EL FUEGO DEL DRAGON

BOLETIN MENSUAL DE OVNILOGIA

Nº 115 – Marzo de 2008

 

Editado por Carlos Alberto Iurchuk

La Plata – Argentina

iurchuk@netverk.com.ar

"El Dragón Invisible"

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Consideraciones sobre Ummo y la ufología

(Segunda parte)

 

Ignacio Darnaude Rojas-Marcos

Sevilla – España

ummo@hispavista.com

 

Entrevista realizada por Adalberto Ujvári

St. Pölten (Austria), 1º de septiembre de 1994

Texto inscrito en el Registro de la Propiedad Intelectual

Copyright Adalberto C. Ujvári, St. Pölten, Austria, 1994

 

Ujvári: No lo comprendo. ¿A qué viene esta intolerable oferta de ruedas de molino por parte de los apisonadores de la verdad afincados a 14 años-luz? ¿Pero no eran embajadores de un orbe superavanzado en cultura, tecnología y moral? ¿Es que no tienen conciencia? ¿Carecen del sentido del bien y del mal? Tendrán sus justificadas razones, aunque sean egoístas, para engañarnos con tan escandaloso cinismo, ¿no?

Darnaude: Tómalo como una operación de mini angélica crueldad mental, lo que denota la calaña de su código deontológico. Imagínate por un momento que luminarias de la ciencia, la filosofía y el altruismo, de la talla de Einstein, Bertrand Russell o la Madre Teresa, acudieran a Tanzania en desinteresada misión pedagógica, y que una vez en África se dedicaran a desinformar a mala leche a los pigmeos endilgándoles una sarta de paparruchas e insensateces, que los aborígenes se tragarían como dogmas de fe por provenir de sabios tan carismáticos. ¿Qué juicio moral te merecerían por su innoble abuso de confianza, al aprovecharse de su superioridad intelectual y elevado status evolutivo para defraudar miserablemente a unos pobres e indefensos ignorantes? Con el agravante de que el lobo es malvado no sólo por merendarse a Caperucita, sino por la alevosa hipocresía de disfrazarse ante ella con piel de cordero. La treintena de receptores de los "saluda" sin firma del otro lobo wólfico bajaron sus guardias y se entregaron en estado de inocencia a los cónsules del universo, para acabar tras estas fechorías bajo mínimos en su fe en la vida y en credibilidad en el género humano y extrahumano.

En mi pueblo a semejante vileza la llaman canallada de prepotentes superiores contra inermes inferiores. Si de verdad fueran uránidas me apuesto a que malviven desterrados en el furgón de cola del cosmos, lo que les cuadra por haber urdido una mixtificación de tan colosales proporciones. Y si no se trata de ummitas sino de terricolitas de a pie, pues no son por ello menos facinerosos, restos de hombre, delegados de la escoria del Espacio. Por la carnicería que han hecho con la verdad demuestran que son impresentables, aquí y en Saturno. Que Woa lo perdone, pero el malogrado Manuel Osuna, clarividente ufólogo umbreteño, ya me advirtió hace más de veinte años con su proverbial sarcasmo iconoclasta: "Desengáñate, Ignacio, respecto a tu primo el Dei-98 al que tanto le aguantas, ése que te escribe más que un novio en la mili, sí, hombre, el de la culebra, um meapilas de tres al cuarto adorador nocturno de la Woa. Si por sus obras los conoceréis, tus corresponsales lajavianos se las gastan como unos vulgares hidummoputas. Menos mal que están lejos; benditos 14 años-luz. Dile al 98, de parte de este humilde maestro escuela, que nos dejen en paz y se vayan por ahí a otro orbe fresco a mamarla con su laringófono cuatridimensional. Como tu Deus Dei se deje caer por Umbrete va aviado. Pienso convidarlo al afrutado mosto diarreico del Aljarafe en la bodeguita de mi paisano y confidente en ovnis Francisco Pérez, ya lo conoces. Al tercer vaso va a tener que salir de najas y de vareta, a la velocidad de crucero de un año-luz por hora, en busca del water de su compadre DA-3, donde además gozará Woa mediante de su propia aromaterapia". Que los cielos y la Tierra, apreciado Sancho, bullen de mafiosos ataviados con dalmáticas de santos. Con el mayor respeto, y tras suplicarles su bondadosa venia, los de las otras cuatro letras se merecen que les asestemos una fraternal patada en los huevos decadimensionales, seguida de afectísima coz en su alma colectiva con las iniciales de Brigitte Bardot. No sabemos si algún día Luis R. González redondeará su sentencia a "Ummo no ha muerto. ¡Muera Ummo!" Sin perjuicio de que, desde otra óptica complementaria, se pueda interpretar que los ummonautas, farsantes al inolvidable estilo del Manco de Lepanto, son tan veraces como el inmortal William Shakespeare. Todo cuanto se desarrolla en el "Hamlet", del primero al último acto, es falso y nunca ha ocurrido. Sin embargo a nadie en sus cabales se le ocurriría discutir su excelso valor simbólico. Si fuéramos sensatos tomaríamos a la pentalogía de "Escritos de UMMO" como lo que realmente es, un drama aleccionador representado en el escenario epistolar celtibérico, el más entretenido folletín alegórico de ciencia ficción de la historia.

Ujvári: El núcleo de fieles apóstoles de la dogmática ummita ¿se siente maltratado en 1994?

Darnaude: No lo confiesan abiertamente, pero se les nota dolidos, y tienen motivos sobrados para ello. La increíble manipulación intelectual a la que de tan buena gana nos hemos prestado ¡durante un cuarto de siglo! nos hace reos de ser las víctimas consentidas del gran tocomocho postal. Claro que bien mirado no nos podemos quejar. Reconozcamos que la sarna tan a gusto de la ummitis aguda jamás nos ha picado. La verdad es que hemos sobrellevado con culpable estoicismo la suave heroicidad de sufrir sin rechistar tan ofensiva catarata de oprobios. Ha quedado patente que los ummófilos somos una piara de masocas que nos dejamos lavar el cerebro encantados, como párvulos. Nos está bien empleado, por nuestra huera vanidad de creernos una elite de privilegiados confidentes de los hombres del espacio. ¿A qué Defensor del Pueblo intergaláctico vamos a reclamar ahora?

Ujvári: ¿Cuál va a ser el próximo acto de la charlotada ummita?

Darnaude: Woa sabrá. Su artimaña ha consistido siempre en mantenernos encandilados con un golpe de efecto telefónico o epistolar de vez en cuando, que mantenga en vilo a la afición por una temporada. Dejar caer una detonante chuminada cada equis tiempo, capaz de sostener a alta presión la caldera del interés. Cuando se empieza a extinguir una antorcha (el efecto removedor de la última misiva) prenden la de relevo con el suministro de otra surrealista parida en letra impresa, que terminará en su momento deshaciéndose también como una pompa de jabón, y así sucesivamente. Por esta hábil estrategia de que el cartero zamarree en el momento oportuno a los que empiezan a bostezar, cuando se agoten los ecos de la epístola guantanamera de abril del 93, es de esperar alguna chorrada por correo de nuevo cuño que reavive el fuego sagrado, para que todo quede luego como es usual en miserable agua de borrajas.

Ujvári: Por lo que antecede ¿consideras a Dei-98 como el Enemigo Público Nº 1?

Darnaude: Todo lo contrario. Nunca he logrado odiar a los polémicos wolfianos, y cuando barrunto el estrés me fummo un relajante Davidoff a su salud. A pesar de que los ummitas son un mito y de su estruendosa leyenda negra, no sé por qué me caen muy bien estos atractivos gangsters iúmmicos a los que no hay por dónde coger pero que a mí me resultan terriblemente hummanos. Marhuenda ha dado en el clavo. Mientras más leo la energía literaria "made in UMMO", más me aprovecha. Intuyo algo de "naive" que no sé expresar, de incontaminado espiritualismo y mística "cienciológica", que conmueve hasta la médula, en el fabuloso engendro del testamento literario ummoico, otorgado por estos pacíficos huéspedes del espacio o lo que sea.

Que Woa nos los conserve otros 28 años y franqueen mil holandesas más podridas de delicioso absurdo, para mantener ocupada a la tropa de ummólogos, sumida en la era postjordánica en un ocio semilla de todos los vicios. Si algún día los inventores del paradigma ummoico llamaran a mi puerta para pedirme un favor, me partiré la boca por ellos sin exigirles lingotes áureos a cambio, en justa correspondencia con la llamativa rareza, muy de agradecer, de que los desinteresados wolfianos nunca hayan cobrado un duro (sin resarcirse ni siquiera de sus elevados costes de producción del papel entintado) después de atiborrarnos con sus valiosos documentos marca )-(. Filantrópico ejemplo que insinuaría una vez más que los hombres-424 son de importación en esta Tierra tan monetizada.

Ujvári: Ignacio, últimamente se te cae la boca hablando de la teoría de la "elusiveness". Por algo será.

Darnaude: No es para menos. Resulta que el mundo no es lo que parece, y hay otras muchas ovejas en el redil ultragaláctico de las que nos deja ver el buen pastor. Porqueros prestidigitadores se encargan por lo visto de escamotear ante nuestra mirada inquisitiva el ganado extra de reserva. El factor elusivo nos lo topamos hasta en la sopa. Constituye el dispositivo transfigurador de la realidad sensible, uno de los fundamentos del mundo observable. Su notoria manifestación en el campo de la ufología no es más que un caso particular de una regularidad cósmica de más vasto alcance. El comportamiento no a las claras sino disimulado del entramado de las cosas es por decirlo así el artero guión de la película del universo visible, cuyos libretistas han ocultado con exquisito maquiavelismo los rastros de todo lo mucho que no se ve y lo que tiene un origen intencional. La fachada que distinguen nuestros toscos sentidos no es por supuesto todo lo que hay. Lo transensorial no es imperceptible por casualidad, sino porque está camuflado adrede. El inmenso e hipercomplejo edificio de la metafísica está ahí a nuestra disposición, absolutamente real pero emboscado en un trasfondo tetradimensional, sólo que no es un "mecano" tan sólido y táctil como el "Empire State Building".

Para descubrirlo y agenciarnos sus apartamentos de materia etérica debemos pagar antes el justo peaje de trabajar en calidad de exploradores. Si existiera la Primera Causa preconizada por los deístas, su actuación primordial tras generar la cosmosfera habría consistido en escamotearse a sí misma y al noventa por ciento de todo lo que existe, de cara al aparato de percepción de los seres pensantes. Los agnósticos sin ir más lejos se atienen al pie de la letra a las consecuencias lógicas de la intangibilidad institucional de un fragmento de la Creación, que para colmo es el más relevante.

Son consecuentes con el "maya" sánscrito, y permiten de buen grado que los aherroje el inaprehensible corsé de la elusiveness. Los ateos, en legítimo uso del lujo de la libertad de no creer en lo que no ven, condescienden a picar en el burdo anzuelo que les tiende la aparencialidad estructural del esquema de las cosas, es decir, elijen a nivel subconsciente dejarse seducir, como estaba previsto, por el oropel deliberadamente orquestado de las engañosas apariencias. Esta norma del disimulo generalizado vela arteramente no sólo la subcultura exobiológica, sino que oscurece también la realidad parafísica y los ámbitos inmateriales de la religión y la teología. La omnipresente "Ley de la Acción Elusiva", insinuada por el notable folklorista galo Bertrand Meheust, y formulada en términos explícitos por Antonio Moya Cerpa (que ha patentado asimismo su "Diccionario UMMO" y los "Dibujos Hummorísticos"), elimina del mapa visual cualquier evidencia respecto a los vastos universos no atómicos que integran el pluricosmos multidimensional, e invisibiliza asimismo a la incansable actividad intencional que según referencias se desarrolla en los reinos etéricos. Con este hurto de lo no patente, sancionado por el ordenamiento jurídico que impera en la Totalidad, el sistema cosmosférico nos aguijonea con la duda permanente y las dinámicas inquietudes generadas por una estimulante inseguridad existencial.

Volviendo al asunto que nos ocupa, el acontecer ufológico está diseñado a propósito en la inteligencia de que jamás se produzcan constataciones incontrovertibles que demuestren fuera de toda duda la existencia de los objetos no identificados. Los exonautas se muestran siempre bajo velo, y los ovnis deambulan por la atmósfera, toman tierra, expelen enanos braquicéfalos y vuelven a despegar, pero se cuidan mucho de pasar tarjeta de visita. El show interdimensional está programado adrede de tal manera que bajo ninguna circunstancia genere pruebas incontestables. En medio siglo de intensa actividad ovni no nos han legado una sola comprobación segura, lo que pone de manifiesto que el Fenómeno se oculta a sí mismo con sabia deliberación. Después de millones de avistamientos no disponemos como sería de esperar de fotos indubitables, actas notariales de incidentes ovni ni testimonios de absoluta solvencia. Esta sorprendente unanimidad a lo largo de medio siglo en la conducta oscurantista de la marabunta extraterrestre pone de relieve que ha de funcionar necesariamente algún férreo poder de coordinación centralizada que controle los usos y costumbres de la abigarrada y masiva inmigración alienoplanetaria en el globo terráqueo, al menos para que se respete el precepto del obligado encubrimiento de los actores cósmicos. Está muy clara su intención de arrojar la piedra y esconder la mano.

"Ellos" gustan de la visita interplanetaria, pero manipulan las circunstancias de tal modo que los terrícolas no se lo crean del todo. La historia de la ovnilogía es un juego al escondite en el que nunca se encuentra a los esfumantes alienígenas. No ha podido haber pues, ni son de esperar, aterrizajes a la luz del día y ante las cámaras de televisión en el jardín de la Casa Blanca, como anhelan ingenuamente los adeptos de una ufología de lo aparente. El investigador avisado, si no quiere caer víctima de la frustración ni acabar en una casa de salud, debe contar de antemano con la mencionada estrategia del estoy / no estoy practicada con racional sinvergonzonería por los de Arriba, y descartar para los restos cualquier tipo de desempeño E.T. fehaciente y a cara descubierta.

El truco autorizado de "hacer sin que lo parezca" y "parecer lo que no se es" conforma la primera constante a tener en cuenta en la ciencia ufológica. Su funcionamiento es perfecto: no se ha detectado un fallo en cincuenta años. Sin una sola excepción histórica, todos y cada uno de los casos de avistamientos, aterrizajes, ufonautas, contactos y abducciones son dudosos y presentan elementos contradictorios y detalles discutibles que les restan seriedad científica y verosimilitud. Los ovnis estrellados y cadáveres de humanoides que se dicen en poder de los organismos de inteligencia americanos no se deben a accidentes aleatorios, sino que han sido "depositados" a sabiendas por el Espacio con miras de convencer selectivamente a las autoridades, y por tanto no vulneran la sacrosanta táctica del enmascaramiento E.T.

El asombroso hecho de que después de decenas de millones de observaciones no dispongamos de una sola evidencia desde el verano de 1947 ya define al Fenómeno como una intromisión completamente ajena a la imperfecta tecnología de este mundo. En tal sentido los marcianos se comportan como ladrones en la noche, y se desdibujan bajo máscaras cual comparsas de una tragedia griega en la era espacial. Están aquí trabajando a gran escala en algún proyecto desconocido, pero se libran con exquisitas precauciones de hacerse notar de forma irreversible. Se presentan ante testigos de los que nadie dará fe, elegidos de antemano por su deteriorada credibilidad.

La insólita anatomía que lucen en el ámbito terrestre puede haber sido materializada in situ, y no corresponde necesariamente a su conformación real, en orden a hacernos creer ex professo en lo que no son. Es desesperante, pero carecemos de técnicas prospectivas para averiguar la realidad que se oculta tras sus ropajes de carnaval. Nuestro único banco de datos para la investigación se basa en su proceder y aspecto, y ya sabemos que son fingidos. Es como si un heraldo de Ganímedes pretendiera estudiar la Tierra contemplando en un teatro "El Mercader de Venecia". Se le escaparían irremisiblemente sus paisajes, urbes y apasionados habitantes de carne y hueso. Conocemos de ellos no lo que son, sino lo que simulan ser. Lo siento, pero como detectives óvnicos estamos condenados al fracaso, por cuanto nuestras indagaciones nos llevarán a conocer, en cualquier caso y siempre con su venia, meros aspectos selectivos de los histrionautas, probablemente de cartón piedra, que los turistas del despacio / tiempo deciden mostrarnos, escudando detrás del telón su verdadera identidad, figura corporal, origen y propósitos. Puede resultar deprimente, pero no nos queda otra opción, si no queremos engañarnos en demasía, que tomarlos como lo que en rigor son: actores siderales que representan un drama docente contemplado por una humanidad ignorante y retrasada.

Ujvári: ¿A qué viene el trabajar en la sombra? ¿Es que no pueden actuar a cara descubierta?

Darnaude: Según Carla Rueckert y Don Elkins, a los que debemos la nobelizable obra maestra "Secrets of the UFO", el sistema universal oferta a las criaturas, de forma premeditada, un 50 % de meros indicios no concluyentes que parecieran avalar la hipotética existencia del esquema de las cosas inobservables, es decir, el infiniverso entero salvo el modesto fragmento que captan nuestros rudimentarios sentidos corporales. Y al mismo tiempo exhibe otra segunda y compensatoria mitad equivalente de pistas y cabos sueltos no decisorios, que insinúan la probable inexistencia del vasto segmento del cosmos que elude el aparato perceptor del "Homo Erectus", ovnis incluidos. Este equilibrado despliegue "fifty-fifty" de indicadores simbólicos no definitivos, que afirman y niegan simultáneamente la realidad del inaprehensible omniverso multidimensional, se ha instituido adrede por el poder cosmocrático como draconiana cautela que garantice en cualesquier circunstancia la preservación del libre albedrío de los seres pensantes.

Ante semejante escaparate de ambigüedad calculada sobre la naturaleza del mundo invisible, los sujetos gozan así de la capacidad muy real de elegir sin coacciones, y en base a sus libérrimas preferencias personales, entre las opciones antitéticas de creer o no creer en lo que no pueden ver ni tocar. El importantísimo postulado de salvaguardar a toda costa el libre arbitrio sería de este modo la justificación de un cosmos ambivalente para sus pobladores, difuminado por la ingeniería psicológica de la "elusiveness", en el que nada resulta a primera vista claro, evidente ni incontestable, y donde el conocimiento hay que trabajárselo. Porque si todo fuese accesible, transparente y fácil nos adormeceríamos en la hamaca y no progresaríamos. La útil opacidad que confiere la bruma de la tortuosa "elusiveness" a los intersticios de la realidad es precisamente el factor que nos espolea para enfrentar el permanente desafío de inquirir, investigar y aprender. De esta manera la perpetua incertidumbre es el exorbitante precio que hemos de pagar a cambio de la libertad. Pero afortunadamente la inseguridad estructural que genera el encubrimiento de la cosmosfera nos aporta también la necesaria adrenalina que nos aguijonea en pos de una incansable indagación sobre la naturaleza de la realidad, justamente el motor del desarrollo evolutivo del "homo sapiens".

Ujvári: ¿Me estás hablando de una alternativa cuasi religiosa?

Darnaude: La separación en boga entre ciencia (cómo son las cosas), filosofía (qué son las cosas) y religión (el por qué de las cosas) es una caduca división esquizofrénica que está frenando el progreso de la humanidad. Se da la feliz circunstancia de que no hay más que un ruedo, y en él se lidian todas las corridas. Por la cuenta que nos tiene ha llegado la hora de integrar la arcaica trilogía en una sola disciplina unitaria que encauce y dinamice toda la vida del hombre.

Ujvári: Y con ello volvemos un poco a lo que se proclama en los informes de UMMO.

Darnaude: La pretendida civilización ummita está fundamentada en el análisis empírico de la naturaleza, sin excluir al macrocosmos ni a los superentes pluridimensionales. Incluso su teodicea, ¿por qué no?, es de corte cientifista, y la religión natural en UMMO coincide con sus ideas filosóficas y su cosmovisión cartesiana. Todo, absolutamente todo, sin ninguna excepción, es susceptible de indagación racional. Si le echamos arrestos, inteligencia, energía financiera y la suficiente motivación, nada nos impedirá el estudiar en el laboratorio – en sentido amplio – conceptos hasta ahora inexplorados por la energía intelectual del hombre, de vital importancia por lo directamente que le afectan, y que en la actualidad languidecen desprestigiados en la marginalidad de la mitología, la opinática o la mera superstición.

Nos referimos a candentes problemas de la tecnología de lo inmaterial tales como la supervivencia después de la muerte, el alma humana, el ente divino, los reinos etéricos e intangibles planos vibratorios habitados, el paquete de leyes naturales que rigen nuestra única mansión (el cosmódromo en el que todos vivimos), el funcionamiento integrado, teleológico y sinérgico del bien, el mal y el libre albedrío, el karma o ley de causa y efecto y su eventual corolario lógico de la reencarnación, los cuadros de ejecutivos que gerencian la cosmosfera y que llevan por mote arcángeles, extraterrestres, tronos y dominaciones, el conglomerado de cosmos paralelos y niveles de realidad interpenetrados que integran la estructura del multidimensional universo de los universos, el nacimiento, desarrollo y autodestrucción de las sucesivas hornadas de lo Manifestado, el ascensional peregrinaje evolutivo de los focos de conciencia individuales de mundo en mundo, y otras muchas cuestiones de trascendental relevancia que hoy día crían moho en los desvanes de la ciencia oficial, absorbida en su totalidad por el plato de lentejas del "hardware" de lo que se ve, los artilugios mecánicos y bélicos y la física convencional. No tendría nada de particular que cualquier día la Fundación Rockefeller encargue a un equipo de científicos de la universidad de Harvard un estudio multidisciplinar sobre Dios, su naturaleza intrínseca, motivaciones, objetivos, prioridades y criterios de comportamiento. Eso es lo que con sentido común se rumorea ya han hecho en UMMO, y parece que les va bien.

Ujvári: ¿Qué me puedes contar de la transufología?

Darnaude: Poco. Sería el arte y ciencia que trata de descubrir lo que palpita detrás de los No Identificados, qué marionetistas tiran de los hilos, de qué rediles dimensionales proceden, y qué les trae por aquí. La metaufología es una profesión harto arriesgada que exige una mente abierta a las infinitas posibilidades de lo real, arrojo ante el desafío de lo desconocido y la erradicación despiadada de prejuicios hondamente arraigados. El paraufólogo que se estrenó en su día cuadriculando los cacharros metálicos que coquetean con nosotros en la atmósfera es un émulo de Cristóbal Colón, y acaba incursionando antes o después en el vasto continente de la metafísica.

Algunos tienen el valor de seguir navegando, y se topan con El Dorado de lo trascendente y con suerte la experiencia mística. Otros reciclan sus actitudes, regeneran hábitos de vida, se nacionalizan ciudadanos del universo y truecan a George Adamski por la Madre Teresa. Corriendo a la caza de ovnis se han encontrado a sí mismos, a la sabiduría y a la paz de espíritu. Se comprende que haya tan pocos transufólogos, pues no todos los analistas están dispuestos a pagar el alto precio de la denominada "caída en la degeneración metacientífica". Los burgueses de la ufología tradicional corren menos peligros al limitarse prudentemente de por vida al examen estadístico de la forma y comportamiento aparente de las astronaves desconocidas. Con esas cautelas no se ven abocados a "perder el mundo para ganarlo" ni a trastocar violentamente sus esquemas mentales y pautas emocionales.

Ujvári: ¿Tratar de ver quizás un poco detrás del escenario?

Darnaude: Tú lo has dicho. Más allá del telón, los falsos decorados y las bambalinas, hasta desenmascarar a los ocultos autores del libreto, los disimulados coreógrafos y figurantes que representan en los cielos y ante nuestra desconcertada mirada el drama educativo interplanetario.

Ujvári: ¿Desde cuándo investigas el rompecabezas de los ovnis? ¿Te has hecho ya amigo de los argonautas?

Darnaude: Esos no parten peras, son bastante erráticos a la hora de elegir sus malas compañías. Tras cuarenta años de ir ubicando penosamente taco a taco, ahora empiezo a entrever con sorpresa la lámina de conjunto. Me bauticé en 1952, cuando en el escaparate de la madrileña "Casa del Libro" vi una modesta obra sobre los platos voladores, que devoré aquella noche de un tirón. El mundo, los mundos, ya nunca fueron los mismos. Me di cuenta con preocupación de que "We are property". Y ya en la antesala del tercer milenio estoy convencido de que efectivamente somos propietarios de nosotros mismos.

Ujvári: Tú que ya has hecho camino al andar ¿qué le dirías a la flamante hornada de los ufólogos españoles de la Tercera Generación, que vienen pegando tan fuerte?

Darnaude: Los de la l y la 2 nos estrenamos a palo seco, en pleno desierto, con los elementos en contra. Vosotros podéis aprovechar si os place la ventaja de la bibliografía y el conocimiento acumulados desde 1947. Por vitalidad y juventud os compete pudriros de éxito y por decirlo así arrollar con el Rolls Royce la tumba de los de la Primera y Segunda Generación. Por ley natural ya es hora de que os ganéis a pulso el que la antorcha agonizante cambie de manos. Sabéis bien en qué piedras hemos tropezado los que os precedimos. Por favor, elegid otras lascas más sensatas con las que daros de bruces en el santo suelo y asimilar del jardazo.

Os ha llegado el momento de aprender a pensar por vosotros mismos. No deglutáis como autómatas los seductores anzuelos que os tienden los mercaderes de la verdad. Ni sacrifiquéis vuestra integridad por ningún riquísimo plato de lentejas. Discriminad a tiempo entre hechos ufológicos y los envenenados rumores fabricados por ex-funcionarios de agencias gubernamentales con ánimo de desinformar a la opinión pública y confundir y desanimar a los investigadores. Trabajad duro hasta identificar a los marionetistas extradimensionales que manipulan los hilos detrás del biombo de los Objetos. Arrebatad la máscara a los sinuosos ufonautas y distinguid oportunamente entre lo que realmente son y el artero papel que interpretan para engatusarnos en la pantomima celeste. Que cuando desde Arriba intenten daros gato, toméis la correspondiente liebre. Segregad el necesario discernimiento con el que juzgar a las luminarias de la ufología por el infalible criterio de su coeficiente de honradez (Un platillólogo serio es el que sólo vende su honor a sí mismo, aunque esté pasando hambre).

Que cuando el establishment anti-ufo os tiente con la dulce corruptela de las perras, el lujo, el éxito, la fama, el poder y otras concupiscencias del ego, complementadas tal vez con la amenaza y el miedo, a cambio de que descarriéis a los ciudadanos deslumbrándolos con el silogismo "Hay muchos globos sondas; todos los ovnis son ovnis; luego los ovnis son globos sondas", blindéis la mente y el alma para no sucumbir ante el cebo de la ambición, la egolatría y el temor. Porque seréis más millonarios de honestidad que de dólares. Sed consecuentes con vuestras convicciones, aunque os arrastren hasta el infierno. Que más vale un averno con la cabeza alta que el cielo teñido de rubor. En suma, que cuando el grupo dominante os ordene negar la evidencia mediante un suculento "sobre" o la presión social, actuéis simplemente en conciencia. Porque si obedeciendo consignas chasqueáis al pueblo que os da de comer a cambio de información, habréis fracasado doblemente: ante vosotros mismos y ante la confiada audiencia, ya que en profundidad y a largo plazo la verdad, además de hacernos libres, es indestructible, y en puridad no se puede engañar a nadie, y los poderes de las tinieblas nunca apagarán la luz. Que más os valdrá ir tirando humildes pero con honra que opulentos y avergonzados. Que actuéis con inteligencia, que es lo mismo que con responsabilidad.

Que cuando veáis un pan no le digáis a vuestros seguidores que es vino, pase lo que pase. Porque si en un momento de debilidad vendéis vuestra alma al diablo, desinformando en lugar de informar, viviréis quizá rodeados de confort, pero no os permitiréis el auténtico lujo de la paz de espíritu ni de la satisfacción del deber cumplido, los dos paradigmas en la cima del ranking del hedonismo. Si optáis por el camino difícil de ser sinceros, vuestro único discurso posible será: "Señoras y señores, esto es un objeto no identificado como un camión, es decir, algo que no es de aquí abajo. A la izquierda luce una o, y a la derecha la i, y en medio, escoltando a los motores iónicos, ondean una uve y otra hermosa ene".

Ujvári: ¿Cuál es la causa del moderno y pintoresco espectáculo que ofrecen los renegados de la ufología, tránsfugas que emigran con todos sus bagajes al bando de los detractores profesionales del fenómeno ovni?

Darnaude: La actividad de los O.N.I. ha sido tan masiva y espectacular en el último medio siglo que ser a la par ufólogo y escéptico es una imposible contradicción, la antítesis lógica por antonomasia. Para ignorar la abrumadora presencia alienígena hay que ser invidente, deshonesto (hacer caso omiso de la verdad), irresponsable o viajar por la vida como una maleta. Los requisitos exigidos para opositar a agnóstico en ovnilogía son cuatro: l) Haberse sometido a una dolorosa lobotomía; 2) Padecer el desgraciado "Síndrome de Down"; 3) Ser prófugo de un horrible monipodio ó 4) Estar cobrando en la nómina clandestina de alguna C.I.A. de turno, en la servil obediencia de desinformar a la población mediante la infantil propaganda de que todo son fraudes, bromas, globos sondas, el lucero de la mañana, espejismos, alucinaciones, inversiones térmicas, psicologismos, credulidad, psicopatías y afán de notoriedad.

Ujvári: Los nihilistas se defienden vigorosamente alegando que con el famoso método científico en la mano los ovnis se les escurren por el foro como lo que para ellos son, ovaladas cucarachas alucinatorias.

Darnaude: Los descreídos a ultranza aducen con razón que no hay pruebas, sin advertir que se han tragado como incautos el sutil cebo que les tiende el mundo físico, arrebozado hasta el tuétano por el engañoso escamoteo de la "elusiveness". Las únicas pruebas fehacientes disponibles son de carácter interno y funcionan con impecable eficiencia a nivel subjetivo, sin perjuicio de que a efectos prácticos proporcionen por ende un aceptable consenso social. A estas demostraciones, que generan una sólida convicción en la conciencia individual, se accede mediante la herramienta de la intuición, y tras rasgar las vestiduras de los personajes que evolucionan en el baile de máscaras del andamiaje cosmosférico, examinando por el forro las tripas del tortuoso mecanismo elusívico. Las constataciones "físicas" de las que tanto se vanagloria la ciencia, tautológicas en última instancia, sólo verifican con encomiable precisión que todo lo que parece a nuestros sentidos e instrumentos de medida, en rigor no es, con lo cual tanto la naturaleza íntima de la materia como la esencia profunda del conjunto cósmico, sus leyes, componentes parafísicos y eventuales centros de energía intencional, se les escapan lastimosamente de entre los dedos a los científicos, que con su irresponsable arrogancia dilapidan sus sueldos nada elusívicos analizando en el laboratorio un "ersatz" descafeinado, artificial y no representativo del hipercomplejo universo fáctico. Por lo tanto su cansino lema de que "no hay ovnis porque no hay pruebas" es uno de los muchos sofismas de sus complacencias.

Ujvári: ¿Es inevitable que todo investigador alcance antes o después un techo de saturación platillista?

Darnaude: Tras años de estudio y dedicación es natural que el especialista acabe empachado del ambiguo torrente de datos sobre la morfología, tamaño, frecuencias y maniobras de las aeroformas. Estas leyes y estadísticas sobre el comportamiento aparente de los discos volantes, como nos ha advertido Aimé Michel, se van autotransformando conforme nos parece descubrirlas y dejan entonces de cumplirse (un efecto más del mecanismo de la "elusiveness"), por lo que no nos llevan a ninguna parte. Alcanzado este crítico punto de inflexión, no es raro que el experto decente consigo mismo y con lo que trae entre manos tire la toalla y se prejubile exasperado por una perpetua carencia de pruebas, las contradicciones y el absurdo intrínseco que contaminan el Fenómeno. Pero si por fortuna cuenta con arrestos, sensatez y la necesaria integridad intelectual, le cabe todavía desertar a tiempo de convertirse para los restos en un burócrata de la ufología.

Tendrá entonces que arriesgarse a superar el manido "hardware" de las máquinas del cosmos, y reciclar su paisaje mental y emocional mediante la conflictiva averiguación de quiénes son realmente los ufonautas, dónde radican sus cuarteles de invierno y qué pretenden al exhibirse con tan controlado impudor en nuestro atrasado planeta. Este oportuno timonazo será la metamorfosis de la madurez, que lo reconvierte en transufólogo, y a las muchas leguas de arduo camino en metafísico sin remisión, tras abandonar en la cuneta, por inservible, buena parte de su desgastado equipaje conceptual. De aquí en adelante la ciencia de los No Identificados será para el ex-ufólogo una rama secundaria o caso particular de otra disciplina, área de investigación o campo de experiencias personales de más vastos horizontes, que lo acercará al irreconocible "sancta sanctorum" de lo trascendente, tierra de nadie donde se las verá y se las deseará para agenciarse a pulso y en solitario un lugar al sol. Con suerte habrá logrado aquilatar en qué categoría de complejo tinglado estamos inmersos, cuál es el propósito de la vida y en consecuencia qué hay que hacer mañana por la mañana para ir a favor y no en contra del universo.

A este trabajador de la ufología su trasnochada materia prima de los vehículos rutilantes merodeando por la exosfera le habrá servido como muy útil camino intermediario o vía de acceso hacia otros insospechados niveles de realidad. Gracias a los ufos ha conquistado su novísimo hábitat, en el que ya no añorará los viejos tiempos de la ortotenia y la frecuencia de avistamientos, porque ahora tiene a su disposición otros desafíos más interesantes en los que ocuparse "full time".

Ujvári: Así como Aimé Michel nos enseñó alguna vez que hay que estar abierto a todo pero no creer en nada, ¿cuál es tu máxima en la incansable brega ufológica?

Darnaude: El aforismo imperecedero del maestro Michel, que en gloria esté, ha merecido pasar a la historia por su grandeza, y no será posible mejorarlo en muchas generaciones de ufólogos. "Estudiarlo todo pero no creer en nada", o la sabia prudencia de suspender el juicio sobre un Fenómeno incomprensible que se nos proyecta desde algún entramado multidimensional allende los cinco sentidos.

El biólogo inglés H. B. S. Haldane ya nos puso en guardia sobre el postulado de que "El universo no es sólo más vasto y extraño de lo que imaginamos, sino mucho más vasto y extraño de lo que somos capaces de imaginar". Si la realidad cósmica es un organismo de infinita complejidad, hemos de adaptarnos con inteligencia a tan extraordinaria situación, y en consecuencia deberemos mantener la mente infinitamente abierta al reto de lo inaprehensible, lo no familiar y lo desconocido, mucho de lo cual nos llega precisamente por la vía de humanoides, contactos, revelaciones, abducciones y naves interdimensionales.

Ujvári: ¿Cómo se sobrelleva el trauma postufológico?

Darnaude: Carecemos de antecedentes y entrenamiento para esta incierta aventura. Cuando el obrero paracientífico culmina su carrera desilusionado por las hueras respuestas de la ovnilogía tradicional, entra en crisis y se le derrumban encima dolorosamente las columnas de su carcomido templo ideológico, y ha de reconstruir "ex-nihilo" y sobre renovados cimientos otro edificio teórico de repuesto.

Falto de tradición y de explicaciones, inicia en la soledad la travesía en el desierto, su purificativa noche oscura del alma. Si logra coronar con éxito esta catártica "subida al Monte Análogo", descubrirá con vibrante estupefacción que los interrogantes de la ufología heterodoxa ("¿Ellos?", "¿Dónde y cómo viven, piensan y aman?", "¿Qué juego se traen con nosotros?") coinciden bajo la superficie con las eternas preguntas del hombre ("¿Cuál es la naturaleza de la realidad universal?", "¿Qué supercampo de fuerzas unificador interpenetra el infiniverso?", "¿Cómo me corresponde colaborar, cual engranaje sinérgico, para que el Rolex cósmico dé la hora exacta?").

A estas alturas el peregrino allende el espacio / tiempo ya ha emergido de la jungla ufológica para escalar la meseta de lo inmanente. Y desde esa cumbre comprueba que la solución a los dilemas de los "vimanas" celestes conduce también a la meta suprema del Alfa y el Omega, buscada por el "homo sapiens" desde el amanecer de la historia.

Ujvári; Amigo Ignacio Darnaude, muchas gracias. Creo que por fortuna hemos ido bastante más allá de lo que ambos pensábamos cuando iniciamos esta grata conversación.

Darnaude: Gracias por su cálida hospitalidad a los iluminados Mónica, Lucas y Herr Ujvári, el primer ummólogo de las Américas y "virrey de la ufología criolla", por su rara habilidad para extraer con sacacorchos, a lo largo de tan amistoso interrogatorio, una hornada de ideas que nunca hubieran aflorado (casi diríamos que no existían), a no ser por sus estimulantes preguntas.