BYRON KATIE:
Byron
Kathleen Reid, una empresaria y madre que vive en el alto desierto del sur
de California, sufrió una severa depresión después de cumplir los treinta
años. Durante un periodo de diez años, su depresión se agudizó y Katie (como
le dicen) se pasó cerca de dos años casi incapaz de salir de su cama y
obsesionada con la idea del suicidio. De repente una mañana, desde las
profundidades de la desesperación, experimentó una revelación que cambió su
vida. Katie percibió que cuando pensaba que algo debería ser diferente de
cómo era (“Mi marido debería quererme más,” “Mis hijos deberían
apreciarme,”) ella sufría, y que cuando
no creía
en estos pensamientos, se sentía en paz. Comprendió que lo que causaba su
depresión no era el mundo alrededor suyo, sino las creencias que ella tenía
respecto a ese mundo. En un repentino despertar interior, Katie vio que
nuestro esfuerzo por encontrar la felicidad estaba enrevesado: en vez de
intentar cambiar el mundo para ajustarlo a nuestros pensamientos de cómo
“debería” ser, podemos cuestionar estos pensamientos y, mediante el
encuentro con la realidad como es, experimentar una libertad y un gozo
inimaginables. Katie desarrolló un método sencillo y sin embargo poderoso de
indagación, llamado The Work, que rendía practicable esta transformación.
Como resultado, una mujer deprimida y con tendencias suicidas se llenó de
amor por todo lo que la vida le aporta.
Esta
revelación de Katie coincide con las últimas investigaciones de la
psicología cognitiva, y The Work se ha comparado al diálogo socrático, las
enseñanzas budistas y los programas de doce pasos. Sin embargo, Katie
desarrolló su propio método sin conocimiento alguno de religión ni
psicología. The Work se basa totalmente en la experiencia directa de una
mujer respecto a cómo se crea el sufrimiento y cómo se le pone fin. Es
asombrosamente sencillo, accesible a personas de todas las edades y
procedencias, y no requiere más que pluma, papel y una mente abierta. Katie
comprendió desde un principio que aportar a las personas sus respuestas o
percepciones era de poco valor; en vez de eso, les ofrece un proceso
mediante el cual las personas pueden encontrar sus
propias respuestas.
Las
primeras personas que se sometieron a The Work reportaron que había
transformado su vida, y al poco tiempo Katie comenzó a recibir invitaciones
para enseñar este proceso al público en general. Desde 1986 ha presentado
The Work ante cientos de miles de personas en más de treinta países
alrededor del mundo. Además de eventos públicos, ha presentado su Trabajo a
corporaciones, universidades, escuelas, iglesias, prisiones y hospitales. El
gozo y sentido de humor de Katie inmediatamente desarman a la gente, y las
revelaciones profundas y los descubrimientos que experimentan los
participantes redundan en eventos emocionantes (siempre se proveen pañuelos
desechables).
Desde
1998, Katie ha dirigido La Escuela para The Work, un currículo de nueve días
de ejercicios que se ofrece varias veces al año en diferentes localidades.
La Escuela está aprobada como proveedor de créditos para unidades de
educación continuada, y muchos psicólogos, consejeros, y terapeutas reportan
que The Work se ha integrado como parte importante de sus prácticas. Katie
también dirige una Limpia Mental de Año Nuevo: un programa de cinco días de
cuestionamiento continuo que tiene lugar al sur de California al final de
diciembre, y ofrece intensivos de fin de semana o “mini-escuelas” en
ciudades principales. También existen cintas de audio y video de Katie
facilitando The Work sobre una amplia gama de temas (sexo, dinero, el
cuerpo, la crianza de los hijos) que están a la disposición de quien quiera
tanto en sus eventos como en su página web.
En
marzo de 2002, Crown Harmony (traducción, editorial Urano, 2002) publicó el
primer libro de
Únicamente
sufrimos cuando creemos un pensamiento que está en desacuerdo con lo que es.
Cuando la mente está perfectamente clara, lo que es, es lo que queremos. Si
quieres que la realidad sea diferente de lo que es, podrías intentar
enseñarle a ladrar a un gato y obtendrías el mismo resultado. Puedes
intentarlo una y otra vez, y al final, el gato te mirará y volverá a decir:
«Miau». Desear que la realidad sea diferente de lo que es, es un deseo
imposible de satisfacer. Y aun así, si prestas atención> advertirás que
tienes pensamientos de este tipo docenas de veces al día: «La gente debería
ser más amable», «Debería enseñarse a los niños a comportarse bien», «Mis
vecinos deberían cuidar mejor su césped», «La cola del supermercado debería
avanzar más deprisa», «Mi mujer (o mi marido) debería estar de acuerdo
conmigo», «Debería estar más delgada (o ser más guapa o tener más éxito)».
Estos pensamientos constituyen distintas maneras de querer que la realidad
sea diferente de lo que es. Si te parece que esto suena deprimente, estás en
lo cierto. Toda la tensión que sentimos se origina en nuestras discusiones
con lo que es. Personas aún no familiarizadas con The Work me dicen a
menudo: «Pero si renunciase a mi discusión con la realidad perdería parte de
mi poder. Si simplemente acepto la realidad, seré pasiva. Quizás incluso
pierda el deseo de actuar». Yo les contesto con una pregunta: «¿Tienes la
absoluta certeza de que eso es verdad?». «Ojalá no hubiese perdido mi
trabajo» o «He perdido mi trabajo; ¿qué puedo hacer ahora?»: ¿Qué es lo que
te da más poder?
The
Work revela que lo que piensas que no debería haber sucedido sí debería
haber sucedido. Debería haber sucedido porque así fue y ningún pensamiento
del mundo puede cambiarlo. Eso no quiere decir que lo toleres ni que lo
apruebes. Sólo significa que eres capaz de ver las cosas sin resistencia y
sin la confusión de tu lucha interior. Nadie quiere que sus hijos enfermen,
nadie quiere ser víctima de un accidente de coche; pero cuando estas cosas
ocurren, ¿de qué forma podría ayudar discutir mentalmente con ellas? Sabemos
que no tiene sentido, y sin embargo, lo hacemos porque no sabemos cómo dejar
de hacerlo.
Soy
una amante de lo que es, no porque sea una persona espiritual, sino porque,
cuando discuto con la realidad, sufro. Podemos saber que la realidad está
bien tal como es porque, cuando discutimos con ella, sentimos tensión y
frustración. No nos sentimos normales ni equilibrados. Cuando dejamos de
oponernos a la realidad, la acción se convierte en algo sencillo, fluido,
amable y seguro.
Sólo
puedo encontrar tres tipos de asuntos en el universo: los míos, los tuyos y
los de Dios. (Para mí, la palabra Dios significa «realidad». La realidad es
Dios, porque gobierna. Todo lo que escapa a mi control, al tuyo y al de
cualquier otra persona es lo que yo denomino «los asuntos de Dios».) Buena
parte de nuestras tensiones proviene de vivir mentalmente fuera de nuestros
asuntos. Cuando pienso: «Necesitas encontrar un trabajo, quiero que seas
feliz, deberías ser puntual, necesitas cuidar mejor de ti mismo», me estoy
inmiscuyendo en tus asuntos. Cuando me preocupo por los terremotos, las
inundaciones, la guerra o la fecha de mi muerte, me estoy inmiscuyendo en
los asuntos de Dios. Si mentalmente estoy metida en tus asuntos o en los de
Dios, el efecto es la separación. Fui consciente de esto hace tiempo, en
1986. Cuando, por ejemplo> me inmiscuía mentalmente en los asuntos de mi
madre con pensamientos del tipo: «Mi madre debería comprenderme»,
experimentaba de inmediato un sentimiento de soledad. Y comprendí que
siempre que me he sentido herida o sola, he estado inmiscuida en los asuntos
de otra persona.
Si
tú estás viviendo tu vida y yo estoy viviendo mentalmente tu vida, ¿quién
está aquí viviendo la mía? Los dos estamos ahí. Ocuparme mentalmente de tus
asuntos me impide estar presente en 3 los míos. Me separo de mí misma y me
pregunto por qué razón mi vida no funciona. Pensar que yo sé lo que es mejor
para los demás es estar fuera de mis asuntos. Incluso en nombre del amor, es
pura arrogancia y el resultado es la tensión, la ansiedad y el miedo. ¿Sé lo
que es adecuado para mí? Ese es mi único asunto. Permíteme trabajar en eso
antes de tratar de resolver tus problemas por ti.
Si
comprendes los tres tipos de asuntos lo bastante para ocuparte de los tuyos
propios, este conocimiento puede liberar tu vida de una manera que ni
siquiera eres capaz de imaginar. La próxima vez que sientas tensión o
incomodidad, pregúntate de quién son los asuntos en los que te ocupas
mentalmente, ¡y quizás estalles en carcajadas! Esa pregunta puede devolverte
a ti mismo. Tal vez llegues a descubrir que, en realidad, nunca has estado
presente y que te has pasado toda la vida viviendo mentalmente en los
asuntos de otras personas. Y si practicas durante un tiempo, quizá descubras
que en realidad no tienes ningún asunto y que tu vida funciona perfectamente
por sí misma
Un
pensamiento resulta inofensivo a menos que nos lo creamos. No son nuestros
pensamientos,
sino
nuestro apego a ellos, lo que origina nuestro sufrimiento. Apegarse a un
pensamiento significa creer que es verdad sin indagar en él. Una creencia es
un pensamiento al que hemos estado apegados, a menudo durante años. La
mayoría de la gente cree que «es» lo que sus pensamientos dicen que es. Un
día advertí que no estaba respirando: me estaban respirando. Entonces
también advertí, con gran sorpresa, que no estaba pensando: que, en
realidad, estaba siendo pensada y que pensar no es personal. ¿Te despiertas
por la mañana y te dices: «Creo que hoy no voy a pensar»? Es demasiado
tarde: ¡ya estás pensando! Los pensamientos sencillamente aparecen.
Provienen de la nada y vuelven a la nada, como nubes que se mueven a través
de un cielo vacío. Están de paso, no han venido para quedarse. No son
perjudiciales hasta que nos apegamos a ellos como si fueran verdad. Nadie ha
sido capaz, jamás, de controlar su pensamiento, aunque la gente cuente la
historia de cómo lo ha conseguido. No dejo que mis pensamientos se marchen:
me enfrento a ellos con comprensión. Son ellos los que me dejan marcharme a
mí.
Los
pensamientos son como la brisa o las hojas en los árboles o las gotas de
lluvia que caen. Aparecen del mismo modo, y a través de la indagación,
podemos entablar amistad con ellos. ¿Discutirías con una gota de lluvia? Las
gotas de lluvia no son personales, como tampoco lo son los pensamientos. Una
vez que te has enfrentado a un concepto doloroso con comprensión, la próxima
vez que aparezca quizá te resulte interesante. Lo que solía ser una
pesadilla ahora es sólo algo interesante. La siguiente vez que aparezca, tal
vez te resulte divertido. Y la siguiente vez, quizá ni siquiera lo
adviertas. Este es el poder de amar lo que es.
Pon la mente en el papel
El
primer paso de The Work consiste en escribir tus juicios sobre cualquier
situación estresante de tu vida pasada, presente o futura: una persona que
te desagrada o te preocupa, una situación que te provoca enfado, miedo o
tristeza, o alguien ante quien sientes ambivalencia o confusión. Escribe tus
juicios tal como los piensas. (Utiliza una hoja de papel en blanco; también
puedes encontrar en el sitio web http://www.thework.org, en la sección
denominada «Do The Work» [«Haz The Work»], una «Hoja de Trabajo para juzgar
a tu prójimo» [Judge-Your-Neighbour Worksheet] que puedes balarte e
imprimir.) Durante miles de años, nos han enseñado a no juzgar; pero, seamos
sinceros, de todos modos lo hacemos sin parar. La verdad es que todos
tenemos siempre juicios en la cabeza. A través de The Work tenemos permiso,
finalmente, para expresar esos juicios, v hasta 4 «gritarlos», en el papel.
Tal vez descubramos que es posible enfrentarse incluso a los pensamientos
más desagradables con un amor incondicional. Te animo a que escribas sobre
alguien a quien no hayas perdonado totalmente. Este es el lugar más eficaz
por donde empezar. Aun cuando hayas perdonado a esa persona en un 99 por
ciento, no serás libre hasta que tu perdón sea completo. Ese 1 por ciento
que no has perdonado es precisamente el lugar en el que te has atascado con
el resto de tus relaciones (incluida la relación contigo mismo).
Si
empiezas por dirigir el dedo acusador hacia fuera, entonces el centro de
atención no recaerá en ti. Sencillamente te soltarás sin censurarte. Con
frecuencia estamos bastante seguros sobre lo que
otras personas necesitan hacer, cómo deberían vivir y con quién deberían
estar. Cuando se trata de otras personas, tenemos una visión clara, pero no
sucede lo mismo con nosotros mismos. Al realizar The Work, comprendes quién
eres porque ves quiénes crees que otras personas son. Con el tiempo, llegas
a ver que todo lo que está fuera de ti es un reflejo de tu propio
pensamiento.
Eres
el narrador de la historia, el proyector de todas las historias, y el mundo
es la imagen proyectada de tus pensamientos.
Desde
el principio de los tiempos, la gente ha intentado cambiar el mundo a fin de
ser feliz. Esto nunca ha funcionado porque aborda el problema en el orden
contrario. The Work nos brinda un medio para cambiar el proyector -la mente-
en lugar de lo proyectado. Es como cuando hay un fragmento de polvo en la
lente de un proyector. Creemos que hay una imperfección en la pantalla e
intentamos cambiar a quienquiera que sea sobre quien recaiga la
imperfección. Pero intentar cambiar las imágenes proyectadas constituye un
esfuerzo fútil. Una vez que comprendemos dónde está la mota de polvo,
podemos limpiar la lente. Esto constituye el fin del sufrimiento y el
principio de la dicha en el paraíso.
Cómo escribir en la Hoja de Trabajo
Te
invito a que juzgues, a que seas duro, infantil, mezquino. Escribe con la
espontaneidad de un niño que está triste, enfadado, confundido o asustado.
No intentes ser sensato, espiritual o amable.
Este
es un momento para ser totalmente sincero y no censurar tus sentimientos.
Permite que se expresen a sí mismos sin temor a las consecuencias o a las
amenazas de castigo. Seguidamente encontrarás un ejemplo de una <<Hoja
de Trabajo para juzgar a tu prójimo>> ya escrita. En este ejemplo he
escrito sobre mi segundo marido, Paul (incluido aquí con su permiso). Estos
son los tipos de pensamientos que solía tener sobre él antes de que mi vida
cambiase. Te invito a que, a medida que leas, reemplaces el nombre de Paul
por el de la persona de que se trate en tu vida.
1.¿Quién
provoca tu enfado o tu tristeza o te decepciona? ¿Qué es lo que no te
gustaba o todavía no te gusta de esta persona? No me gusta (estoy enfadada
con, o triste, asustada, confundida, etc., a causa de) (nombre)
Paul
porque
no
me escucha.
Estoy
enfadada con él porque no me valora.
No
me gusta Paul porque discute por todo lo que digo.
2.
¿Cómo quieres que cambie? ¿Qué quieres que haga? Quiero que (nombre)
Paul
me brinde toda su atención. Quiero que me ame completamente Quiero que esté
de acuerdo conmigo Quiero que haga más ejercicio.
3.¿Qué
es lo que debería o no debería hacer, ser, pensar o sentir? (Nombre)
Paul
no debiera ver
tanta
televisión. Debería dejar de fumar. Debería decirme que me ama. No debería
ignorarme.
4.¿Necesitas
algo de esa persona? ¿Qué tiene que darte o hacer para que seas feliz?
Necesito que (nombre) Paul
me escuche. Necesito que deje de mentirme. Necesito que comparta sus
sentimientos conmigo y que esté emocionalmente disponible. Necesito que sea
amable y tierno y que tenga paciencia.
5.¿Qué
piensas de esa persona? Haz una lista. (Nombre) Paul
no es sincero Es temerario e infantil. Se cree que para él no valen las
reglas. No es nada compasivo y nunca está disponible. Es un
irresponsable.
6.¿Qué
es lo que no quieres experimentar nunca más con esa persona, cosa o
situación? No quiero nunca más o me niego a vivir
con Paul si no cambia. No quiero volver a discutir nunca más con él. No
quiero que me vuelva a mentir jamás.
1.
¿Es eso verdad?
2.
¿Tienes la absoluta certeza de que eso es verdad?
3.
¿Cómo reaccionas cuando tienes ese pensamiento?
4.
¿Quién serías sin ese pensamiento?
Responde
a estas cuatro preguntas y luego invierte tus respuestas. Ahora, utilizando
las cuatro preguntas, investiguemos la primera afirmación del punto 1 del
ejemplo: No
me gusta Paul porque no me escucha. A
medida que leas, piensa en alguien a quien todavía no hayas perdonado del
todo.
1.
¿Es eso verdad? Pregúntate:
«¿Es verdad que Paul no me escucha?». Permanece en calma. Si realmente
quieres saber la verdad, la respuesta a esa pregunta aparecerá. Permite que
la mente haga la pregunta y espera a que emerja la respuesta.
2.
¿Tienes la absoluta certeza de que eso es verdad? Considera
estas preguntas: «¿Tengo la absoluta certeza de que es verdad que Paul no me
escucha? ¿Puedo saber realmente si una persona está escuchando o no? ¿Acaso
en ocasiones aunque parezca que no estoy escuchando sí lo estoy
haciendo?».
3.
¿Cómo reaccionas cuando tienes ese pensamiento? ¿Cómo
reaccionas cuando piensas que Paul no te escucha? ¿Cómo le tratas? Haz una
lista. Por ejemplo: «Le lanzo "mi mirada". Le interrumpo. Le castigo no
prestándole atención. Empiezo a hablar más rápido y más fuerte e intento
forzarlo a que me escuche». Continúa haciendo tu lista, y a medida que vayas
profundizando en tu interior, observa cómo te tratas a ti misma en esa
situación y cómo te sientes. «Me encierro en mí misma. Me aíslo. Como y
duermo mucho y me quedo mirando la televisión durante días. Me siento
deprimida y sola.» Advierte todos los efectos que provoca pensar: «Paul no
me escucha».
4.
¿Quién serías sin ese pensamiento? Ahora
considera quién serías si no fueses capaz de pensar: «Paul no me escucha».
Cierra los ojos e imagina que él no te está escuchando. Imagínate que no
tienes el pensamiento de que Paul no te escucha (ni siquiera el de que
debería escucharte).
Tómate
el tiempo que necesites. ¿Qué es lo que ves? ¿Cómo te sientes?
Haz
la inversión. La
afirmación original: «No me gusta Paul porque no me escucha», al invertirla,
podría transformarse en: «No me gusto a mí misma porque no escucho a Paul».
¿Es eso verdad para ti? ¿Escuchas a Paul cuando piensas que él no te
escucha? Busca otros ejemplos de cómo no escuchas. Otra inversión que podría
ser igual de verdadera, o incluso más, es: «No me gusto porque no me escucho
a mí misma». Cuando estás pensando en lo que Paul debería hacer, ¿te estás
escuchando a ti misma? ¿Pones en espera tu propia vida cuando crees que él
debería estar escuchando? ¿Puedes oír cómo le hablas a Paul cuando crees que
debería escucharte?` Tras haber reflexionado sobre estas inversiones,
continúa haciendo una indagación típica con la siguiente afirmación del
punto 1 de la Hoja de Trabajo de ejemplo -Estoy
enfadada con él porque no me valora-, y
después haz lo mismo con el resto de las afirmaciones que aparecen en esa
hoja.
Hacer cuatro preguntas Después, invertir
Ahora
sabes lo suficiente para tratar de realizar The Work. En primer lugar,
escribe tus pensamientos en un papel. Todavía no ha llegado el momento de
indagar con las cuatro preguntas; eso lo haremos más adelante. Escoge una
persona o una situación y escribe sobre ella utilizando frases cortas y
sencillas. Acuérdate
de dirigir el dedo acusador hacia fuera. Puedes
escribir a partir de tu situación actual o desde el punto de vista que
tenías a los cinco o a los veinticinco años. Por favor, no escribas sobre ti
todavía.
1.
¿Quién provoca tu enfado o tu tristeza o te decepciona? ¿Qué es lo que no te
gustaba o
todavía
no te gusta de esta persona?
(Recuerda:
sé duro, infantil y mezquino.) No me gusta (estoy enfadado con, o triste o
confundido
por)
(nombre) porque ____________________________________________
2.
¿Cómo quieres que cambie? ¿Qué quieres que haga?
Quiero
que (nombre) __________________
3.
¿Qué es lo que debería o no debería hacer, ser, pensar o sentir?
(Nombre)
debería (no debería) ________
4.
¿Necesitas algo de esa persona? ¿Qué tiene que darte o hacer para que seas
feliz?
(Finge
que es tu cumpleaños y que puedes pedir absolutamente todo lo que quieras.
¡Adelante!)
Necesito
que (nombre) ________
5.
¿Qué piensas de esa persona? Haz una lista.
(No
seas racional ni amable.) (Nombre) es ____________
6.
¿Qué es lo que no quieres experimentar nunca más con esa persona, cosa o
situación?
No
quiero nunca más o me niego a _______
Tu
turno: la indagación
Una
a una, somete cada afirmación de tu «Hoja de Trabajo para juzgar a tu
prójimo» a la prueba de las cuatro preguntas, y después invierte la
afirmación con la que estés trabajando. (Si necesitas ayuda, puedes volver a
consultar el ejemplo de Paul que he dado en este mismo capítulo.)
A
lo largo de este proceso, explora la apertura a otras posibilidades que
están más allá de lo que crees saber. Comprobarás que no hay nada más
excitante que descubrir la mente desconocida.
Es
como zambullirse en el agua. Continúa haciendo la pregunta y espera. Permite
que sea la respuesta quien te encuentre. Yo lo llamo «el corazón que recibe
a la mente»: la polaridad más benévola de la mente (el corazón) recibiendo a
la polaridad que está confundida porque no ha sido investigada. Cuando la
mente pregunte sinceramente, el corazón responderá. Quizás empieces a
experimentar revelaciones sobre ti y tu mundo capaces de transformar tu vida
entera, para siempre. Observa la primera afirmación que has escrito en el
punto 1 de tu Hoja de Trabajo. Ahora, hazte las siguientes preguntas:
1.
¿Es eso verdad?
Para
mí, la realidad es lo que es verdad. La verdad es cualquier cosa que está
delante de ti, cualquier cosa que realmente está sucediendo. Te guste o no,
ahora está lloviendo. «No debería estar lloviendo» es simplemente un
pensamiento.
En
realidad, el «debería» y el «no debería» no existen. Son sólo pensamientos
que imponemos a la realidad. Sin los «debería» y «no debería», podemos ver
la realidad tal como es, y esto nos hace libres para actuar de una manera
efectiva, lúcida y sensata. Tómate el tiempo que necesites. The Work
consiste en descubrir lo que es verdad en lo más profundo de tu interior.
Ahora estás escuchando tus respuestas, no las de otras personas ni tampoco
cualquier otra cosa que hayan podido enseñarte. Esto puede resultar muy
perturbador, porque estás entrando en lo desconocido.
A
medida que continúes sumergiéndote más profundamente, permite que la verdad
que está en tu interior salga a la superficie a fin de responder a la
pregunta. Sé amable mientras llevas a cabo tu indagación. Permite que la
experiencia te embargue completamente.
2.
¿Tienes la absoluta certeza de que eso es verdad?
Si
la respuesta a la primera pregunta es sí, pregúntate: «¿Tengo la absoluta
certeza de que eso es verdad?». En muchos casos, la afirmación sólo parece
ser verdad. Claro que lo parece. Tus conceptos se basan en una vida entera
de creencias que no has investigado.
Tras
despertarme a la realidad en el año 1986, en muchas ocasiones advertí que la
gente, en las conversaciones, los medios de comunicación y los libros hacía
afirmaciones como estas: «En el mundo no hay suficiente comprensión», «Hay
demasiada violencia», «Deberíamos amarnos más los unos a los otros». Son
historias que yo también solía creer. Parecían ser afirmaciones sensibles,
amables y humanitarias pero cuando las escuchaba, advertía que creer en
ellas me provocaba tensión y me impedía sentirme sosegada
interiormente.
Por
ejemplo, cuando escuchaba la historia: «La gente debería ser más afectuosa»,
surgían en mí las preguntas: «¿Tengo la absoluta certeza de que eso es
verdad? ¿Puedo realmente saber por mí misma, en mi interior, que la gente
debería ser más afectuosa? Aun cuando el mundo entero me diga que así
debería ser, ¿es realmente verdad?». Y para mi sorpresa, cuando escuché mi
voz interior, vi que el mundo es lo que es, nada más y nada menos. En lo
referente a la realidad, no hay ningún «debería ser». Sólo hay lo que es, de
la manera que es y en este mismo momento. La verdad es anterior a cualquier
historia. Y cualquier historia, antes de la investigación, nos impide ver lo
que es verdad. Finalmente, podía indagar sobre cualquier historia
potencialmente incómoda:
«¿Tengo
la absoluta certeza de que eso es verdad?». Y la respuesta, como la
pregunta, constituía una experiencia: No. Permanecía aferrada a esa
respuesta: solitaria, tranquila, libre. ¿Cómo no iba a ser la respuesta
correcta? Toda la gente que conocía y todos los libros decían que la
respuesta debería ser sí, pero yo llegué a comprender que la verdad no puede
ser dictada por nadie, porque tiene una existencia propia. En presencia de
ese no interior, comprendí que el mundo es siempre como debe ser, me
opusiese a él o no. Y llegué a aceptar la realidad con todo mi corazón. Amo
el mundo, sin condiciones.
Si
tu respuesta continúa siendo sí, bien. Si piensas que tienes la absoluta
certeza de que eso es verdad, lo adecuado es pasar a la tercera
pregunta.
3.
¿Cómo reaccionas cuando tienes ese pensamiento?
Con
esta pregunta empezamos a advertir la causa y el efecto interiores. Te das
cuenta de que, cuando crees en el pensamiento, experimentas una sensación
incómoda, una perturbación cuya intensidad puede variar desde un tenue
malestar hasta el miedo o incluso el pánico. Después de que las cuatro
preguntas me descubriesen, reparaba en pensamientos como: «La gente debería
ser más afectuosa» y observaba que me provocaban un sentimiento de
desasosiego. Me daba cuenta de que, antes del pensamiento, sentía paz. Mi
mente estaba tranquila y serena. Así era yo sin mi historia. Entonces, en la
quietud de la conciencia, empecé a observar los sentimientos que provenían
de mi apego a ese pensamiento. Y en esa quietud pude ver que el resultado de
creer en ese pensamiento era un sentimiento de desasosiego y tristeza.
Cuando me pregunté: «¿Cómo reacciono cuando tengo ese pensamiento, cuando
creo que la gente debería ser más afectuosa?», comprobé que no sólo
experimentaba una sensación de incomodidad (esto era obvio), sino que
también reaccionaba elaborando imágenes mentales. Para demostrarme que ese
pensamiento era verdad, me iba volando un mundo que no existía Había
reaccionado viviendo en un cuerpo lleno de tensión y viéndolo todo a través
de unos ojos temerosos; era una sonámbula, alguien sumido en una pesadilla
interminable. El remedio consistía sencillamente en investigarlo.
Adoro
la tercera pregunta. Una vez que la respondes por ti mismo, una vez que
comprendes la causa y el efecto de un pensamiento, todo el sufrimiento
empieza a desenmarañarse.
4.
¿Quién serías sin ese pensamiento?
Esta
es una pregunta muy poderosa. Imagínate en presencia de la persona sobre la
que has escrito cuando está haciendo lo que tú crees que no debería hacer.
Ahora cierra los ojos durante uno o dos minutos, respira profundamente e
imagina quién serías si no fueses capaz de tener ese pensamiento. ¿De qué
manera cambiaría tu vida en la misma situación pero sin ese pensamiento?
Mantén los ojos cerrados y observa a esa persona sin tu historia. ¿Qué es lo
que ves? ¿Cómo te sientes con ella sin tu historia? ¿Cómo la prefieres: con
o sin tu historia? ¿Qué resulta más amable? ¿Qué resulta más apacible? Para
muchas personas, la vida sin sus historias es literalmente inimaginable. No
tienen ninguna referencia. Por esa razón, una respuesta común a esta
pregunta es: «No lo sé». Otras personas responden diciendo: «Sería libre»,
«Tendría paz» o «Sería una persona más afectuosa». Tú podrías decir:
«Estaría lo bastante lúcido para comprender la situación y actuar con
eficacia». Sin nuestras historias no sólo somos capaces de actuar con
eficacia y sin miedo, sino que también nos convertimos en un amigo que sabe
escuchar. Somos personas que viven felizmente su vida. La apreciación y la
gratitud se han convertido para nosotros en algo tan natural como respirar.
La felicidad es el estado natural de alguien que sabe que no hay nada que
saber y que ya tiene todo lo que necesita aquí y ahora.
Haz
la inversión
Con
este propósito, escribe de nuevo tu afirmación. En primer lugar, escríbela
como si la hubieses escrito sobre ti. Donde has puesto el nombre de la
persona sobre la que estás hablando, pon el tuyo. En lugar de «él» o «ella»,
escribe «yo». Por ejemplo: «Paul debería ser amable conmigo» se convierte
en: «Yo debería ser amable conmigo misma» y «Yo debería ser amable con
Paul». Otro tipo de inversión es la de 180 grados. Con ella conseguimos el
extremo opuesto: «Paul no debería ser amable conmigo». No debería serlo
porque no lo es (en mi opinión). No es una cuestión de moralidad, sino que
sencillamente es verdad. Quizá llegues a descubrir tres, cuatro o incluso
más inversiones posibles para una sola afirmación. O tal vez sólo haya una
que sea verdadera para ti.
Considera
si la afirmación invertida es tan verdadera como (o incluso más verdadera
que) la original. Por ejemplo, la inversión «Yo debería ser amable conmigo
misma» parece tan verdadera como (o más verdadera que) la afirmación
original, porque cuando pienso que Paul debería ser amable conmigo, me
enfado y me lleno de resentimiento, y de este modo, me provoco mucha tensión
nerviosa. Esto no es ser amable con uno mismo. Si fuese amable conmigo
misma, no tendría que estar esperando la amabilidad de los demás. «Yo
debería ser amable con Paul»: esta inversión también es, al menos, tan
verdadera como la afirmación original. Cuando pienso que Paul debería ser
amable conmigo y me enfado y me lleno de resentimiento, lo trato secamente,
en especial en mi mente. Mejor empezar por mí misma y actuar como me
gustaría que actuase Paul. En cuanto a «Paul no debería ser amable conmigo»,
eso es, con toda seguridad, más cierto que lo opuesto. No debería ser amable
porque no lo es. Esa es la realidad. La inversión es una parte de The Work
muy poderosa. Mientras pienses que la causa de tu problema está «ahí fuera»
- mientras pienses que cualquier persona o cualquier cosa es la responsable
de tu sufrimiento-, la situación es irremediable. Significa que te sitúas
para siempre en el papel de víctima, que estás sufriendo en el paraíso. De
modo que empieza a llevar la verdad a casa y a liberarte. La indagación
combinada con la inversión es el camino más rápido para llegar a
comprendernos a nosotros mismos.
La
inversión para la afirmación del punto 6
Esta
inversión Hoja de Trabajo es un poco distinta a las demás. Substituimos «No
quiero... nunca más...» por «Estoy dispuesto a„.» y «Estoy deseoso de...».
Por ejemplo, «No quiero discutir nunca más con Paul», al invertirse queda
así: «Estoy dispuesta a discutir con Paul de nuevo» y «Estoy deseosa de
discutir con Paul de nuevo».
El
objeto de esta inversión es el de aceptar toda la vida. Decir y querer
decir: «Estoy dispuesto a...» da lugar a la apertura, la creatividad y la
flexibilidad. Cualquier resistencia que puedas haber sentido se suaviza y esto te permite
iluminarte, en lugar de seguir aplicando desesperadamente la fuerza de
voluntad, o la mera fuerza, para erradicar esa situación de tu vida. Decir y
querer decir: «Estoy deseoso de... » es una manera de abrirte activamente a
lo que la v ida despliega ante ti. Es bueno reconocer que los mismos
sentimientos o la misma situación pueden suceder de nuevo, aunque sólo sea
en tus pensamientos. Cuando comprendes que el sufrimiento y el malestar son
la llamada para iniciar la indagación, probablemente empieces a esperar con
ilusión los sentimientos molestos. Tal vez incluso los consideres amigos que
vienen a enseñarte que todavía no has investigado el camino con la
suficiente meticulosidad. Ya no es necesario esperar a que la gente o las
situaciones cambien a fin de experimentar la paz y la armonía. The Work es
la manera más directa de orquestar tu propia felicidad.
Preguntas y
respuestas
P.
Me cuesta trabajo escribir acerca de otros. ¿Puedo escribir acerca de mí
mismo?
R.
Si quieres conocerte, sugiero que escribas acerca de otra persona. Enfoca
The Work hacia fuera al principio, y quizá llegues a ver que todo lo de allá
fuera es un reflejo directo de tu propio pensamiento. Todo se trata de ti.
La mayoría de nosotros hemos estados apuntando nuestra crítica y nuestros
juicios hacia nosotros mismos durante años, y no hemos solucionado nada con
ello. Juzgar a otra persona, hacer las preguntas, e invertir la aseveración
es el camino más corto a la comprensión y la autorrealización.
P:
¿Cómo puedes decir que la realidad es buena? ¿Qué hay de las guerras, las
violaciones, la pobreza, la violencia y el abuso sexual y el maltrato de los
niños? ¿Los toleras?
R:
¿Cómo podría tolerar todo eso? Sencillamente advierto que si creo que no
debería existir, sufro. Esas cosas existen hasta que dejen de hacerlo.
¿Puedo poner fin a mi guerra interior? ¿Puedo dejar de violarme a mí misma y
violar a los demás con pensamientos abusivos? Si no soy capaz de hacerlo,
continúo en mí misma precisamente lo que quiero acabar en el mundo. Comienzo
poniendo fin a mi propio sufrimiento, mi propia guerra. Es el trabajo de una
vida.
P:
Entonces, lo que dices es que debo aceptar la realidad tal como es y no
luchar con ésta. ¿Estoy en lo correcto?
R:
The Work no determina lo que alguien debe o no debe hacer. Sencillamente
preguntamos: ¿Cómo afecta tu vida luchar contra la realidad? ¿Cómo se
siente? Este Trabajo explora la causa y el efecto del apego a pensamientos
dolorosos, y mediante esa investigación encontramos nuestra libertad.
Sencillamente dictaminar que no debemos luchar contra la realidad sólo
agrega otra “historia”, otra filosofía o religión a la realidad. Nunca ha
funcionado.
P:
Parece que aceptar siempre la realidad sea como no querer nunca nada. ¿No es
más interesante querer cosas?
R:
Mi experiencia es que yo siempre quiero algo. ¡No sólo es interesante, es
extático! Los que quiero es lo que es. Lo que amo es lo que ya tengo. Cuando
quiero lo que tengo, no hay separación entre el pensamiento y la acción; se
mueven juntos sin conflictos. Siempre que experimentes alguna carencia,
escribe tu pensamiento e indaga. En mi opinión, la vida nunca se queda corta
y no requiere un futuro. Todo lo que necesito se me proporciona siempre y no
tengo que hacer nada para conseguirlo. No hay nada más estimulante que amar
lo que es.
P:
Supón que no tengo un problema con las personas. ¿Puedo escribir acerca de
cosas tales como mi cuerpo?
R:
Sí. Haz The Work sobre cualquier área de tu vida que produce estrés. A
medida que te familiarices con las cuatro preguntas y la inversión, puedes
escoger temas como el cuerpo, la enfermedad, la profesión o hasta Dios.
Luego, experimenta usando la frase “mi pensamiento” en vez del tema cuando
hagas las inversiones.
Ejemplo:
“Mi
cuerpo debería ser fuerte y saludable” “ Mi pensamiento debería ser fuerte y
saludable” ¿No es lo que verdaderamente quieres? ¿Una mente balanceada y
saludable? ¿Alguna vez el cuerpo enfermo ha sido el problema? O ¿son tus
pensamientos acerca del cuerpo enfermo los que causan el problema y el
estrés? Investiga. Deja que el médico se ocupe de tu cuerpo, mientras tú te
ocupas de tu pensamiento. Tengo un amigo que no puede mover su cuerpo y ama
su vida. La libertad no requiere de un cuerpo sano. Libera tu mente.
P:
¿Cómo puedo aprender a perdonar a alguien que me hizo mucho daño?
R:
Juzga a tu enemigo, escribe tus afirmaciones, hazte las cuatro preguntas e
invierte las afirmaciones. Comprueba por ti mismo que el perdón significa
descubrir que lo que creíste que había sucedido no sucedió. Si no ves que no
hay nada que perdonar, es que realmente no has perdonado. Nadie ha herido
nunca a nadie. Nadie ha hecho nunca nada terrible. No hay nada terrible
salvo tus pensamientos no investigados sobre lo que ocurrió. De modo que,
siempre que sufras, indaga, examina los pensamientos que estás teniendo y
libérate. Sé un niño. Empieza por la mente que todo lo desconoce. Lleva esa
ignorancia hasta la libertad. - _
P:
¿Es la indagación un proceso de pensamiento? Y si no es eso, ¿qué es?
R:
La indagación parece ser un proceso de pensamiento, pero, en realidad, es un
medio para deshacer
pensamientos.
Cuando comprendemos que, de todos modos, no somos nosotros quienes los
pensamos, los pensamientos pierden su poder sobre nosotros. Los pensamientos
sencillamente aparecen en nuestra mente. No son personales. A través de The
Work, en vez de evadir o reprimir los pensamientos, aprendemos a recibirlos
con los brazos abiertos.