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Traducción y presentación de José Luis López Bulla. España, julio del 2008
Rita Levi-Montalcini, la importante
neurobióloga y Premio Nóbel de Medicina, encabeza un importante
manifiesto contra el racismo. A sus noventa y nueve años, ahí está al
pie de la idea y en el tajo de la solidaridad. A sus pies, señora. Este
blog se honra en reproducir el manifiesto. (A tí, lector: no te importe
copiarlo y reproducirlo).
I. Las razas humanas no existen. La existencia de
las razas humanas es una abstracción que se deriva de una falsa
interpretación de pequeñas diferencias físicas, que nuestros sentidos
perciben, erróneamente asociadas a diferencias "psicológicas" e
interpretadas sobre la base de prejuicios seculares. Estas abstractas
subdivisiones, fundadas en la idea de que los humanos constituyen grupos
biológica y hereditariamente muy distintos son puras invenciones que
siempre se han utilizado para clasificar arbitrariamente hombres y
mujeres en "mejores" y "peores" y, de esta manera, discriminar a los
últimos (siempre los más débiles), después de haberles achacado que son
la clave de todos los males en todos los momentos de crisis.
II. La humanidad no está formada
por grandes y pequeñas razas. Es, sin embargo y ante todo, una red de
personas vinculadas. Es verdad que los seres humanos se juntan en grupos
de individuos, comunidades locales, etnias, naciones y civilizaciones.
Pero esto no sucede porque tengan los mismos genes sino porque comparten
historias de vida, ideales y religiones, costumbres y comportamientos,
formas y estilos de vida, incluso culturales. Las agrupaciones nunca son
estables a partir de los DNA idénticos; al contrario, están sujetas a
profundos cambios históricos: se forman, se transforman, se mezclan, se
fragmentan y se disuelven con una rapidez incompatible con los tiempos
exigidos por los procesos de selección genética.
III. El concepto de raza no tiene
significado biológico en la especie humana. El análisis de los DNA
humanos ha demostrado que la variabilidad genética en nuestra especie
-menores que las de nuestros "primos", los chimpancés, gorilas y
orangutanes- está representado sobre todo por diferencias entre personas
de la misma población, mientras que son menores las diferencias entre
poblaciones y continentes diversos. Los genes de dos individuos de la
misma población son, como promedio, ligeramente más similares entre
ellos que las de aquellas personas que viven en continentes diversos.
Precisamente a causa de estas reducidas diferencias entre poblaciones
incluso los científicos racistas nunca definieron cuántas razas
constituyen la especie humana, estableciendo unas estimaciones que
oscilan entre dos y doscientas razas.
IV. Está ya consolidado el
carácter falso, construido y pernicioso, del mito racista, de la
identificación de la "raza aria" con la imagen de un pueblo belicoso,
vencedor, "puro" y "noble" con una buena parte de Europa, India y Asia
central como patria y una lengua que en teoría está en la base de las
lenguas indo-europeas. Bajo el perfil histórico, resulta extremadamente
difícil identificar a los arios, en tanto que pueblo, y la noción de
familia lingüística indo-europea que deriva de una clasificación
convencional. Por el contrario, los modernos datos arqueológicos indican
que Europa fue poblada en el Paleolítico por una población de origen
africano y en el Neolítico se sobrepusieron otros inmigrantes
provenientes del Próximo Oriente. El origen de los italianos actuales
viene de los mismos inmigrantes africanos y meridionales que constituyen
hoy el tejido perennemente vivo de Europa. A pesar de ello la dramática
originalidad del racismo fascista se debe al aliado nazi la
identificación incluso de los italianos con los "arios".
V. Es una leyenda que los sesenta
millones de italianos de hoy desciendan de familias que habitaron la
Italia de hace un milenio. Los mismos romanos construyeron su imperio
acogiendo a personas de diversas procedencias, dándoles el estatus de
cives romanos. Los fenómenos de mestizaje cultural y social, que
caracterizaron la historia de toda la península -pero también los
griegos, judíos, africanos, hispanos y los considerados como "bárbaros"-
produjeron la híbrido que llamamos cultura italiana. Durante siglos,
los italianos -aunque dispersos en el mundo y viviendo en una Italia de
pequeños Estados- continuaron identificándose y fueron identificados con
esta cultura global y variada, humanística y científica.
VI. No existe una raza italiana,
sólo existe un pueblo italiano. Italia se unificó como Nación sólo en
1860. Hoy varios millones de italianos, en el pasado emigrantes y con
frecuencia concentrados en ciudades y barrios extranjeros, se consideran
y son italianos. Una de nuestras mayores riquezas es la de haberse
mezclado con tantos pueblos y haber intercambiado sus culturas,
"cruzándose" física y culturalmente. Atribuir a una inexistente "pureza
de sangre" la "nobleza" de la "Nación", significa reducir la
homogeneidad de una supuesta componente biológica y a los habitantes
actuales del territorio italiano un patrimonio milenio y extendido de
culturas.
VII. El racismo es simultáneamente
homicida y suicida. Los imperios se convirtieron en tales gracias a la
convivencia de pueblos y culturas diversas, y se colapsaron cuando se
fragmentaron. Así ha ocurrido y sucede en las naciones con las guerras
civiles y cuando, para enfrentarse a las crisis, tomaron a las minorías
como chivos expiatorios. El racismo es suicida porque no sólo golpea a
los que pertenecen a pueblos distintos sino a los mismos que lo
practican. La tendencia al odio indiscriminado que lo alimenta se
extiende por contagio de ideas a toda alteridad externa o extraña con
respecto a una definición cada vez más estrecha de la "normalidad".
Agrede a quienes están "fuera de la raya", los "locos", los "pobres de
espíritu", los gays y lesbianas, los poetas, los artistas, los
escritores alternativos, todos los que no son homologables a tipologías
humanas estandard, aunque sean quienes permiten realmente a la humanidad
cambiar continuamente y vivir. Todo sistema viviente se mantiene tal si
sólo es capaz de cambiar, y nosotros, los seres humanos, cambiamos cada
vez menos con los genes y siempre más con los inventos de nuestros
"benévolamente desordenados" cerebros.
VIII. El racismo discrimina, niega
las relaciones, introduce amenazas en los pensamientos y
comportamientos diversos. Para los defensores de la raza italiana,
África aparece como una amenaza pavorosa y el Mediterráneo es el mar
que, simultáneamente, separa y une. Por esto, los racistas sostienen que
no existe una "común raza mediterránea". Para rechazar todavía más a
África, los científicos racistas levantan una barrera contra "semitas" y
"camitas", que son con los que podemos entrar más fácilmente en
contacto. La ciencia a señalado que uno existe una clara distinción
genética entre los mediterráneos de Europa (occientales) y los de otra
parte, orientales y africanos. Desde el punto de vista paleontológico y
genético, están absolutamente demostradas las teorías que sostienen el
origen africano de los pueblos de la tierra, comprendidos todos en una
única raza.
IX. Los judíos italianos son
simultáneamente judíos e italianos. Los judíos, como todos los pueblos
migrantes (nadie emigra a partir de una libre opción, sino que muchos lo
son por necesidad) se han esparcido por el Mundo y han formado parte de
diversas culturas, manteniendo a la vez su propia identidad de pueblo y
religión. Así sucedió, por ejemplo, con los armenios, con los mismos
italianos emigrantes y así está ocurriendo con los migrantes de ahora:
africanos, filipinos, chinos, árabes de diversos países, pueblos
pertenecientes al Este europeo o a Sudamérica, etc. Todos estos pueblos
tuvieron la dolorosa necesidad de emigrar, pero también la suerte -en
los mejores casos- de enriquecerse uniendo su cultura a la de quienes
les dieron hospitalidad, enriqueciéndose igualmente, sin anular, cuando
fue posible, ni la una ni la otra.
X. La ideología racista está
basada en el temor de la "alteración" de la propia raza, aunque ser
"bastardos" represente un bien. Es totalmente ciega con respecto al
hecho de que muchas sociedades reconozcan que casarse fuera, incluso con
los propios enemigos, está bien porque saben que las alianzas son más
preciosas que las barreras. Por lo demás, en los humanos los caracteres
físicos se alteran mucho más por las condiciones de vida que por la
selección, ya que las características psicológicas de los individuos y
los pueblos no están escritos en sus genes. El mestizaje cultural es la
base fundante de la esperanza de progreso que se deriva de la
constitución de la Unión Europea. Una Italia racista que se fragmentase
en "etnias" separadas, como ha ocurrido en la ex Yugoeslavia, sería
devastada y devastante ahora y en el futuro.
Las consecuencias del racismo son realmente
epocales: significan la pérdida de cultura y de plasticidad, homicidio y
suicidio, de fragmentación e implosión, incontrolables porque están
originadas por la repulsa indiscriminada hacia quienes se consideran los
"otros" y no "nosotros".
Firmantes
Rita Levi Montalcini. Neurobióloga. Premio Nobel de Medicina.
Enrico Alleva, Docente di Etologia, Istituto Superiore di Sanità,
Roma Guido Barbujani, Docente di Genetica di popolazioni, Università
Ferrara
Marcello Buiatti, Docente di Genetica, Università di Firenze
Laura dalla Ragione, Psichiatra e psicoterapeuta, Perugia
Elena Gagliasso, Docente di Filosofia e Scienze del vivente, Università La Sapienza , Roma
Massimo Livi Bacci, Docente di demografia, Università di Firenze
Alberto Piazza, Docente di Genetica Umana, Università di Torino
Agostino Pirella, Psichiatra, co-fondatore di Psichiatria democratica, Torino
Francesco Remotti, Docente di Antropologia culturale, Università di Torino
Filippo Tempia, Docente di Fisiologia, Università di Torino
Flavia Zucco, Dirigente di Ricerca, Presidente Associazione Donne e Scienza, Istituto di Medicina molecolare, CNR , Roma
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