trata de darle cuanto desea "la tarea sería inacabable".El Buddha enseña a sus discípulos a vivir no para el día solamente sino para ese gran día en que las vidasparecerán breves y los nacimientos y muertes como el oscilar de un péndulo, en que sus vicios seguirándesafiando eternamente a sus almas a menos que se los haya rectificado, a ser humildes, sencillos, modestosen todo, afectuosos para todos, no solamente con los seres humanos sino que también con las flores y losanimales, a cuidar y servir a toda manifestación de vida, que la vida persiste sobre la vida, y que por eso lavida tiene una deuda con la vida, que aquéllos que mueren para que otros puedan vivir no mueren en vano sinoque aquéllos que viven por sobre ellos usarán esa vida tan libremente dada para servir a la vida una que todolo dio.H. G. Wells tomó al gran Buddha, le arrancó sus diademas, le quitó sus doradas vestimentas, despojó a la Fede sus posteriores agregados y presentó al Buddha tal como era en realidad, el simple peregrino, el corazóncariñoso, inegoista, que paseó por la superficie del mundo sus tres grandes interrogantes, con plena concienciade que hasta tanto no fuesen contestados, el género humano no podría ayudarse a si mismo ui colaborar conel plan que le había dado el ser. Las respuestas que Él dio fueron:¿De dónde venimos? Del pasado, de lo que hemos hecho antes, de las tareas incumplidas, de los efectosincompletos de nuestros pasados vicios y virtudes, de los pecados de nuestra carne, de las tinieblas de nuestraignorancia, de la cadena de vidas que nos alza del cieno y de la inmundicia, del comienzo de las cosas, de la fedel Dharma, de la caída de las cosas en la separatividad, de la diversificación del Uno, llevando de vida en vidael lastre del pasado siempre con nosotros, formando un extraño grupo guiado por el demonio del Deseo, denuestras faltas y caídas, danzando alrededor de nuestras torturadas almas. Así llegamos al presente, trayendocon nosotros las virtudes y vicios del pasado, impelidos por la perpetua ley desde la ignorancia hacia la unidadde la sabiduría.¿Por qué estamos aquí? A consecuencia del pasado, pues el pasado origina el presente y de éste nace elfuturo; estamos aquí para terminar o al menos proseguir las tareas que dejamos incompletas desde el origende las cosas; hemos sido traídos aquí por nuestras alegrías y dolores, y la mayoría hemos sido conducidoshasta aquí por nuestros deseos, y aquí permaneceremos hasta que haya muerto el último de ellos, hasta quela última posesión haya sido renunciada, hasta que la última porción de personalidad que hayamos acarreadocon nosotros retorne al gran Todo de donde proviene. Si nacemos ignorantes, acumulamos; si nacemos ensabiduría, difundimos. Para el sabio, la vida que aquí se vive es una oportunidad para desembarazarse dellastre que ha acumulado en el pasado, de librarse de sus opiniones y puntos de vista, de sus concepciones dela vida y de la muerte, y de dejar todo eso atrás para comenzar a hollar el Sendero del Medio. Ante el portal delfuturo el camino se bifurca: uno conduce al Nirvana, y es el noble sendero de la realización; el otro retrocede yse desvía más y más hasta que el espíritu aprende su lección y decide hollar el Sendero del Medio.¿Adónde vamos? Vamos a enfrentarnos con lo que hemos merecido, al encuentro de los efectos de lascausas que promovimos. Aquéllos cuya labor ha sido incompleta, rodarán solamente por la periferia de larueda para retornar y completar sus tareas. En cambio, aquéllos pocos que han hollado el sendero de equilibrioque conduce al Nirvana, donde una vez agotadas sus acciones, los seres se reúnen con la Causa Incausadade la que partieron, van para aguardar el nuevo destino que el Creador considere apropiado asignarles. Se diceque el Señor Buddha ha terminado sus tareas, que ha aprendido la única lección que el mundo puede enseñar:la lección del discernimiento, y habiendo aprendido a elegir sabiamente entre lo permanente y loimpermanente, desenmascaró a la gran ilusión. Desenmascarar los defectos es la tarea del alma; conservar elequilibrio en medio de las cosas es el camino del Buddha; contemplar la vida pero no dejarse atrapar por ellaes la ley del Buddha; salir de la vida y penetrar en nueva vida es el deseo del Buddha. Reunirse con la CausaInfinita, volver a conocer al Radiante Uno del que todo proviene, unificarse con el Eterno Aquello que es sumade todas las cosas, esto es liberación, esto es libertad. Reabsorberse en la Realidad es la meta del GloriosoBuddha.
TERCERA PARTELOS DIEZ MANDAMIENTOS DEL BUDDHA
1. No matarás. En la Naturaleza la vida es sagrada. Matar es aceptar el Karma por haber impedido a unavida su ascenso a lo eterno. Matar es obstaculizar una oportunidad de crecimiento, y el que impide a un almasu marcha hacia la eternidad es el más grande de los pecadores. La vida del buddhista es inofensiva. Nosolamente habrá de abstenerse de matar los cuerpos, sino que habrá de cuidarse mucho de matar lasesperanzas del hombre, y mucho menos aún un ideal o una virtud, por descuido o falta de consideración. Paralas vidas de los reinos inferiores - animales, plantas y minerales - también demostrará amor y afecto. Y amedida que avance en el sendero, no deberá matar nada del todo, sino que vivirá de los frutos de las cosas yaún eso, a partir del instante de su madurez, el punto a partir del cual caerán por su propio proceso.2. No robarás. El buddhista no desea lo que a otros pertenezca, y el crimen consiste no solamente entomarlo sino ya en desearlo. El verdadero buddhista considera pecado aún el hurtar al que mucho tiene, puesello evidencia la presencia del demonio del deseo, que es el más terrible de todos los pecados. Y no solamenteel buddhista habrá de respetar las pertenencias materiales de su prójimo, sino que no habrá de menoscabar suhonor, sus esperanzas o cualquier otra posesión moral, ni codiciar el corazón, la mente o el alma de ningunacosa, ni se apodera de animal, planta u otro ser vivo alguno.
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