Una colaboración de Marge
Mileva Maric y Albert
Einstein se conocieron en laUniversidad Politécnica de Zürich a
finales del siglo XIX. Maric era la única mujer que estudiaba
matemáticas y física en aquella universidad. En 1896 iniciaron
una relación sentimental y Einstein estaba fascinado por la intensa
colaboración intelectual que recibía de parte de su compañera serbia.
A la única persona que disgustaba aquella relación era a la madre
del genio, una alemana misógina y xenófoba, que nunca vio con
buenos ojos a la serbia: ?Ella es un libro igual que tú,
pero lo que tú necesitas es una mujer. Cuando tengas 30 años, ella
será una vieja bruja?.
Mileva Maric y Alberto Einstein a
finales del siglo XIX
Como sea, la pareja estaba flechada porque ambos
hablaban el mismo lenguaje: ella le dio clases
de matemáticas(que nunca fueron el fuerte de Einstein),
preparaban juntos sus exámenes y compartían el mismo interés por la
ciencia y por la música. Einstein le escribió en 1900: ?Estoy solo
con todoel mundo, salvo contigo. Qué feliz soy por haberte encontrado
a ti, alguien igual a mí en todos los aspectos, tan fuerte y autónoma
como yo?.
En 1902, Einstein se trasladó a la ciudad
de Berna, Suiza, donde consiguió empleo en una oficina
de patentes. Tras cinco años de convivencia Albert y Mileva
terminaron casándose a comienzos de 1903 y tuvieron su
primerhijo al año siguiente. En sus ratos libres, Einstein
desarrolló, entre otras cosas, la Teoría de la
relatividad especial que habría de
revolucionar la física moderna. Los frutos de su trabajo
fueron publicados en 1905, en la -en aquel entonces- prestigiosa
revista Annalen der Physik.
Un ejemplar de "Anales de la Física"
Cuando se le preguntaba a Mileva por qué no firmaba
los artículos que elaboraba junto a su esposo, su respuesta era:
"Wir sind ein Stein!" (Somos Einstein), que
en alemánsignifica ?somos una piedra?.
Esta es más o menos la historia oficial, la
que todos sabemos; pero se puede ahondar un poco más en la vida
privada del genio, en sus inicios y sobre todo, en la relación con su
primera esposa.
Aunque Mileva fue una sobresaliente matemática,
nuncalogró terminar formalmente sus estudios, en cambio Albert pudo
defender su tesis doctoral en 1905. Para 1908, Einstein
consiguió finalmente un puesto de profesor en la Universidad de
Berna. En cuanto a Mileva, el matrimonio la obligó a abandonar
definitivamente la universidad y la física.
Existen varias cartas del
noviazgo en las que Einstein le pide aclarar
información, debate con ella el por qué desus ideas
de la relatividad (de ella) e inclusive se refiere a ?nuestra teoría?
y le da un trato de colega. A partir de estas evidenciashay
estudiosos que concluyen que
las ideas fundamentales de la teoría de la relatividad fueron de
Mileva Maric, quien no pudo continuar con su carrera puesto que
se hizo cargo del cuidado de los hijos, uno con retraso mental, lo
que desde luego le exigió más cuidados maternales. Incluso ahora se
sabe que engendraron una niña en 1902, antes de casarse,de la cual se sabe muy
poco, sólo que la entregaron en adopción.
Mientras ella cuidaba de sus hijos y
renunciaba a la ciencia, Einstein desde su puesto académico
tuvo el tiemposuficiente para concluir sus estudios y desde
luego para desarrollar la teoría, de la que se sabe ahora, que
elcrédito no era del todo suyo. En esa pareja de físicos alguien
tenía que cuidar a los niños, alguien tenía que lavar y preparar
la comida; y ése fue el papel que Einstein y la
sociedad patriarcal asignaron a Mileva, quien subordinó todas
sus aspiraciones a las necesidades de sus hijos, a los objetivos de
su esposo y puso todos sus conocimientos a su servicio.
Mileva Maric y sus hijos, Albert y Eduardo
"Mi gran Albert ha llegado a ser célebre, físico
respetado por los expertos que se entusiasman por él. Trabaja
incansablemente en sus problemas. Puedo decir que sólo para eso vive.
Tengo que admitir, no sin vergüenza, que para él somos secundarios y
poco importantes", escribía Mileva
a unos amigos. Einstein a su vez admitía:"Nuestra vida en
común se ha vuelto imposible, hasta deprimente, aunque no sé decir
por qué".
Con el paso del tiempo la relación se tornó
disfuncional. Ella ya no le resultaba divertida y tampoco
contaba con el tiempo para aportar nuevas ideas ni
conocimientos. Las ?Reglas de conducta?
que Albert Einstein le impuso por escrito en 1914 son una cruda
muestra de su autoritarismo y, a su vez, del machismo y violencia
sicológica que ejerció en contra de Mileva:
?A. Te encargarás de que:
1. mi ropa esté en orden,
2. que se me sirvan tres comidas regulares al día en mi
habitación,
3. que mi dormitorio y mi estudio estén siempre en orden
y que mi escritorio no sea tocado por nadie, excepto yo.
B. Renunciarás a tus relaciones personales conmigo,
excepto cuando éstas se requieran por apariencias sociales. En
especial no solicitarás que:
1. me siente junto a ti en casa,
2. que salga o viaje contigo.
C. Prometerás explícitamente observar los siguientes
puntos cuanto estés en contacto conmigo:
1. no deberás esperar ninguna muestra de afecto mía ni me
reprocharás por ello,
2. deberás responder de inmediato cuando te hable,
3. deberás abandonar de inmediato el dormitorio o el
estudio y sin protestar cuanto te lo diga.
D. Prometerás no denigrarme a los ojos de los niños,
ya sea de palabra o de hecho.?
Con este tipo de imposiciones obviamente que las cosas
no funcionarían nunca, por lo que los Einstein terminaron separándose
en 1914. Einstein volvió a casarse en 1915 con una de sus
primas, Elsa Einstein,
quien también era divorciada y tenía dos hijas. Esta nueva
relación marital fue como un necesario soplo de vida para el aún
desconocido físico, ya que apenas un año después y con una inusual
lucidez y energía dio a conocer su famosa Teoría General de la
Relatividad que Mileva había preparado.
Elsa Einstein, prima y segunda esposa del genio
Elsa fue la mujer sumisa que Einstein buscaba. En
silencio y total sumisión supo mantenerse a prudente distancia,
dedicada al hogar y facilitándole el trabajo de investigación. Su
doméstica obediencia dio un paso más cuando aceptó organizarle la
agenda y restringirle el número de visitantes que aspiraban hablar
con él, a medida que crecía su fama.
De los hechos se desprende que Einstein nunca
necesitó una esposa sino una secretaria, y que no quiso formar una
pareja científica ni conceder crédito alguno en su teoría a su ex
esposa Mileva. Quizá por eso, de alguna manera le pagó por su
aporte, al otorgarle el dinero que ganó por el Premio Nobel de
Física.
Un detalle bastante revelador aportado por la
feminista alemana Senta Trömel-Plözt es
que, cuando Albert y Mileva se separaron oficialmente en 1919, el
documento del divorcio incluyó una cláusula de que, en caso de
recibir Einstein algún premio por los artículos publicados en 1905 en
los Annalen der Physik, debía entregárselo íntegramente a
Mileva. ¿Tenía la esperanza Mileva que ese trabajo revolucionaría al
mundo? ¿Cómo pudo saberlo si no fue parte del mismo? Es claro
que ella fue la autora del mismo. Fue en los años de su vida
conjunta, hasta 1914, cuando nacieron las obras más importantes de
Einstein, por lo que algunos creen que el papel de su mujer era
significativo y definitivo, sobre todo en matemáticas, materia en la
que alguna vez brilló en su Facultad.
Mileva Maric
Y fue así que en 1921 Albert Einstein ganó el Nobel de
Física por sus publicaciones de 1905, y un año después le entregó la
totalidad del dinero del premio a su ex-esposa. Y también hay que
decirlo: Einstein era un misógino empedernido. Estaba
convencido de que ?muy pocas mujeres son creativas. No enviaría a mi
hija a estudiar física. Estoy contento de que mi segunda mujer no
sepa nada de ciencia?. Decía también que ?la ciencia agría a las
mujeres?, de ahí la opinión que tenía de Marie Curie: ?nunca ha escuchado
cantar a los pájaros?. Aun así, dentro de ese machismo recalcitrante,
fue quien acuñó la célebre frase: ?¡Triste época la nuestra! Es más
fácil desintegrar un átomo que un prejuicio?.
Mileva vivió hasta el último de sus días en Zúrich, en
un apartamento con vista a la facultad en la que estudiaron
juntos. El piso fue comprado justamente con el dinero del Premio
Nobel que debió ganar ella.
Sirva este pequeño retrato de Mileva Maric como
homenaje a esas miles, millones de abnegadas esposas y madres, que han
sacrificado sus sueños, carreras e ideales, porque el instinto
maternal y el amor han sido más fuertes que el estatus.
http://chiwulltun.blogspot.com.es/2012/08/albert-einsten-y-su-esposa-mileva.html