“Deus absconditus”

Es curiosa la persistencia de la tentación ateísta entre los sabios. Desde la Grecia de Protágoras o Demócrito, al menos, aunque confieso que, en esa perspectiva, me han interesado siempre más el duro materialismo de Epicuro, sobre todo rizado en el rizo romano de Lucrecio, y algunos de los que, anticipándose a los Diderot, descartaron por innecesaria, sin rastro de beligerancia, la hipótesis de un Dios creador y providente. No hay progreso alguno en esa oscuridad impenetrable a lo largo de los siglos –ni siquiera tras el encendido de esa feria intelectual que es la Ilustración– sino que la duda o la negativa se prolongan en el tiempo transformándose en lo adjetivo sin la menor novedad. Nada añaden D’Holbach o Feuerbach a las ideas de Maquiavelo, poco hay en Marx más allá de lo que ya podemos encontrar en el experimentalismo cerrado de un Leonardo. Dios no es de este mundo, parece evidente, o como explicaba hace poco el astrofísico Luminet, al menos la Ciencia, con mayúscula o apeada ésta, nada puede averiguar en ese negocio por la razón elemental de que se mueve en otro plano. Y sin embargo, ahí está Dawkins, el hombre, empeñado en su campaña autobusera, desgañitándose, como si en ello le fuera la vida, por “hacer visible” el ateísmo en nuestra sociedad ya bastante secularizada. Ahora, estimulado por una cita de Andrés Marín, acabo de comprobar en “The Grand Design” de Stephen Hawking, que esa tentación, en cierto modo demiúrgica, permanece activa, probablemente restándole a nuestros sabios unas energías que mejor estarían aplicadas a su quehacer propio, y se me ocurre también que no hay forma de avanzar en ese callejón sin salida que alguien llamó la “aporía divinal”. Que el universo (o el “multiuniverso” enunciado por Witten, no se lo pierdan) surja como efecto de una ley de la gravedad preexistente –que es lo que viene de “descubre” Hawking– no explica gran cosa tras lo que ya sabíamos sino que traslada el problema a la cuestión del origen de esa ley. Cuando Napoléon le planteó a Laplace la ardua cuestión de la existencia de Dios, es fama que éste le contestó algo memorable: “Sire, si le digo mi verdad, yo nunca he tenido necesidad de esa hipótesis”. Unos años antes esa ocurrencia le hubiera costado el pescuezo, denlo por seguro.

 

Vano empeño, como diría Borges, éste del ateísmo. El domingo pasado la sombra del limosnero Alpendeire congregó en Armilla más gente de la que podrían soñar todos los líderes españoles juntos, y pronto vamos a ver otro gran festival en torno a la colosal figura de Newman. Dios anda entre los pucheros, según la doctora Teresa. Buscar entre algoritmos su contraimagen nunca tuvo sentido.

5 comentarios para ““Deus absconditus””

  1. Pangloss dice:

    ¡Que tenga que ser este deísta consumado quien le dé la razón! Pero se la doy enteramente. Los sabios son unos pesados con este tema y en su actitud hay siempre lago o mucho de suficiencia y aristocratismo intelectual: ellos saben más que el “común” de los mortales, a ellos no se les engañla fácilmente… En esta materia no se peude pasar de la ironía. En eso permanezco fiel a mi creado literario, Mr. Arouet…

  2. Eleuterio dice:

    Lo de esos sabios es, como se ha dicho ya, cosa del ego incontenible, más incontenible cuanto más abrumado por la fatalidad, como en el caso de Hawking. Pero eso exisrtirá siempre. Suele olvidarse que, junto a esos sabios excèticos, los hubo de enorme talla que creyeron a pies juntilla, y no sólo pienso en Newton, sino en Kepler o Galileo, entre tantos otros, por no hablar más que de los que miraban a las estrellas. Nadie podrá nunca penetrar el misterio que nos constituye: me parece que acabo de reproducir una frase de jagm escrita aquí mismo hace meses. Probablemente.

  3. Marta dice:

    ¡Qué bonito! Y cómo me gusta a mí este Dios de andar por casa,Ese que está a tu lado cuando lo necesitas y claro que no te manda hacer cosas extrañas en Su nombre, como cortarle el pescuezo al que no piensa como tú, apedrear a la infiel y otras barbaridades.
    Un beso a todos, después de esta lectura refrescante.

  4. cura de pueblo dice:

    Nihil obstat, y bien sé que ja y los amigos me perdonan la broma. Es verdad, asombra el empecinamiento de algunos hombres talentosos en negar lo que ni ellos ni nadie puede negar ni afirmar. Lo mismo digo de los espíritus “excesivos” que hacen lo contrario. Toda “suficiencia” se estrella contra el muro de Misterio.

  5. clara dice:

    Es más fácil entender el empeño de los filósofos en esta materia, como los que cita jagm o tantos otros empeñados en ateizar al mundo. Mucho menos lo es ver a los científicos”aprovechar” su posición intelctual para opinar sobre algo que nada tiene que ver con el paradigma en que ellos se desenvuelve. No voy a citar a nadie pero hay incluso quien ha hecho profesión maniática del ateísmo, como algún amigo del anfitrión…

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