IGNACIO DARNAUDE
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29 de noviembre de 2009 23:45
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Para: IGNACIO DARNAUDE
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Amar a un
ser humano es aceptar la oportunidad de conocerlo
verdaderamente y disfrutar de la aventura de explorar
y descubrir lo que guarda más allá de sus máscaras y
sus defensas; contemplar con ternura sus más profundos
sentimientos, sus temores, sus carencias, sus
esperanzas y alegrías, su dolor y sus anhelos; es
comprender que detrás de su careta y su coraza, se
encuentra un corazón sensible y solitario, hambriento de
una mano amiga, sediento de una sonrisa sincera en
la que pueda sentirse en casa; es reconocer, con
respetuosa compasión, que la desarmonía y el caos en los
que a veces vive son el producto de su ignorancia y
su inconciencia, y darte cuenta de que si genera
desdichas es porque aún no ha aprendido a sembrar
alegrías, y en ocasiones se siente tan vacío y carente
de sentido, que no puede confiar ni siquiera en sí
mismo; es descubrir y honrar, por encima de cualquier
apariencia, su verdadera identidad, y apreciar
honestamente su infinita grandeza como una expresión
única e irrepetible de la vida.
Amar a un
ser humano es brindarle la oportunidad de ser escuchado
con profunda atención, interés y respeto; aceptar
su experiencia sin pretender modificarla sino
comprenderla; ofrecerle un espacio en el que pueda
descubrirse sin miedo a ser calificado, en el que
sienta la confianza de abrirse sin ser forzado a revelar
aquello que considera privado; es reconocer y mostrar
que tiene el derecho inalienable de elegir su propio
camino, aunque éste no coincida con el tuyo; es
permitirle descubrir su verdad interior por sí mismo,
a su manera: apreciarlo sin condiciones, sin juzgarlo ni
reprobarlo, sin pedirle que se amolde a tus ideales,
sin exigirle que actúe de acuerdo con tus expectativas;
es valorarlo por ser quien es, no por como tú
desearías que fuera; es confiar en su capacidad de
aprender de sus errores y de levantarse de sus caídas
más fuerte y más maduro, y comunicarle tu fe y
confianza en su poder como ser
humano.
Amar a un
ser humano es atreverte a mostrarte indefenso, sin poses
ni caretas, revelando tu Verdad desnuda, honesta
y transparente; es descubrir frente al otro tus
propios sentimientos, tus áreas vulnerables; permitirle
que conozca al ser que verdaderamente eres, sin
adoptar actitudes prefabricadas para causar una
impresión favorable; es exponer tus deseos
y necesidades, sin esperar que se haga responsable de
saciarlas; es expresar tus ideas sin pretender
convencerlo de que son correctas; es disfrutar del
privilegio de ser tú mismo frente al otro, sin pedirle
reconocimiento alguno, y en esta forma,
irte encontrando a tí mismo en facetas siempre nuevas
y distintas; es ser veraz, y sin miedo ni vergüenza,
decirle con la mirada cristalina, "este soy, en este
momento de mi vida, y esto que soy con gusto y
libremente, contigo lo comparto... si tú quieres
recibirlo".
Amar a un
ser humano es disfrutar de la fortuna de poder
comprometerte voluntariamente y responder en forma
activa a su necesidad de desarrollo personal; es
creer en él cuando duda de sí mismo, contagiarle tu
vitalidad y tu entusiasmo cuando está por darse por
vencido, apoyarlo cuando flaquea, animarlo cuando
titubea, tomarlo de las manos con firmeza cuando se
siente débil, confiar en él cuando algo lo agobia y
acariciarlo con dulzura cuando algo lo entristece, sin
dejarte arrastrar por su desdicha; es compartir en el
presente por el simple gusto de estar juntos, sin
ataduras ni obligaciones impuestas, por la espontánea
decisión de responderle
libremente.
Amar a
un ser humano es ser suficientemente humilde como para
recibir su ternura y su cariño sin representar el papel
del que nada necesita; es aceptar con gusto lo que te
brinda sin exigir que te dé lo que no puede o no desea;
es agradecerle a la vida el prodigio de su existencia
y sentir en su presencia una auténtica bendición en tu
sendero; es disfrutar de la experiencia sabiendo que
cada día es una aventura incierta y el mañana, una
incógnita perenne; es vivir cada instante como si
fuese el último que puedes compartir con el otro, de tal
manera que cada reencuentro sea tan intenso y
tan profundo como si fuese la primera vez que lo
tomas de la mano, haciendo que lo cotidiano sea siempre
una creación distinta y
milagrosa.
Amar a un
ser humano es atreverte a expresar el cariño
espontáneamente a través de tu mirada, de tus gestos y
sonrisas; de la caricia firme y delicada, de tu
abrazo vigoroso, de tus besos, con palabras francas y
sencillas; es hacerle saber y sentir cuánto lo
valoras por ser quien es, cuánto aprecias sus riquezas
interiores, aún aquellas que él mismo desconoce;
es ver su potencial latente y colaborar para que
florezca la semilla que se encuentra dormida en su
interior; es hacerle sentir que su desarrollo
personal te importa honestamente, que cuenta contigo; es
permitirle descubrir sus capacidades creativas y
alentar su posibilidad de dar todo el fruto que podría;
es develar ante sus ojos el tesoro que lleva dentro y
cooperar de mutuo acuerdo para hacer de esta vida una
experiencia más rica y más llena de
sentido.
Amar a un
ser humano es también atreverte a establecer tus propios
limites y mantenerlos firmemente; es respetarte a
tí mismo y no permitir que el otro transgreda
aquellos que consideras tus derechos personales; es
tener tanta confianza en tí mismo y en el otro, que
sin temor a que la relación se perjudique, te sientas en
libertad de expresar tu enojo sin ofender al ser
querido, y puedas manifestar lo que te molesta e
incomoda sin intentar herirlo o lastimarlo. Es reconocer
y respetar sus limitaciones y verlo con aprecio sin
idealizarlo; es compartir y disfrutar de los acuerdos y
aceptar los desacuerdos, y si llegase un día en el
que evidentemente los caminos divergieran sin remedio,
amar es ser capaz de despedirte en paz y en armonía,
de tal manera que ambos se recuerden con gratitud por
los tesoros compartidos.
Amar a un
ser humano es ir más allá de su individualidad como
persona; es percibirlo y valorarlo como una muestra de
la humanidad entera, como una expresión del hombre,
como una manifestación palpable de esa esencia
trascendente e intangible llamada "ser humano", de la
cual tú formas parte; es reconocer, a través de él, el
milagro indescriptible de la naturaleza humana, que
es tu propia naturaleza, con toda su grandeza y sus
limitaciones; apreciar tanto las facetas luminosas y
radiantes de la humanidad, como sus lados oscuros y
sombríos; amar a un ser humano, en realidad, es
amar al ser humano en su totalidad; es amar la
auténtica naturaleza humana, tal como es, y por tanto,
es amarte a tí mismo y sentirte orgulloso de ser una
nota en la sinfonía de este
mundo. |
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