sol, la Luna y la Tierra;
explicó el movimiento de los cometas; desarrolló la teoría de
la hidrodinámica; propone la existencia de la «fuerza
centrípeta» —aplicación de su tercera ley a la «fuerza
centrífuga» de Huygens.
En síntesis, la gran
contribución de Newton es la integración conceptual de ideas
en un solo esquema «dinámico-mecánico» y el «método de las
fluxiones» equivalente contemporáneo al «cálculo
diferencial-infinitesimal» (disputado con Leibniz su autoría).
Define la tangente por la condición de tener dos puntos
consecutivos y aporta en ello el concepto metafísico de la
«derivada» («fluxión»), y del «momemto de fluxión»
infinitesimal que cuando pasa a ser finito determinará el
«diferencial». En suma, define su nomenclatura de la siguiente
manera: función «fluente», incremento «o», diferencial
«momento y´.o», derivada «fluxión y´».
Todo esto
despertó críticas en autores como Hookes (quien le reclama el
derecho de prioridad de la «fuerza centrípeta»), Leibniz (le
reclama el derecho de prioridad infinitesimal) y Berkeley
(quien critica el cálculo de las «fluxiones» —y algunas con
fundamento); asimismo aventuró a muchos otros hombres de
ciencia, entre ellos a Varignon (1654-1722) que realiza
trabajos sobre la «regla del paralelogramo» vectorial y sobre
los «momentos» resultantes a un punto; a Edmund Halley a
descubrir el cometa que lleva su nombre y predecir su retorno
para 1758; a Emmanuel Kant (1724-1804) tratando a la fuerza
gravitacional como una influencia que se propagaba
uniformemente por el espacio en todas direcciones, y sostenía
que, por razones de simetría geométrica, la fuerza de gravedad
debe ser inversamente proporcional al cuadrado de la
distancia.
Paralelamente hay todo un momento matemático
especializado. L´Hospital (Guillermo Francois, marqués de
L´Hospital, francés, 1661-1704) idea un método para hallar el
«límite» de funciones que lleva su nombre y realiza en 1696 el
primer tratado de «cálculo diferencial». La familia Bernoulli
se destaca, y sobre todo en este «cálculo diferencial»; serán
Daniel, Jacobo, Jaime (suizo, 1654-1705) y Juan (suizo,
1667-1748) sus mediadores, donde este último reclama (al
parecer con fundamento) el derecho de autoría del método del
hallazgo de «límites» de funciones de L´Hospital.
Luego Colin Mac-Laurin (inglés, 1698-1746) aporta
tareas sobre geometría y matemática; más tarde entra en escena
el coloso Leonardo Euler (suizo, 1707-1783) que no deja
capítulo alguno sin explotar: hace estudios sobre las
funciones, en matemática diferencial, álgebra y física
matemática. Juan Le Rond D´Alembert (francés, 1717-1783)
aporta trabajos en matemática y a la física en la relación
entre «impulso» y «energía cinética» aclarando el problema de
la «conservación del movimiento»; José Luis Lagrange (francés,
1736-1813) con aportes al cálculo de probabilidades, a la
astronomía y a la mecánica analítica interpretando a la
«fuerza» como la causa del movimiento. Antonio Nicolás
Condorcet (francés, 1743-1794) hace aportes en matemática.
Gaspar Monge (francés, 1746-1818) matemático, presenta los
fundamentos de la «geometría descriptiva» y hace estudios
sobre la composición del agua. Más tarde surgirá Ruffini
(1765-1822) y florecerá A. L. Cauchy en
1821.
Seguidamente el empirismo, sobre todo el inglés,
se hace notar. Surgen descubrimientos de observables y
experimentos. Benjamín Franklin (estadounidense, 1706-1790)
inventa el pararrayos. Charles Agustin de Coulomb (1736-1806)
descubre en laboratorio para el 1784 la fórmula de la fuerza
de cargas eléctricas («F = k.q1.q2/d2»). Jaime Watt (inglés,
1736-1819) inventa el condensador separado y la máquina
térmica eficiente (máquina de vapor de doble efecto) y hace
estudios sobre la composición del agua. Hay trabajos de
electricidad realizados por Borman, Gilbert, y por Alejandro
Volta (italiano, 1745-1827) que descubre el potencial de
contacto en diferentes metales y hace posible la pila que
lleva su nombre.
La biología no ha quedado atrás.
Carlos Linneo (1707-1778) diferencia los «tres reinos» de la
naturaleza (mineral, vegetal y animal), realiza otras
clasificaciones biológicas en aproximadamente 1735 y es
defensor del «fijismo» y «creacionismo» de las especies,
basándose en las premisas de la negación de las especies
nuevas, de que no hay creación sino reproducción y que en toda
especie siempre hay una unidad que le precede. Hemos tenido
también el aporte de William Harvey en fisiología.
Charles Bonnet (Georges Luis Leclerc, Caballero y
luego Conde de Buffon, 1720-1793), «creacionista», es
precursor del «transformismo» (aunque con una extraña teoría),
antecesor a Lamarck en el «evolucionismo» y opositor de la
taxonomía de Linneo, aportando un concepto ploblacional de
especie, y es partidario de la taxonomía de los individuos
singulares pero no de las generalidades. Luis Galvani
(italiano, 1737-1798), físico y médico, presenta una hipótesis
de la acción de la electricidad sobre los músculos.
Las primeras inquietudes evolutivas de las especies se
las podría atribuir en el presente siglo XVIII a James Hutton
al advertir que en las capas geológicas hay especies
extinguidas, como también que hay otras existentes y no así
con anterioridad, deviniendo su pensamiento en la negación de
una «creación» única. Los primeros descubrimientos fundados
del mecanismo de evolución de las especies aparecen seriamente
en Jean Lamarck (francés, Jean Baptiste Pierre Antonie de
Monet, Caballero de Lamarck, 1744-1829) postulando en 1809 su
teoría de la «evolución por modificación»:
1º que el
medio impone cambios en el comportamiento bajo la forma de
nuevos hábitos y éstos son origen de todas las variaciones
evolutivas,
2º que el motor evolutivo está dado por la
necesidad o deseo interno de adaptación que se manifiesta por
un sentimiento o impulso interno del organismo que lo induce a
la formación del órgano apropiado,
3º que el uso y desuso
de las partes del organismo conducen al mayor o menor
desarrollo del órgano e incluso a su degeneración, y 4º que
las modificaciones que se acumulan en un individuo a lo largo
de la vida, se transmiten a la descendencia (herencia de los
caracteres adquiridos).
En otros términos, Lamarck
inicia el denominado «transformismo» biológico, diciéndonos
que todos los cambios son explicables, que la función hace al
órgano, que no hay necesidad de pensar en ninguna divinidad,
que las especies cambian con el tiempo, que el ambiente
influye en la acomodación orgánica y que hay herencia de los
caracteres adquiridos.
Georges Cuvier (1769-1839)
defensor del «fijismo» y «creacionismo» es opositor a Lamarck,
que sin darle importancia al microscopio ni a la química,
descubrió sin embargo las relaciones morfológicas orgánicas en
un individuo biológico y funda con su «anatomía animal
comparada» la «paleontología»; propugna una doctrina
denominada de «catástrofes» bio-geológicas que explicaría la
pululante creación de las especies en cada nueva era
geológica, debido a la voluntad divina y al origen que
determinan los gérmenes sobrevivientes.
La historia
parece seguir empecinada con el empirismo, tal vez por lo que
ya sabemos todos: que es una época floreciente capitalista
donde los subsidios a la ciencia tecnocrática se acrecientan.
Surge entonces en medio del período otro de los tantos genios,
me refiero a Pedro Simón Laplace (francés, 1749-1827) que
realiza estudios sobre astronomía, matemática y cálculo de
probabilidades, también sobre electrodinámica, y que a mi
entender «permitirá resolver contemporáneamente el
escepticismo causal de Hume a través de la transformada
matemática que lleva su nombre». Se suele considerar como
período de la «química neumática» la transición de los siglos
XVII-XVIII.
Para eso a mediados del siglo XVIII Joseph
Black realiza trabajos sobre gases. Una floreciente figura,
Antoine Laurent Lavoisier (francés, 1743-1794), revoluciona la
química como científica y funda su nomenclatura, postula la
ley de la conservación de la materia en la frase célebre:
«Nada se crea, nada se pierde; todo se transforma», es
pionero en confeccionar de un sistema coherente de
conocimientos químicos, descubre la composición del aire y sus
propiedades, del diamante y de la combustión por el oxígeno,
utiliza la balanza, supera la teoría del «flogisto» (vocablo
del griego que significa «llama» y que consistía en el
principio de inflamabilidad formulada por Stahl a principios
del siglo XVIII) puesto que dijo que la materia del fuego no
está en los materiales sino en el aire y el material del calor
es un «fluido ígneo» alojado entre las partículas de los
cuerpos entre otras más innumerables cosas; estudia junto con
Laplace la naturaleza del calor e inicia la «termoquímica» en
1783, realiza estudios sobre la respiración y la transpiración
desde el enfoque calorimétrico, e hizo trabajos en pólvora.
Joseph Priestley (1733-1804) descubre el oxígeno en
1774 (desconociendo los trabajos de Scheele) y observa que el
aire viciado por la respiración lo pueden restablecer las
plantas. El químico Karl Wilheilm Scheele (sueco, 1742-1786)
es el primero en descubrir el oxígeno, el cloro, el ácido
arsénico, la glicerina, etc. Claudio Berthollet (francés,
1745-1822) químico, descubre las propiedades decolorantes del
cloro, de la pólvora, etc. J.D. Van der Waals generaliza la
ecuación de los gases de Boyle a partir de los trabajos de
Regnault. Reynolds hace trabajos en fluidos («N = r v D/
h»).
A continuación vemos un período de investigación
de electricidad y magnetismo. Rowland los hace. Jean C.A.
Peltier descubre la fuerza electromotriz en la soldadura de
distintos metales. Henry Cavendish (inglés, 1731-1810) es el
primero en experimentar en 1798 en su laboratorio la fórmula
de fuerza gravitatoria de Newton («F = k.m1.m2 / d2»), como
asimismo hizo estudios de la composición del agua. Rumford
(1753-1814) realiza trabajos en calorimetría y abandona la
teoría del calor como fluido invisible. Thomas Johann Seebeck
(1770-1831) descubre la fuerza motriz inducida en metales por
temperatura (par termoeléctrico) como unión de los efectos
Peltier y Thomson; Andrés María Ampére (francés, 1775-1836)
experimenta en electricidad y magnetismo.
Viejos temas
vuelven a ocupar la atención. Francisco J. Bichat (1771-1802)
inicia los estudios de anatomía general y hace aportes en
histología. Thomas Young demuestra en 1800 que la luz puede
producir interferencias y se inclina al concepto ondulatorio.
Joseph Louis Gay-Lussac (francés, 1778-1850) retoma los
estudios de Jacques A. C. Charles y descubre con precisión en
1802 una de las propiedades térmicas de los gases («V = V0
(1+b.Dt)»).
Etienne Louis Malus (francés, 1775-1812)
hace trabajos en fotoconductividad en 1809 («I = Imáx cos2q»).
Amadeo Avogadro (italiano, 1776-1856) realiza trabajos en
química; J. Fourier los hace en matemática y calorimetría en
cuanto a la propagación del calor. Karl F. Gauss (alemán,
1777-1855) se aplica a los sistemas de fuerza y hace el
teorema de la «constricción mínima», y determina otro célebre
teorema que lleva su nombre para la resolución de problemas de
la electrodinámica («òò Dds = q»). Juan Oersted (danés,
1777-1851) es el primero en observar los fenómenos magnéticos
creados por corrientes eléctricas; José Fraunhofer (alemán,
1787-1826) hace trabajos en la difracción de la luz.
Pedro Dulong (francés, 1785-1838) y Petit descubren en
1819 que la capacidad calorífica de los metales depende del
número de moléculas y no de su masa. Juan Biot (francés,
1774-1862) y Savart descubren en 1820 el campo magnético que
produce la circulación de corriente eléctrica en un conductor
(denominada equívocamente «ley de Ampere» como «H = ò
i.senq.dl»). Robert L. Stephenson (inglés, 1781-1848) inventa
la máquina a vapor.
Thomas Young y Augustin J. Fresnel
(francés, 1788-1827) se aplican a la interferencia y la
difracción en la luz donde muestran con evidencia la teoría
ondulatoria y miden la longitud de onda lumínica; Georg Simon
Ohm (1789-1854) descubre y postula una ley fundamental en la
resolución de circuitos eléctricos que lleva su nombre («v =
i.R»); Juan Daniell (inglés, 1790-1845) inventa la pila que
lleva su nombre, al igual que Weston; Miguel Faraday (inglés,
1791-1867) descubre las leyes de la descomposición de la
electrólisis, la acción del campo magnético sobre la luz
polarizada y la fuerza eléctrica motriz inducida («V = df /
dt») fundamentales para la confección futura de los
transformadores, motores y generadores eléctricos.
Sadi
Carnot (francés, 1796-1832) aborda con precisión por primera
vez en 1824 el problema de rendimiento de un motor térmico
(orientado al motor de vapor) y propone un ciclo para el motor
térmico («ciclo Carnot»); José Henry (norteamericano,
1797-1878) experimenta en autoinducción eléctrica; Augusto
Comte (1798-1857) hereda de Saint-Simón la necesidad de
reorganizar la sociedad y tiene también influencias del
empirismo y de los enciclopedistas del siglo XVIII
(D´Alembert, Turgot, etc.), inicia el positivismo y funda la
sociología como ciencia, enseñando a la misma como una
necesidad en el «orden» y el «progreso», y destacando que la
historia del conocimiento humano se ha dado por tres estadíos:
el teológico o ficticio, el metafísico o abstracto y
finalmente al maduro positivo o científico.
Charles
Wheatstone (inglés, 1802-1875) idea en 1843 un circuito
eléctrico para mensuras de electricidad que lleva su nombre;
H.F.E. Lenz (alemán, 1804-1864) experimenta en trabajos de
autoinducción eléctrica.
Ya estamos a mediados del
siglo XIX. Schleiden y Schwann formulan la teoría celular.
Möebius (1790-1867) realiza trabajos en topología e idea la
célebre cinta que lleva su nombre. El matemático Boole
(1815-1864) hace grandes aportes al tema, e idea el álgebra
que llevará su nombre y que fundamentará la binaria
computacional actual.
Charles Robert Darwin (inglés,
1809- 1882), fisiólogo y naturalista, postula su teoría de la
«evolución por selección» entre 1854-9 inspirado por su tenaz
espíritu investigativo y por el economista Malthus (Ensayo
sobre el principio de la población, 1798, justificando la
lucha por la existencia de la sociedad en que el aumento
poblacional es geométrico y el de la subsistencia de recursos
es lineal), logrando con ello unir a su vez tres teorías: la
del concepto de especie, la del concepto de adaptación y la
del concepto de evolución propiamente dicha, deducidas a
partir de la variación hereditaria, la multiplicación y la
lucha por la supervivencia —criticada como tautológica en la
frase de Spencer «la supervivencia del más apto», pero
superada por recordar que los individuos de una especie varían
entre sí (es decir que la selección natural es una perdida
diferencial) y posteriormente por Popper por considerarla
infalsable.
Así Darwin remarca los siguientes puntos
para la «selección natural»:
1º que el crecimiento es
geométrico y los recursos alimenticios lineales (Malthus),
2º que el número está acotado por los recursos
alimenticios (Malthus),
3º que hay una necesaria lucha por
la existencia (deducido de 1º y 2º),
4º que subsistirá el
más apto (deducido de 3º),
5º que los cambios no son
universales sino propios del hábitat,
6º que hay herencia
de los caracteres adquiridos (Lamarck).
Destaca
asimismo que esta «selección natural» —como el nombre lo
indica— no es algo artificial, sino que es meramente un
enfoque descriptivo y no orientado a nada ni a ningún tipo de
prejuicio, como tampoco implica necesariamente la existencia
un agente "seleccionador". Es interesante destacar en este
tema el aporte del historiador Gilson; éste dice que Darwin no
habló de «evolución» (del latín "lo inverso a «in-volución»")
porque en realidad lo que tenía mentado era la
«transmutación», puesto que este primer término es meramente
filosófico sin aplicabilidad científica, y que el error se
hubo propagado por dos de sus intérpretes seguidores.
Por otra parte, encontramos en Darwin que excluye al
«fijismo» pero no al «creacionismo», como también que deja
sentadas las bases antropológicas para el estudio de la
posibilidad de demostrar que el hombre evoluciona del simio.
Cabe mencionar a Alfred Russell Wallace (1823-1913) que llegó
también, independiente de Darwin, a la idea de evolución por
selección natural.
El físico Jacobo Prescott Joule
(1818-1889) experimenta en la propagación de la energía
calórica y determina el «equivalente mecánico del calor»,
ofreciendo con ello la ley de calentamiento de los conductores
por corriente eléctrica que lleva su nombre, como también
descubre que el calor es una forma de energía en 1878. León
Foucault (francés, 1819-1868) que trabaja sobre la teoría
ondulatoria de la luz con la velocidad de la misma en medios
líquidos con propagación rectilínea y difractados, como
asimismo hace experiencias en el magnetismo del hierro.
John Tyndall (1820-1893) realiza determinaciones de la
cantidad de energía radiada por unidad de tiempo desde la
superficie de un cuerpo. El antropólogo Rodolfo Virchow
(1821-1902), defensor del «fijismo», hace estudios sobre
patología celular. Louis Pasteur (francés, 1822-1895) niega la
«generación espontánea», postula en 1865 su teoría de «los
gérmenes en las enfermedades», funda la bacteriología y
descubre la vacuna antirrábica.
William Thomson (o
lord Kelvin) (1824-1907) descubre la fuerza electromotriz en
extremos de un conductor circulando una corriente cuando se lo
sumerge a una temperatura no uniforme en su recorrido; propone
medir la temperatura desde el cero absoluto («-273,2 ºC»);
estudia la antigüedad de la Tierra a través de principios
termodinámicos (del enfriamiento total de su masa a la
temperatura actual), e introduce el término «energía» (aunque
esto también ha sido atribuído a Helmoltz, Rankine, Joule,
Maxwell, etc.) y determinó diferentes maneras en que se
presenta; Gustav Robert Kirchoff (1824-1887) postula dos leyes
fundamentales de la resolución de circuitos eléctricos que
llevan su nombre: la regla de las mallas («Si = 0») y la regla
de los nodos («Sv = 0»).
El matemático Jorge Riemann
(alemán, 1826-1866) crea una geometría no-euclidiana. El genio
del físico James Clerk Maxwell (escocés, 1831-1879) basado en
especulaciones matemáticas explica la teoría de la luz como
ondas electromagnéticas y lo demuestra teóricamente en 1873
indicando que un circuito eléctrico oscilante puede radiarlas,
como también determina la expresión eléctrica-magnética de la
velocidad de propagación («(m e)-1/2»), ofeciendo con todo
ello las «ecuaciones unificadoras electromagnéticas» en el
espacio libre («ò H.dl = òò D/t. ds, ò E.dl = -òò B/t. ds, òò
D. ds = 0, òò B. ds = 0») y en medios dieléctricos.
Nos
estamos acercando al fin del siglo. La física va dejando su
ingenuidad para madurar en un tamiz profundo y académico. El
químico Demetrio Ivanóvich Mendeleiev (ruso, 1834-1907) ordena
los elementos en una tabla que lleva su nombre. Josef Stefan
(1835-1893) basándose en Tyndall dedujo en 1879 la cantidad de
energía radiada por unidad de tiempo desde la superficie de un
cuerpo («R = esT4»). Van de Gaaff inventa un generador de alta
tensión que lleva su nombre. Guillermo Conrado von Röentgen
(alemán, 1845-1923, Premio Nobel de Física en 1901) descubre
casualmente los rayos X. Llega ahora el incansable genio
creador de Thomas Alva Edison (estadounidense, 1847-1931) y
observa por vez primera en 1883 la «emisión termoiónica» en la
rectificación de la válvula diodo, y hace un sinnúmero de
invenciones (película cinematográfica, lámpara incandescente,
reproductor magnetofónico en 1887, etc.).
Johann Jakob
Balmer (1825-1898) determina y clasifica en 1885 el espectro
de frecuencias del hidrógeno. El sacerdote y botánico Juan
Gregorio Mendel (austríaco, 1822-1884) postula las leyes de la
herencia que llevan su nombre luego de aproximados veinte años
de experiencias, y que dicen:
1º ley: «todo individuo
tiene un par de alelos para cada gen, los miembros de ese par
se separan durante la formación de los gametos y se restablece
el par durante el proceso de fecundación»,
2º ley: «los
distintos caracteres que se separan en los gametos lo hacen en
forma independiente unos de otros».
Ernesto Mach
(austríaco, 1838-1916) filósofo, historiador de las ciencias,
reduce todo el conocimiento a lo inmediatamente dado en la
conciencia y elimina todo supuesto metafísico, haciendo con
ello aportes en la epistemología científica. Alexander Graham
Bell (1847-1922) inventa el teléfono. Alberto Abrahán
Michelson (estadounidense, 1852-1931, Premio Nobel de Física
en 1907) determina experimentalmente junto a Morris con gran
precisión la velocidad de la luz («~300000 Km/seg»).
El matemático Peano (1858-1932) asombra por sus
aportes. Enrique Hertz (alemán, 1857-1894) demuestra
experimentalmente la teoría de Maxwell en aproximadamente 1888
con un circuito radiador de ondas proponiéndolas en un medio
«éter» —tercera concepción del «éter»— y las iguala al calor y
a la luz, como trató también de basar la mecánica sobre la
idea de eliminar el concepto de «fuerza».
Otto propone
un ciclo para el motor a combustión («ciclo Otto»), al igual
que Rankine para el motor a vapor («ciclo Rankine»), y que
Rodolfo Diesel (alemán, 1858-1913) para el motor a combustión
(«ciclo Diesel») e idea el motor a gas-oil. George Cantor hace
aportes a la matemática en varios temas y especialmente
determinando la racionalidad de los números infinitos
(«transfinitud»); Svante Arrhenius (1859- 1928) realiza una
interpretación del paso de corriente eléctrica en un
electrolito. Guillermo Crookes (inglés, 1832-1919) físico y
químico descubridor del talio y fabricador de los tubos de
rayos catódicos.
Surgen dos familias notables. La
primera, la Becquerel, con Antonio César (1788-1878) que hace
estudios sobre electricidad, Alejandro E. (francés, 1820-1891,
hijo de Antonio César) descubridor del cloruro de plata,
Antonio Enrique (francés, 1852-1908, hijo de Alejandro,
comparte con los esposos Sklodowska-Curie el Premio Nobel de
Física en 1903) es descubridor de la radiactividad, y Juan
(nacido en 1878, hijo de Antonio Enrique) que hace aportes al
electromagnetismo.
La segunda es la familia Curie
(1859 al 1956), formada por María Sklodowska de (polaca,
1867-1934, comparte con Pedro Curie y Becquerel el Premio
Nobel de Física en 1903, y el de Química en 1911), Pedro su
esposo (francés, 1859-1906, comparte con María Sklodowska y
Becquerel el Premio Nobel de Física en 1903), ambos descubren
el radio y el polonio y hacen aportes al electromagnetismo; e
Irene (francesa, 1897-1956, hija de Sklodowska-Curie, comparte
con su esposo Federico Joliot el Premio Nobel de Química en
1935) física y química que descubren con su esposo el
principio de radiactividad artificial.
De esta manera
nos preguntamos sobre el bagaje que nos ha traído el siglo
XIX. En resumidas cuentas, podemos decir que le debemos la
invención de las máquinas eléctricas rotativas (motor y
generador) y del transformador; la de la lámpara incandescente
y la iluminación artificial en general; la invención de la
fotografía y de la película cinematográfica; la del telégrafo
(en 1901 Marconi une sin hilos USA con Inglaterra), del
teléfono, de la teletipo, la del fonógrafo y de la
radiodifusión.
El descubrimiento de las leyes de la
herencia y de las leyes de la evolución de las especies
biológicas; los grandes cimientos arquitectónicos de la
ingeniería civil en las edificaciones (torre Eiffel en el
1900, edificios, puentes, trenes subterráneos, etc.); la
invención del submarino, del avión (el primer vuelo hecho por
los hermanos Wright en diciembre de 1903) y del helicóptero,
del automóvil (se funda el automóvil Rolls Royce en mayo de
1904) y otros rodados.
Las invenciones de artefactos
de comodidad domésticos: eléctricos y termodinámicos, como
asimismo la simpleza de la hoja cambiable Gilette en 1901; el
aumento de la «esperanza de vida» debido a la invención
vacunas y los primeros estudios sobre antibióticos; la
instrumentación teórica y práctica de las ondas
electromagnéticas; el aprovechamiento de las fuentes
energéticas de gas y petróleo; la invención del disco
magnetofónico; la ordenación sistemática de los elementos
químicos; la invención de la anestesia, etc.
Entramos
así, al siglo XX: «¿Cambalache y febril?»
Ya no se ven
ni son tangibles de ningún modo los fenómenos físicos. Será
entonces a la mejor manera de Eudoxo la posibilidad de abordar
hipotéticamente los cometidos científicos. Es José Juan
Thomson (inglés, 1856-1940, Premio Nobel de Física en 1906)
quien mide en el 1900 la relación carga a masa del electrón y
Enrique Antón Lorentz (holandés, 1853-1928, Premio Nobel de
Física en 1902) quien lo hace con su masa y aporta trabajos
sobre magnetismo, electricidad y la luz.
Se
perfeccionan los estudios sobre el electrón y la «emisión
termoiónica» de Edison en 1903 a través de Owden Guillermo
Richardson (inglés, 1879-1959, Premio Nobel de Física en 1928)
y se convierte con ello el primero en estudiar la corriente
eléctrica volátil obtenida de un material al calentarlo.
Contemporáneo le será S. Dushman quien determina la máxima
corriente eléctrica (saturabilidad) volátil obtenida de un
material al calentarlo («J = A.T2.e-f / kT»). Patricio
Blackett (inglés, nacido en 1897, Premio Nobel de Física en
1948) relaciona la gravedad y el campo electromagnético de los
cuerpos estelares.
La medicina hace su aporte con
Alejandro Fleming (inglés, 1881-1955, que comparte con Florey
y con Chain el Premio Nobel de Medicina y Fisiología en 1945)
y Howard Florey (inglés, 1898-1968, que comparte con Fleming y
con Chain el Premio Nobel de Medicina y Fisiología en 1945)
que descubren la penicilina (antibiótico) en 1928 y la
aplican. Ernesto Boris Chain (inglés, nacido en 1906, que
comparte con Fleming y con Florey el Premio Nobel de Medicina
y Fisiología en 1945) aplicando la penicilina.
Surge
entonces la era electrónica propiamente dicha. Es otro Fleming
(estadounidense) quien introduce estudios a la electrónica de
vacío en 1904 y crea la válvula de vacío diodo (1ra generación
en electrónica), y poco más tarde Lee de Forest inventa en
1907 la válvula amplificadora triodo; Robert Andrews Millikan
(estadounidense, 1868-1953, Premio Nobel de Física en 1923)
mide entre 1908-1917 la carga del electrón aislado y verifica
experimentalmente la teoría fotónica-eléctrónica de Einstein a
posteriori.
Un nuevo genio asoma, me refiero a Ernst
Rutherford (inglés, 1871-1937, Premio Nobel de Física en 1908)
que hace trabajos en la radiactividad, en 1905 sugiere
averiguar la antigüedad de las rocas a través del análisis
radiactivo lo que permite a la geología determinar con
precisión la edad del planeta que vivimos, y a la antropología
y paleontología en la determinación de la antigüedad de los
fósiles a través del isótopo carbono 14; es pionero en la
verificabilidad experimental de la composición atómica
núcleo-electrones y propone un modelo atómico en 1911 con un
núcleo y electrones que giran a su alrededor, sostenidos por
la fuerza eléctrica del núcleo versus fuerza centrífuga,
aunque el mismo adolece del inconveniente de que la radiación
propia electrónica desintegraría al átomo. Estos logros
permite a Geiger idear el detector de radiactividad que lleva
su nombre.
Entramos así al período cuántico, donde
surge una primera escisión epistemológica con el abandono de
la mecánica continua. Será Maximiliano Planck (alemán,
1858-1947, Premio Nobel de Física en 1918) quien propone un
nuevo modelo atómico según los «niveles cuánticos» (fundación
de la mecánica cuántica) en 1901 y descubre que la radiación
de calor no es continua sino a «cuantos», determinando con
ello el dualismo onda-partícula de las radiaciones.
Seguidamente Niels Bohr (danés, 1885-1962, Premio
Nobel de Física en 1922) propone una corrección en el modelo
atómico de Rutherford en 1913 donde ya no hay radiación en el
electrón al estar en una órbita, sino absorción-liberación de
un «cuanto» en el cambio de órbita determinando los radios
orbitales (múltiplos enteros de «h/2»), como también
cuantifica (de Planck) la emisión fotónica (de Einstein) en
longitudes de onda radiada («DE = h.f»). Guillermo David
Coolidge (estadounidense, nacido en 1873) crea en 1913 el tubo
de rayos X. Irving Langmuir (estadounidense, nacido en 1881,
Premio Nobel de Química en 1922) y Rogers postulan las leyes
de la emisión termoiónica en 1913.
La Compañía System
Bell da uso comercial en telefonía de la válvula amplificadora
de vacío en 1915. El químico Federico Soddy (inglés,
1877-1956, Premio Nobel de Química en 1921) logra avances en
la radiactividad. Afloran trabajos en astronomía también. Es
Alexander Friedmann que los hace teóricos sobre la movilidad
del universo en 1922 y propone tres modelos de expansión
cósmica: el del Big-Bang a la contracción Big-Crunch, y los de
la expansión y la limitación. Los astrónomos Edwin Hubble y
Milton Humanson (estadounidense, 1891-1957) descubren
cosmologías y verifican experimentalmente la expansión del
universo (cobrando sentido la hipótesis del Big-Bang) en
1924.
Es momento ya para otro genio epistemológico y
creativo: Alberto Einstein (alemán, 1879-1955, Premio Nobel de
Física de 1921) quien postula la teoría de la relatividad
general (fundación de la física teórica) entre 1905-25
otorgando plasticidad al espacio, al tiempo («t= t0
[1-(v/c)2]-1/2») y a la masa («m = m0 [1-(v/c)2]-1/2»);
también incorpora los fundamentos de la teoría corpuscular de
la luz con precisión a través de su teoría de los fotones
(paquetes mínimos de energía de luz) como «materiales»,
ofreciendo equivalencia entre la materia y la energía («E =
mc2»), y diciendo que éstos poseen energía cinética («mc2») y
cantidad de movimiento («mc») tal cual lo material sólido
ordinario.
Asimismo descubre el «efecto fotoeléctrico»
como la emisión fotoeléctrica cuantificada por la luz en los
metales («hf-U ³ mv2/2»); y, desgraciadamente a su propio
pesar, ofrece las bases teóricas para la confección de la
bomba nuclear; indica que la velocidad de la luz es constante
para todos los sistemas de referencia (por lo tanto que es
relativa al referente fijo) y no depende de su fuente
productora propia.
Estas cuestiones epistemológicas y
empíricas producen una escisión humanística. La filosofía
«gira» sus intereses a la sintáctica y la ciencia a la
semántica, a través de los abocados pensadores del Círculo de
Viena. Allí figuras como Rudolf Carnap, Ludwing, Bertarand
Russell (inglés, nacido en 1872, Premio Nobel de Literatura en
1950), etc., hacen trabajos sobre lógica matemática. Enrique
Poincaré (1854-1912) y A. S. Eddington tratan de interpretar,
junto con Russell, esta nueva visión del mundo.
Entramos en
un tercer período epistemológico. Le corresponderá a Luis
Víctor de Broglie (francés, nacido en 1892, Premio Nobel de
Física en 1929) fundar la mecánica ondulatoria trabajando
sobre el concepto teórico del electrón como onda-partícula en
1924 («l = h/p»), y proponiendo con esto otro modelo atómico,
trayendo nuevas consideraciones. Grondhal descubre el
rectificador de óxido de cobre (inicio de la electrónica de
semiconductores) en 1926.
Gödel, Türing y Church
introducen estudios sobre la algorítmica computacional y
plantean el «problema algorítmico de autoaplicabilidad de las
variables computables» —imposibilidad de los mecanismos
autónomos de poder autoaplicarse a su tercer esquema formal.
El físico
Jacobo Chadwick (inglés, nacido en 1891,
Premio Nobel de Física en 1935) logra nuevos avances en la
radiactividad. Germer y Davisson (quien comparte Davisson con
Thomson el Premio Nobel de Física en 1937) y más tarde
Thomson, Jorge P. (inglés, nacido en 1892, que comparte con
Davisson el Premio Nobel de Física en 1937) trabajan sobre la
praxis del electrón como onda-partícula y verifican
experimentalmente a de Broglie en 1927 y 1928 respectivamente.
C.T.R. Wilson (inglés, 1896-1959) idea una cámara de niebla
para el estudio de los rayos cósmicos y la trayectoria de
partículas que intervienen en reacciones
nucleares.
Hemos llegado a un momento de proliferación
tecnológica. Se logra la sintetización de polímeros
(fabricación del plástico y su incorporación industrial en
1935); se inventa la cinta de grabación de audio, la película
cinematográfica audible en 1927, como asimismo todo tipo de
artefactos domésticos (la plancha en 1904, el lavarropas en
1907, la aspiradora en 1907, el lavaplatos en 1914, la
fotografía color en 1917, la radio en 1920, el refrigerador en
1923, la batidora y la televisión en 1930, el ordenador
computacional en 1934, el bolígrafo en 1944, el disco y el
tocadiscos en 1946, el horneado a microondas en 1946).
Se vuelven a crear nuevos antibióticos, vacunas y
otras (la a anestesia epidural en 1909, la cirugía estética en
1914); se perfeccionan los sistemas termodinámicos de frío
(cámaras frigoríficas, heladeras, etc.) y mecánicos (la
cremallera en 1912). Los armamentos entran a perfeccionarse, y
se ingenia la bomba de gas tóxico en 1915.
La física no
se deja esperar. Arturo H. Compton (estadounidense, 1892-1962,
Premio Nobel de Física) amplía los estudios sobre rayos
cósmicos y X, verifica la teoría corpuscular de Einstein en
1921 haciendo impactar un fotón con un electrón, y observando
que se comportan como dos partículas en simple choque
mecánico, propone, definitivamente, la doble interpretación
onda-partícula de la luz. Wolfgang Pauli (austríaco,
1900-1958, Premio Nobel de Física en 1945) obtiene logros en
el átomo (postula el principio de exclusión de los electrones
que lleva su nombre). Max Born (alemán, 1882-1970, comparte
con Bothe el Premio Nobel de Física en 1954) amplía la
mecánica cuántica.
La nueva interpretación
epistemológica ahora la hace Wernwer Heisenberg (alemán,
nacido en 1901, Premio Nobel de Física en 1932) al trabajar
sobre el concepto teórico del electrón como onda-partícula y
explica su principio de incertidumbre (o de indeterminación:
«Dp.Dr ³ h»), y provee con ello un nuevo «giro» a la
concepción del modelo atómico.
Emerge sin esperar el
genio de Erwin S. Schrödinger (austríaco, 1887-1961, que
comparte con Dirac el Premio Nobel de Física en 1933)
demostrando definitivamente la dualidad onda-partícula de la
materia (su ecuación independiente del tiempo es la siguiente:
« Ñ2y+y.(W-U) 8p2m/h2 = 0»), trabaja sobre el concepto
teórico del electrón como onda-partícula de Broglie y llega a
postular un nuevo modelo del átomo; sus estudios han
determinado la verdadera introducción a la electrónica de
semiconductores; también hace aportes a la biología con su
concepto de «entropía negativa» y la hipótesis del «error» de
la evolución dialéctica-cibernética de Darwin-Lamarck.
No menos han sido los estudios de su compatriota Pablo
A. M. Dirac (inglés, nacido en 1902, quien comparte con
Schrödinger el Premio Nobel de Física en 1933) que postula
matemáticamente la existencia de la antimateria, y la función
irracional —de distribución «d»—; y será Carl D. Anderson
(estadounidense) quien observara y verifica a Dirac en 1932
por primera vez el electrón de carga positiva
(positrón).
Ya entramos a una etapa gloriosa. Los
avances físicos son también epistemológicos, dejando más un
pensamiento que una inmanente realidad. Enrique Fermi
(italiano, 1901-1954, Premio Nobel de Física en 1938) es
precursor de la técnica neutrónica para la disgregación del
átomo, trabaja en los niveles cuánticos de los materiales
semiconductores (su función de probabilidad es «f (E) =
[1+e(E-E f) / KT]-1») y logra los primeros experimentos sobre
la pila atómica junto a Szilard y Zinn. F. Strtassmann y Hahn
(alemanes) obtienen la fisión del núcleo de uranio en 1939 con
el bombardeo de neutrones.
Otón Stern (estadounidense,
1888-1969, Premio Nobel de Física en 1943) es descubridor del
momento magnético del protón. Donald W. Kerst idea en 1941 el
acelerador de inducción magnética (betatrón) para alcanzar
grandes velocidades de las partículas subatómicas lo que
permitirá a los físicos del futuro seguir estudiando el
comportamiento y estructura del átomo.
Ni Julio Verne
se lo hubiera imaginado. Es época de la fabricación del
televisor comercial en la década de 1940; del radar y sonar en
la década de 1940; del microscopio electrónico, de la
computadora (valvular y analógica según el modelo de von
Neumann); se crean las técnicas de comunicación (modulaciones
AM, FM, heterodinaje, etc.); aparece la transmisión de imagen
por el facsímil; se implementa la energía nuclear motriz
eléctrica; hay profundas invenciones de tecnología
armamentista (bomba atómica en 1945, bombas defoliantes,
etc.); en la tecnología espacial (cohetes, satélites, etc.);
como también se logra la creación de la película
cinematográfica a color, y no menos las pululantes invenciones
en artefactos domésticos.
Arribamos a la era
cibernética. N. Wiener (estadounidense) la define como
feed-back (analogía del mecanismo de control en barcos de
navegación) y funda la teoría del control automático en 1948;
E. Shannon (estadounidense) por su parte funda la teoría de la
información en 1948.
Llegamos así a un momento
culminante, donde Juan Bardeen (estadounidense, nacido en
1908, que comparte con Brattain y Schockley el premio Nobel de
Física en 1956, y con Cooper y Schrieffer en 1972) y Gualterio
Houser Brattain (estadounidense, nacido en 1902, que comparte
con Bardeen y Schockley el premio Nobel de Física en 1956)
inventan el transistor de contacto puntual en 1948 (2da
generación en electrónica). Esto induce a W. Schockley
(estadounidense, quien comparte con Bardeen y Brattain el
premio Nobel de Física en 1956) mejorarlo con el transistor de
unión (o también llamado de juntura) en 1951, determinando con
ello la confección de distintos componentes electrónicos desde
aproximadamente 1949 y es el inicio de la electrónica
moderna.
La biología pareciera celarse. La racionalidad
positivista que estudiamos pretende una cosa, a saber: crear
la vida artificialmente. Surge Miller Stanley (estadounidense)
que sintetiza artificialmente los aminoácidos a principios de
la década de 1950 aunque no logra las cadenas peptídicas de
las proteínas —con la intención de crear proteínas. Eccles,
Sperry y Penfield realizan trabajos fisiológicos y
psicológicos en comisurotomía cerebral. Christian Barnard
(sudafricano) logra el transplante de corazón en
1967.
La ingeniería sigue en boga. Se logra la gran
integración de materiales electrónicos semiconductores (3ra
generación en electrónica) —circuito integrado o «chip» que
determinará la invención de la computadora (con "chip" y
digital). Se mejoran notablemente los equipos electromédicos
(ecógrafos, tomógrafos, resonancias magnéticas, etc.) y
electrónicos en general (aplicación del rayo láser para 1960,
el logro del cassette de cinta de voz en 1960 y de video en
1964, etc.); se determina la completitud de la molécula de ADN
en la década de 1960; el hombre llega a la luna en 1969; se
inventan los sintetizadores (de música, voz, etc.); hay nuevos
descubrimientos de partículas subatómicas, nuevos transplantes
e implantes de órganos y de miembros; se empieza a pensar en
una biología molecular; se crean sistemas satelitales
geológicos, climatológicos, etc.
Surgen nuevos
sistemas armamentistas amenazadores: bombas defoliantes,
químicas y bactericidas, proyectiles autodirigidos, sistemas
satelitales de control y marcialidad, etc. Y la humanidad
encuentra la revolución social-cultural con la invención de
los anticonceptivos en píldora para 1960, y el nacimiento del
primer ser humano fecundado in vitro en 1978.
¿Vuelve
el hombre a preguntarse por sus orígenes tal cual la inquietud
antigua? Stephen Hawking (inglés) estudia el comienzo de
universo a través de la teoría del Bing-Bang y realiza
trabajos teóricos sobre los «agujeros negros» y «supercuerdas»
del cosmos; el médico Sperry (estadounidense, Premio Nobel de
medicina en 1980) demuestra la existencia de la doble
conciencia cerebral en 1980; Ilya Prigogine (Premio Nobel)
incursiona en la holística de los sistemas vivos celulares y
sociales; Bill Gates (estadounidense, dueño de la Empresa
Microsoft que la funda en 1975) crea el «sistema operativo de
discos» (D.O.S.) a principios de 1980 y posteriormente copia
de la Empresa Aple la idea de «ventanas» y crea Windows
aproximadamente en 1985.
Lo último. Esto, si vemos lo
pasado, no es menos que aquello. Hay en estos años invenciones
informáticas asombrosas (cinta grabadora de vídeo, discos
flexibles y rígidos, alta integración de "chips" originando lo
que algunos denominan 4ta generación en electrónica, etc.);
devienen la implementación de los enlaces a microondas y
fibras ópticas; emergen los robots de alta tecnología como
paridos de la gran madre industria tecnocrática; surgen
factores de gran comunicabilidad social (prensa sofisticada,
red de telefonía celular en 1980, sistema INTERNET,
radionavegación satelital, sistemas de comunicación satelital
como INTELSAT e INMARSAT, etc.).
Francine Patterson
observa lenguaje e intelección en gorilas; hay logros en las
fecundaciones, en la elección del sexo y en la crianza
embrionaria por medios artificiales de laboratorios; descubren
restos fósiles de microorganismos en meteorito extraterrestre;
hay avances en la teoría de la fuerza gravitatoria en 1997; y
no menos todavía es el logro de la clonación animal en
1998.
9. Conclusiones generales
Concluyendo, el hombre en su cultura y posición
frente a la vida necesariamente debe haber cambiado. Han
ocurrido, especialmente en el siglo recién pasado,
determinaciones epistemológicas que debieron aguzar su ingenio
y posición frente a la Naturaleza, como asimismo algunas
situaciones que afrontar en cuanto a que pareciera advertir el
toque de su identidad personal.Tal vez halla sido el siglo XX
el más rico en la historia de la ciencia.
Haciendo una
revisión de los temas más importantes que hemos visto, podemos
concluir los siguientes:
— Eudoxo y la teorización sin
correspondencia empírica
— Aristóteles y Tolomeo
—
Escolástica y Tomás
— Copérnico y Galileo
— Mersenne y
el movimiento Universitario
— Kant y el progreso
científico
— La Escuela de Viena y el «giro
lingüístico»
— El método hipotético deductivo
Se
tomará conciencia que la ciencia va avanzando en un sentido de
despeje de teorías equivocadas más que de la adquisición de
nuevas absolutas. Ejemplificador ha sido en la historia la
gravedad, estimada conocida por todos nosotros pero que pasó
de fracaso en fracaso: desde la gravidez de Aristóteles, a la
atracción de masas de Newton, y finalmente al menor camino
realizable de un móvil según Einstein.
Ya con Eudoxo
nuestras expectativas de rigor en la ciencia terminaron antes
de empezar. Falta agregarle las ambigüedades de los intereses
del marco social y político en que se vive para que sean
completas en su decepción. Por todo ello al hablar de ciencia,
en verdad, trae consigo el tema tres contradicciones a su
substrato anhelado por todos, a saber: busca los desaciertos,
se rige por la política y sus hipótesis no tienen generalmente
correspondencia empírica.
La ciencia, así vista, es un
conjunto orgánico que muestra que se desarrolla en miras de
una supuesto criterio de pseudo-verdad. Las hipótesis que ha
propuesto han ido desde los extremos de la especulación a los
más serios esfuerzos del ser humano. Sus enunciados, y
volviendo a Kant, muchos de ellos con el rigor de la seguridad
analítica se han juntado con la progresividad de la síntesis.
Distanciada cada vez más de la metafísica especulativa y
teológica cobran, inclusive en el análisis del lenguaje, una
significación cada vez más correspondentista con la
realidad.
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Eugenio Tait
Licenciado en
Filosofía
Ingeniero en Electrónica y en Electricidad
taiteuge@copetel.com.ar
www.geocities.com/EugenioMTait