Desde
agosto de 1998 la Universidad de Princeton (EEUU) lleva a cabo un
proyecto que pretende demostrar la relación entre el mundo físico y
la conciencia colectiva humana. El experimento científico se lleva a
cabo mediante una red mundial informática.
En 1979 Robert Jahn, decano de la Escuela de Ingeniería y
Ciencia Aplicada de esta universidad puso en marcha un sistema que
pretendía estudiar científicamente si la mente humana afectaba a
instrumentos mecánicos y físicos. Para ello creó una máquina que
generaba de manera aleatoria un 1 o un 0, y le pedía a una persona
que modificase con su mente el resultado. Como consecuencia, se
conseguía un número alarmantemente alto de unos, dato que no se
podía explicar con el azar. Con la llegada de los años noventa,
científicos de esta Universidad elaboraron la teoría de que todos
los seres humanos estamos unidos por lo que llamaron un “campo de
conciencia” y encaminaron los experimentos de Princeton en esta
dirección. Se bautizaron esta vez como “Proyecto Conciencia Global”,
conocido bajo las siglas inglesas de GCP, que pasó a estar dirigido
por Roger Nelson, Doctor en Psicología Cognitiva Experimental y
profesor en la citada universidad. Para ello, en 1996 pusieron en
funcionamiento cuarenta ordenadores repartidos en todo el mundo -uno
se encuentra en Sevilla-, interconectados por Internet y unidos a
una base de datos global que se revisa a diario. El ordenador
central de nuevo mandaba ceros y unos aleatorios. Según la teoría de
la probabilidad, se obtendría un porcentaje similar de ceros y unos.
Sin embargo, las máquinas dieron en momentos específicos largas
series de unos o ceros todas a la vez. Esto fue lo que sucedió el
11-S, cuatro horas antes de que el primer avión se estrellase contra
las Torres Gemelas de Nueva York, y volvió a repetirse antes de los
atentados del 11 M en Madrid y el 11 J en Londres. Estas cifras
inexplicables según la teoría de probabilidad, se registraron
también 24 horas antes del tsunami de 2004, y en acontecimientos
emotivos para la humanidad como los entierros de la princesa Diana,
la madre Teresa de Calcula y Juan Pablo II. Lo mismo sucede cada
Nochebuena y Fin de Año.
Cuatro horas antes de que
el primer avión se estrellase contra las Torres Gemelas se
registró una “señal”. Lo mismo sucedió antes de los atentados en
Madrid y Londres, y 24 horas antes del tsunami del
2004. En nuestro país el fenómeno ha sido estudiado por los
periodistas Ángel Gutiérrez y David Zurdo, que se han basado en el
Proyecto para escribir el libro La Señal (Plaza & Janés). Este
último -ingeniero técnico y licenciado en Ciencias Físicas-considera
que el GCP “es la investigación, rigurosamente científica, más
sorprendente y desconcertante del panorama actual. Salvo que todo
fuese un fraude -cosa que me parece impensable-, la estadística nos
muestra que no puede tratarse de meras casualidades. Los detractores
afirman que los resultados podrían ser eso, simples coincidencias.
Pero sucede que las propias matemáticas son capaces de
autoevaluarse, y esa opción queda excluida”.
Nuevos
planteamientosHasta aquí el experimento. Pero,
¿qué preguntas surgen de él? Lo primero que llama la atención es
el sistema empleado, lo que presupone que los ordenadores son
“sensibles” a las mentes y/o emociones humanas. Esta premisa es
difícil de asimilar para quienes ven el mundo puramente físico, pero
indudablemente las máquinas se ven alteradas por “algo” en todo el
planeta en momentos concretos y a la vez. La cuestión abre un amplio
campo de experimentación en la vida cotidiana y genera múltiples
temas de reflexión en torno a cómo mi estado de ánimo afecta al
ordenador que empleo o los electrodomésticos que me rodean. Muchos
detractores del Proyecto encuentran en este punto uno de los fallos,
pero conviene saber que estas centrales que recogen datos no se
encuentran en casa de ningún friki, sino que están a cargo de
científicos e investigadores de distintas universidades o centros de
estudio de medio mundo. La segunda y obligada pregunta es
plantearse qué señales recogen esas máquinas. Evidentemente, son
humanas, ya que el mecanismo ha sido probado con personas y se sabe
que son ellas las que lo pueden alterar. La duda es saber si lo que
las pone en funcionamiento son las emociones o los
pensamientos. Y casi unida a esta cuestión, se presenta la
tercera: puesto que sucede en todo el mundo, se puede deducir
que en algún punto intangible todas las personas están conectadas y
las máquinas lo único que hacen es captar esa corriente. Es lo que
ya se llama “conciencia colectiva global”. Eso indica que nuestros
pensamientos no son sólo nuestros, influyen en el entorno, se
entremezclan con los de los demás. El ser consciente de este hecho
“posiblemente haría que nadie fuera tan egoísta ni se preocupase
sólo de su propio beneficio”, reflexiona Zurdo.
“El Proyecto Conciencia
Global es la investigación, rigurosamente científica, más
sorprendente y desconcertante del panorama actual. La estadística
nos muestra que no puede tratarse de meras casualidades”.
David Zurdo, científico y
periodista. La cuarta es que las máquinas se
adelantan al acontecimiento, lo que indica que hay una premonición,
un adelanto al hecho que va a suceder. Para explicar esto, también
se baraja la teoría de que más que una premonición nos encontremos
ante instintos primarios olvidados. Recordemos por un momento el
tsunami de 2004, y el hecho sorprendente de que apenas murieron
animales, a los que se les vio escapar hacia el interior de las
islas los días previos a la catástrofe. Su naturaleza conectada a la
tierra les “avisó” de que algo se avecinaba. La cuestión que se pone
sobre la mesa es saber si nosotros tenemos los mismos instintos, que
hemos ocultado bajo la ruidosa burbuja en la que vivimos -desde
nuestra propia mente, a nuestro entorno-. En resumen, para Zurdo el experimento “demuestra que
hay realidades que se escapan a nuestra actual capacidad de
comprensión o conocimiento. Sería aventurado afirmar qué es lo que
afecta a los ordenadores, pero está claro que se trata de alguna
fuerza inaprensible y desconocida que nos une de algún modo a unos
seres humanos con otros”.
Una posible explicación: la
conciencia cuánticaFilósofos y científicos de
diversas ramas tienen teorías que pueden explicar o arrojar luz
sobre qué puede registrar este experimento. La mayoría de ellas se
enmarcan en la física cuántica, una sección de la ciencia que
estudia el mundo microscópico, determinado por leyes diferentes a
las que rigen en el mundo macroscópico. La física cuántica cambia
nuestra percepción del tiempo y el espacio, ya que por ejemplo ha
demostrado que partículas separadas por enormes distancias siguen
interactuando entre sí, unidas por una red invisible. Una de las
científicas cuánticas más influyentes, Dana Zohar, ha escrito
incluso trabajos en los que desarrolla su idea de la conciencia
cuántica. Para Zohar, esta conciencia parte de la unión de todos los
sistemas cuánticos -en este caso, personas-. En los sistemas
cuánticos la naturaleza de sus elementos constitutivos (como puede
ser la conciencia) no se encuentra en cada individuo por sí mismo,
sino que es una propiedad que surge parcialmente de la relación, de
la suma entre todos ellos. La conciencia no es una característica de
los individuos por sí mismos, sino de la suma de ellos. Desde este
modelo, para acceder a la conciencia, se pierde la individualidad de
las partes. La teoría puede aplicarse tanto en sistemas sociales,
como en personas o en neuronas; de lo grande a lo pequeño, y
viceversa.
“La investigación real
para el futuro es desarrollar un modelo que permita localizar el
foco de una 'señal', y evaluar el momento en que ocurrirá. Nunca
se podría saber qué va a suceder, pero sí dónde y cuándo”.
David Zurdo, científicos y
periodista. El propio Nelson, que dirige el
Proyecto Conciencia Global afirma que el experimento se vincula con
la física cuántica y considera que la conciencia global puede ser
una extensión de nuestra propia conciencia individual. Igual que
nuestro cerebro funciona por la interacción de millones de neuronas,
la conciencia global se basa en la relación entre los millones de
humanos que habitamos el planeta. David Zurdo comparte la opinión de
Nelson de que somos “neuronas de una conciencia global”, lo cual
completa con la siguiente declaración: “cada uno de nosotros es un
ente individual, con sueños, anhelos, miedos o pasiones; pero además
componemos globalmente una realidad más grande que nos integra a
todos”. En ese sentido, la física cuántica rompe con la física
newtoniana que razona diseccionando y separando las unidades; para
esta nueva corriente es imprescindible ver los sistemas como un todo
porque la suma de las partes es más que ellas, trae nuevas
capacidades, como la conciencia global a la que nos referimos.
El futuro del
proyectoHasta el momento, el Proyecto
Conciencia Global capta una señal -anomalía en la generación de
datos- con un poco de antelación, que va desde días, a horas o unos
pocos minutos. En todo el mundo las alarmas se disparan a la vez y
los integrantes del proyecto saben que algo “grande” -no
necesariamente negativo ni catastrófico- va a suceder. Para la
ciencia ficción el futuro del experimento sería saber qué, cuándo y
dónde va a tener lugar el hecho. Pero la realidad que se baraja en
el proyecto tiene los pies en la tierra. Zurdo, que ha hablado en
repetidas ocasiones con Nelson, afirma que “la investigación real
para el futuro es desarrollar un modelo que permita localizar el
foco de una 'señal', y evaluar el momento en que ocurrirá. Nunca se
podría saber qué va a suceder, pero sí dónde y cuándo”.
Nelson, que dirige el
Proyecto Conciencia Global, afirma que el experimento se vincula
con la física cuántica y considera que la conciencia global puede
ser una extensión de nuestra propia conciencia
individual. Mientras ello avanza, es indudable
que saber que todos estamos conectados por hilos invisibles puede
cambiar ya nuestra percepción de nosotros mismos y el mundo que nos
rodea. El sabernos unidos a los demás seres humanos es un buen punto
de partida para un giro en nuestra vida. Porque si esto tiene lugar
sin que le prestemos atención, ¿podría cambiar si actuásemos siendo
conscientes de que repercutimos en toda la especie, tanto mental
como emocionalmente? Δ

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