EL FUEGO DEL DRAGON

BOLETIN MENSUAL DE OVNILOGIA

Nº 82 – Junio de 2005

 

Editado por Carlos Alberto Iurchuk

La Plata – Argentina

iurchuk@netverk.com.ar

"El Dragón Invisible"

http://dragoninvisible.com.ar/


Se permite la reproducción parcial o total, por cualquier medio, de los artículos presentados en este boletín. Si así se hiciere, se agradecerá la notificación al autor del artículo y al editor del boletín.


OVNIs y mutilaciones de animales: ¿Es la Tierra un vivero cósmico?

(Segunda parte)

 

Jorge Martin

San Juan – Puerto Rico

jmartin@prcinternet.net

 

La Tierra: ¿Vivero cósmico para especies alienígenas?

 

Todo lo anterior nos trae a esta interrogante: ¿Utilizan especies alienígenas a la Tierra como un vivero cósmico? Esto podría explicar el comportamiento de los alienígenas que parecen visitarnos. ¿Pero, hay evidencia de ello? Hay suficiente evidencia circunstancial. Veamos a continuación algunos casos de Puerto Rico y del exterior que parecen indicarlo.

En la noche del 13 de agosto de 1991, la Sra. Marisol Camacho y su esposo Albert, dormían en su residencia en la calle Vargas de la Comunidad Maguayo, en Lajas. Esta comunidad queda justo al lado de la famosa Laguna Cartagena, lugar del cual, por décadas, se han visto platillos voladores y luces extrañas salir o entrar a la misma. También se han visto extraños seres tipo "Grises" y alegados extraterrestres tipo humanos altos y rubios en sus alrededores.

Pues bien, como decíamos, Marisol dormía en su dormitorio cuando de pronto escuchó a varias personas hablando en un murmullo rápido que no entendía. Trató de que Albert fuese a ver qué era, pero este no respondía. Ella se levantó y fue a la ventana de la sala, porque las voces venían del área del balcón. Al abrir lentamente la ventana de la sala que da al balcón quedó sorprendida al ver a tres raros "hombrecitos" de unos tres pies de alto en su balcón, examinando y tomando hojas de una planta ornamental llamada "Queso Suizo" [su nombre científico es Monsterosa Deliciosa].

Los hombrecitos eran clásicos "Grises". Al tratar de verlos mejor abrió un poco más la ventana y ellos se percataron de su presencia. Al momento huyeron, saltando la verja que rodea su residencia sin esfuerzo alguno, corriendo a gran velocidad hasta adentrarse en la Laguna Cartagena y desaparecer allí. Esto ocurrió dos veces en el lapso de dos semanas, y en ambas ocasiones los seres examinaban y tomaban muestras de la misma planta. Para Marisol Camacho "Ellos viven ahí [bajo la Laguna Cartagena], y parecen que están estudiando nuestro mundo, nuestras especies".

Un caso similar es el de la Sra. Elba Romero, residente en la Urb. Bellomonte, en Guaynabo, Puerto Rico. La Sra. Romero ha tenido un par de interesantes encuentros con alegados seres extraterrestres de dos tipos desde marzo 11 de 1992; seres tipo humanos y altos que visten trajes de una pieza tipo buzo, ajustados, metalizados y dos seres pequeños de cabezas grandes y piel amarilla. Los ojos de estos eran alargados hacia los lados del rostro y oscuros. La nariz casi no se notaba y la boca era fina y sin labios.

Los seres tenían interés por la botánica y los suelos, examinaban todo el jardín de la dama. Los pequeños parecían especialmente interesados por las plantas silvestres, de flores y las matas de guineos y plátanos, pero mostraban especial interés por las plantas acuáticas, y el terreno.

Curiosamente, examinaron con detenimiento las plantas de "Queso Suizo" que ella tenía en el jardín. Examinaban y tocaban todo y hacían comentarios entre ellos en un lenguaje tipo murmullo y siseante que ella no pudo entender. Se desconoce la razón para el gran interés que estos seres muestran por la planta "Queso Suizo", pero científicos en Alemania han encontrado que extractos preparados de esta planta tienen propiedades anticancerosas, en algunos casos.

Los seres tipo humanos explicaron a la Sra. Romero que los pequeños querían que ella sembrase muchos tipos de plantas en su patio, las más posibles, para ellos estudiarlas luego. También dijeron que iban a estudiar el terreno, pues era muy importante hacerlo.

Hemos conocido recientemente un caso muy singular, el de un ex militar profesional ahora retirado debido a una lesión, que reside en Luquillo, Puerto Rico. El militar en cuestión, hombre de gran experiencia y preparación, se ha dedicado a explorar el área del Bosque Nacional del Caribe o El Yunque, como le llaman otros. Durante una de sus exploraciones junto a dos amigos, por el sector Pitahaya [sector noreste del bosque], se encontró de pronto ante una rara criaturita que parecía estudiar con mucha atención a una planta.

Describió a la criaturita como de unos tres pies de alto, con cabeza grande en forma de huevo, dos ojos grandes con forma cónica posicionados verticalmente, no horizontalmente, y bracitos finos. El pequeño ser tenia la piel de un color crema-pardo. El torso del ser parecía más anchito que la parte inferior y desde el cuellito fino que tenía, hacia abajo, todo su cuerpo estaba lleno de unas manchas color marrón que se entrelazaban unas a otras con unas manchas negruzcas a manera de orillas. No vestía ropa alguna. El testigo no pudo ver en detalle los pies de la rara criatura.

Temiendo que si sus compañeros veían a la criatura y hacían un ademán de acercarse esta huiría, no les dijo nada, dedicándose a observarla en detalle. Según el militar [nombre retenido por el momento] "...la criaturita estaba muy atenta observando una planta de hojas anchas... y movía suavemente de lado a lado sus dos manos de deditos finos, muy cerca de la hoja, por debajo de esta, como 'sintiendo' algo de la planta", dijo él.

La criatura sintió la mirada del militar y giró rápidamente la cabeza, observándose ambos atentamente. El testigo comenzó a acercársele lentamente y la criatura se quedó parada allí, mirándole fijamente. En un momento en que él se dio vuelta para ver si sus compañeros le seguían, al mirar nuevamente hacia la criatura, esta había desaparecido. "Aquello estaba examinando a la planta, de eso no tengo duda alguna", dijo el militar.

Hay muchos otros casos parecidos en El Yunque, en los cuales se ha visto a criaturas similares examinando a las plantas del bosque. En un número próximo discutiremos este tipo de casos ocurridos allí.

En el año 1889 investigamos el caso del pescador aguadillano Inocencio Cataquet, quien fue contactado por seres extraterrestres de tipo humano, altos, de piel sonrosada y ojos azules de mirada penetrante y larga cabellera rubia. Los seres, que vestían túnicas blancas, le explicaronal pescador que su especie en específico estaba aquí en la Tierra "...estudiando todas las especies de vida marina y recogiendo todo tipo de material genético relacionado a las especies de vida de los mares terrestres". Este mismo tipo de casos se producen en todo el mundo constantemente.

Si a todo lo anterior unimos los innumerables casos de raptos de personas por estos tipos de seres y los exámenes médico-genéticos y la remoción de óvulos y de semen que hacen a los raptados, hombres y mujeres, así como también de material genético, como si se tratase de una "cosecha" de este material reproductivo-genético, y la colocación en los cuerpos de algunos de los raptados de minúsculos dispositivos que los estudiosos llaman "implantes", para aparentemente monitorizarlos a distancia, como hacemos nosotros con nuestras especies animales, no podemos menos que pensar que diversas especies alienígenas o extraterrestres están utilizando a la Tierra como un enorme vivero cósmico del cual obtienen innumerables tipos de materiales botánicos y biológicos-genéticos que tal vez necesitan por razones que desconocemos aún.

Nosotros vamos a los bosques en busca de plantas que nos ayuden en la lucha contra diferentes enfermedades y como nuevas fuentes de nutrición... ¿por qué no pueden hacerlo "ellos"?

 

Bibliografía y recursos:

  1. An Alien Harvest – Linda Moulton Howe Productions, 1989, Littleton, Colorado, EE.UU.

  2. Alien Update – Timothy Good [Is There An Alien Base In Puerto Rico? – Jorge Martín], págs. 24-25, 1993, Random House, 20 Vauxhall Bridge Road, London.

  3. Revista "AURA – Z" número 1, marzo de 1993, Moscú, Rusia.

  4. Archivos personales del autor, Jorge Martín.


A cincuenta años de los "platos voladores"

Su repercusión social en Argentina en 1947

(Primera parte)

 

Dr. Roberto E. Banchs

Buenos Aires – Argentina

Doctor en Psicología

Casilla de Correos 9 – Suc. 26

C.P. 1426 – Buenos Aires

 

El autor examina el contexto social (cultural y psicológico) en el que surgen originalmente los "platos voladores", en los meses siguientes a junio de 1947. Profundiza en la repercusión pública y periodística que tuvieron las noticias en la Argentina, extendiendo su estudio a otros países de la región sudamericana (Chile, Brasil y Uruguay). Recurre a una exposición de los casos reportados y de las hipótesis o lucubraciones formuladas, intentando aportar elementos de análisis que permitan reconstruir la visión del mundo y el paradigma de la época en el que se comienza a propagar y consolidar el misterio popular.

 

Se han cumplido cincuenta años de uno de los grandes misterios populares de este siglo: los "platos voladores". La historia del mito contemporáneo comienza en los Estados Unidos, el 24 de junio de 1947, cuando el piloto civil Kenneth Arnold avista desde su avioneta nueve objetos reverberantes que, velozmente, picaban y subían entre los picos de Mount Rainier, en el estado de Washington (East Oregonian, 25/06). Un periodista interpretó esa descripción y los bautizó flying saucers (platos voladores).

El episodio de Arnold permitió darle nombre a algo en apariencias innominado que, por ello, parecía no existir. Por entonces, nadie puso en duda la objetividad del relato, que interesó vivamente a las autoridades, aún cuando hubo quienes explicaron que los brillantes objetos no eran otra cosa que reflejos de cristales de hielo, debido a las heladas crestas montañosas. Tiempo después, se dijo que Arnold vio en realidad las alas volantes de los prototipos Northrop – un bombardero experimental, secreto de la época – que tenían su base en el desierto de Mojave. Sea como fuere, su historia tuvo una extraordinaria difusión y los discos o platilllos se popularizaron en todo el territorio norteamericano. Las agencias periodísticas internacionales muy pronto se hicieron eco de noticias similares.

En 1947 los aparatos de televisión domésticos inundaron el mercado de los Estados Unidos. Y el cine produjo The Black Widow, de S.G. Bennet y F.C. Brannon. En este serial, como en The Purple Monster Strikes, de 1945, se presentan por primera vez seres extraterrestres, dispuestos – como metáfora humana – a apoderarse de la Tierra, poseídos por unos instintos de conquista que caracterizarán a partir de entonces a los visitantes siderales.

Era evidente que el clima social de postguerra y el prometedor desarrollo aeronáutico con sueños de conquista espacial, entre otros, propiciaron que la noticia iría a despertar la imaginación más abigarrada y fuera recibida crédulamente.

La humanidad estaba atenta a todo acontecimiento nuevo, y más si provenía del cielo. Después de vivir una guerra mundial en que la aviación desempeñó un papel decisivo, no iría a mirar con indiferencia cómo algunos objetos cuyo tamaño con frecuencia comparable a nuestros aviones, surcaban la atmósfera a altas velocidades. La prevención y curiosidad como la que existía apenas terminada la guerra, crearon el ambiente para que algunos periodistas – intuyendo el problema – facilitaran la difusión de toda clase de noticias sensacionalistas, en coincidencia con los ensayos atómicos que mostraban la fragilidad del mundo y de la especie humana.

La población empezó a mirar activamente el cielo a la espera que se repitiera aquel fenómeno de naturaleza desconocida, pero que ahora podía ser designado. Al mes ya se registraba un alto índice de avistamientos en 40 estados norteamericanos. Ante esa persistencia, el secretario de Defensa James Forrestal, encomendó el 30 de diciembre de 1947 al Air Technical Intelligence Center (ATIC), la creación de un organismo investigador, que recibió el nombre de Project Sign, cuyo propósito era determinar si el problema constituía un peligro para la seguridad. Al respecto, débese recordar que el clima pos bélico estaba caracterizado por un temor latente – a veces manifiesto – hacia todo aquello que aparecía en el cielo, y no es casual que haya sido ese país quien mostrara mayor interés en develar el enigma.

Por entonces iba perfilándose la guerra fría entre la Unión Soviética y los países democráticos, y el temor de que se tratara de un arma secreta, indujo a las autoridades a restarle públicamente importancia a los hallazgos. Pero quizá por esa tendencia de hablar de lo que se teme, muy pronto se supo en todas partes y se tejieron toda clase de conjeturas.

 

Conjeturas

 

Todo cuanto se conjeturó en 1947 no ha logrado alejarse de la realidad de una sociedad que ve con asombro e inocultable temor los efectos devastadores del empleo de la energía atómica, maquiavélicamente desarrollada por los científicos (caricaturizados por el cine sci-fi de los años cincuenta). Como nunca antes, la sombra de una conflagración bélica total está presente.

Dentro de ese marco se formularon diversas hipótesis acerca de los platos voladores:

"Acumulación de aire radiactivo" debido a las explosiones atómicas, experimentos de "transmutación de la energía atómica", propaganda "imperialista" pro – armamentista, fantasía popular generada por bromistas y embaucadores, globos sondas y meteoritos, aberraciones de la percepción, sugestión colectiva, psicosis despertada por el temor de una nueva guerra, armas secretas experimentales (americanas, alemanas o soviéticas), hasta supuestas entidades astrales y espíritus materializados con mensajes pacifistas. No solía rechazarse la novedad, por fantástica que pareciera.

Con el correr de los días se especuló que podría tratarse de "naves extraterrestres en búsqueda de contacto para advertirnos del peligro atómico", cuyas huellas impresionaron en forma indeleble a toda la humanidad. Esta "explicación" de origen ocultista pronto gozó de gran número de adeptos, pues vendría a coincidir con el sentimiento colectivo, junto al despunte de la aeronáutica y la necesidad de superar la barrera infranqueable de la gravedad terrestre. Así se extrapoló el temor puesto en los belicosos invasores (más del lado de lo humano), al beneplácito deseo de recibir a los "hermanos del cosmos", nuevos mensajeros y guardianes de paz. A fin de cuentas, eran manifestaciones celestes, cuyos ocupantes irían a ser descritos con frecuencia bajo una apariencia bella y angelical.

Ha transcurrido medio siglo de aquellas extrañas apariciones que despertaron la más pródiga imaginación y, sin embargo, lejos de creer que se ha resuelto el inefable misterio, es posible afirmar que – como misterio popular, inasible – el tiempo lo ha robustecido. De hecho, nunca podrá demostrarse que no existen: este es uno de los límites. Sobre estas bases se edifica el mito y se extiende la creencia.

La formidable magnitud y permanencia alcanzada durante cinco décadas deriva del hecho que la creencia en tales objetos del "des – conocimiento" se extiende rápidamente en todos los niveles, de cuya cuenta dan testimonio millones de personas en todo el mundo. Se ha observado que su notoria repercusión mantiene vivo el interés en el enigma y alimenta el mito de la presencia de extraterrestres en nuestra Tierra, potencializando las motivaciones irracionales debido a su alta significación emocional.

Acaso los platos voladores sean el caldero de cuantos fenómenos infrecuentes y desusados han acompañado por siempre el pensamiento humano, proponiendo una mirada hacia sí mismo frente a la infinitud del cosmos y, ante su angustiante soledad, la esperanza, el avizoro de un universo palpitante de vida.

 

Los platos voladores en Argentina

 

Casi de inmediato a los fenómenos vistos por Arnold – ignorado por la prensa local – se produjeron relatos semejantes en distantes lugares del mundo (Australia, Dinamarca, Italia, Japón, y México, entre otros). Los platos voladores se constituyeron en el estereotipo cultural de cuantas rarezas aparecieron en el cielo. En América del Sur, el rumor visionario se extendió a los pocos días por Uruguay, Chile, Argentina y Brasil. Aunque, desde los Estados Unidos, el periodista Walter Winchell, del New York Daily Mirror, exclamaría: "Esto, no es un rumor: ¡es un hecho!" (Clarín, INS, 11/07/47).

Las primeras informaciones provenían de ese país y narraban los sorprendentes encuentros con los inusuales objetos, seguidas de las más variadas explicaciones y rotundas negativas oficiales del ejército y la marina norteamericana, sospechadas de haber perfeccionado un nuevo tipo de aeronave surgida de la postguerra. En los primeros días de julio empieza a rodar en los diarios argentinos la hipótesis del encubrimiento. Antes del mes, se afirma "el misterio de los platos que vuelan", pese a tomarlo frecuentemente con cierto humor y señalar que algunos relatos son "muy semejantes a los que han ideado los dibujantes de esas encantadoras historietas en que se describen las aventuras de un imaginario héroe del porvenir" (Noticias Gráficas, 08/07/47).

En efecto, "el asunto es un plato" – se dice – que permite desplegar la imaginación destructiva del hombre, a la par de volar en una época de escasez y de inflación: "Ya que todo es imaginación, no cuesta nada verlos llenos...", ironizan los humoristas de la crónica diaria, deslizando la pregunta si no se tratará de un arbitrio propagandístico. Los platos, así vistos, no se alejan de la realidad humana.

Pero sean cuales fuere las motivaciones, todos quieren observar tales prodigios. Y ello no se hizo esperar.

 

Caso 01: Los tan comentados platos voladores fueron vistos en la ciudad de La Plata (Pcia. de Buenos Aires) el 11 de julio de 1947. Al menos, así lo aseguran varios vecinos de la calle 56 y Avda. 25, quienes esa noche, alrededor de las 21 horas y durante diez a quince minutos, visualizaron "algo parecido a una estrella", que irradiaba luces de distinto color y "subía y bajaba", hasta llegar a la copa de un naranjo. Ante el grito de un sorprendido vecino acudieron tres o cuatro más, coincidiendo todos en que, en efecto, estaban frente a un plato volador, el cual terminó desapareciendo de pronto hacia el oeste. El caso fue comentado en toda la ciudad, dándole al mismo su propia y personalísima importancia (La Razón, 13/07).

 

Invasores imaginarios

 

Es que – a decir del diario La Hora (13/07) – "nuestro país no podía escapar a la histeria de los platos voladores (...) No es coincidencia que los hombres de Marte nunca desciendan en países donde la prensa tiene una función educadora (...). Para nosotros hay una explicación interesante, entre las tantas lanzadas a rodar, sobre estos platos voladores. Es la que ha dado el viejo pionero de la aviación norteamericana, Orville Wright: ‘Se trata de crear un clima bélico, de llevar al histerismo de la guerra a las masas, para hacerles creer en pretendidos enemigos internacionales, y moverlas, dóciles, hacia una tercera masacre’. En todos los pueblos hay gente para ser atacada por la histeria; pero los pueblos, en su mayoría, tienen ya los ojos bien abiertos. ¡No hay platos voladores que los arrastren a otra masacre!", concluye enfáticamente el diario porteño.

Los platos voladores no serían, pues, otra cosa que "una creación de la mente febril popular exaltada por las fantasías de la era atómica". Creación de imaginaciones calenturientas – señala El Laborista – que especulan con catástrofes atómicas y con guerras nuevas de una gran potencia destructiva.

La idea de que los "platos voladores" eran parte de la propaganda belicista para agitar a la gente e inducirla a creer en invasores imaginarios, a fin de apoyar la campaña del gobierno norteamericano en materia de armamentos, concitó muchos adeptos. Para ellos, resultaba sugerente "la gran publicidad dada a las noticias sobre los platillos y la falta de base científica del fenómeno que pretenden haber visto cientos de personas" (La Hora, 10/07). El presidente Harry S. Truman, al tanto de la controversia sobre los platillos voladores, declaró que no sabía más que lo visto en los periódicos (Diario de la Marina, 11/07).

Un profesor de psicología de Sydney, Australia, adujo que "si a un fenómeno físico – como es el de los corpúsculos rojos que se mueven por la retina de los ojos –, se une la psicosis despertada por el temor de una nueva guerra en la que se emplearían armas terribles, llégase a la conclusión que los platos voladores jamás existieron".

De acuerdo a otras opiniones, la falta de información científica seria ha hecho de los platos o discos voladores "un instrumento adecuado para los bromistas y los individuos ansiosos de popularidad a cualquier costo" (Noticias Gráficas, 15/07).

 

Eppur’ si muove

 

El prestigioso diario La Nación de Buenos Aires, adoptando desde un comienzo una postura crítica, publica en su edición del 21 de julio algunas ideas sobre los objetos vistos en distintas partes del mundo, que reproducimos a continuación:

 

Los platos voladores: Los platos voladores, de los cuales todavía se habla, han resultado un misterio. Las informaciones sólo permitieron formular conjeturas, pero, no obstante la imprecisión de los datos relacionados con el punto de partida de los mismos y su finalidad, este acontecimiento ha tenido la virtud de llamar la atención. Entre las versiones circulantes, algunas se hallan fuera de toda lógica. Debe descartarse en absoluto que los platos voladores sean proyectiles de guerra. La historia nos enseña que las naciones han guardado celosamente sus inventos militares, por cuanto la sorpresa de su presentación adicionada a los efectos de arma constituyen los factores en que se funda el éxito de su empleo.

Desde el famoso caballo de Troya hasta la V-1, la V-2 y la bomba atómica, los beligerantes rodearon del mayor secreto las iniciativas que debían concurrir, en un determinado momento, al campo de batalla en procura de la decisión. Sería pues, pueril pensar en nuestra época, en la cual los Estados fundan en el resultado feliz de sus múltiples investigaciones militares la supremacía de su futuro potencial bélico, que uno de ellos ofrezca a los demás un material secreto, conocerlo y adoptarlo. La presencia de los platos voladores, como de aquellos otros proyectiles aéreos desconocidos, que hace relativamente poco tiempo surcaron el espacio sobre Finlandia, puede considerarse como uno de los infinitos elementos que sirven para desarrollar lo que ha dado en denominarse la guerra de nervios. Esta puede desencadenarse tanto en la paz como en la guerra, en el terreno de lo político, social, económico o militar. Se trata unas veces de versiones que ostensiblemente se hacen circular referentes a un determinado acontecimiento a producirse, que causará gran daño o pánico. En el campo bélico aparece en forma de anuncios de inventos o materiales que posee determinado país y cuyo poder destructor influirá poderosamente en el desarrollo de un conflicto. La guerra de nervios se desarrolla en todas las actividades; ella se deja sentir mediante la noticia de bombas que se presume estallarán en una reunión política, en la baja de los valores comerciales, en el nuevo proyectil o explosivo destinado a derrumbar ciudades y sacrificar vidas, etc.

Los platos voladores, sean lo que fueren, han desarrollado una acción de esta naturaleza, desde que, lanzada al mundo la noticia de su aparición, dieron lugar a muchos rumores y presagios nefastos.

 

La agitada ola platillista

 

En esos días, algunos científicos consultados se inclinaban por explicar los fenómenos reportados como instrumentos de meteorología (globos sondas), meteoritos, y hasta acumulación de aire radiactivo flotando de un lado a otro del país (La Prensa, 12/07).

 

Caso 02. A las 23 horas del sábado 12 de julio, desde el centro de la ciudad de Córdoba, algunas personas observaron desplazarse rápidamente por el firmamento un disco rojo hacia el sudeste. No faltaron quienes opinaron que la estela que dejara era propia de un avión a propulsión a chorro, y otros, que se trataría de un aerolito. Fuera de la controversia, el fenómeno pasó desapercibido para la mayoría (La Razón, 15/07).

 

Curiosamente, el episodio de Córdoba constituye la única noticia de un caso argentino que no menciona la posibilidad que pudiera tratarse de un plato volador, aunque resulta sugerente. El próximo, ocurrido en Buenos Aires, incluye un comentario más tranquilizador, aunque anima la polémica y, como dice, da "pasto a conversaciones".

 

Caso 03. El domingo 13 de julio, el vespertino Noticias Gráficas, de Buenos Aires, después de comentar que "lo único aceptable hasta ahora es que se trata de globos sondas", señala que "esta mañana, no más, una voz masculina nos aseguró, por teléfono, que acababa de pasar, a la altura de (barrio) Villa Crespo, un plato volador".

 

No obstante, el periódico reconoce que "la imaginación tiene mucho que ver en la aparición de los fenómenos que asombran colectivamente, (aunque) de todos modos, sigue en pie el fenómeno, lo que da pasto a las conversaciones, los cálculos y las conjeturas". Junto a ellas, empezaban a generarse testigos locales. "Hay mucha fantasía pero algo de verdad en la aparición de los famosos platos voladores", parece responder La Razón, del 15/07, en el encabezado de un artículo.

 

Caso 04. El martes 15 de julio, tripulantes de un buque polaco anclado en Puerto Nuevo, Buenos Aires, informaron a la Prefectura Nacional Marítima que a unas tres millas de la costa habían divisado un "avión" que pareció precipitarse en el Río de la Plata alrededor de las 10:00 horas, observación compartida por muchos obreros portuarios. Asimismo, en el Ministerio de Aeronáutica se recibió una información de Prefectura del Puerto de Montevideo, en el que se hacía mención de un posible accidente de aviación a unos 50 km. de la costa argentina. Dispuesta una intensa búsqueda de varias horas mediante lanchas y aviones sobre una amplia zona del río, no pudo hallarse rastro alguno del presunto accidente (El Mundo, 31/07/1962; et. al.).

 

Caso 5. En horas de la mañana del viernes 18 de julio, en la localidad bonaerense de Balcarce, alrededor de las 6.08 y en medio de una tormenta, el oficial de policía Juan Félix Goñi advirtió un misterioso disco rojo y destellante que, procedente del norte, se agrandaba al aproximarse al cenit y se perdió como empujado por el viento rumbo al oeste. Llamó a sus subalternos, seis o siete agentes, y juntos avistaron el disco de regulares proporciones. Momentos más tarde pudo observar algo así como una bandada o "manga" compuesta por 50 o 60 discos que se dirigían a gran velocidad con rumbo al sur, similares al anterior (El Liberal, 19/07).

 

La noticia del caso citado fue difundida por numerosos medios periodísticos, y es una de las pocas minuciosas producidas durante ese año. Hasta el diario Crítica destacó en esa ciudad a dos redactores y un fotógrafo. Coincidentemente, vecinos que tienen su domicilio en otras zonas cercanas a esa localidad dicen haber observado el mismo y raro fenómeno. "Consideramos llegada la hora – comenta el matutino Clarín (19/07) – de prestarle toda la atención que merece, descartada la posibilidad de que lo visto en Balcarce sea pura alucinación de unos agentes con sueño". Menos entusiasta y habitualmente escéptico, La Nación (20/07) titula: "Nada confirma que en Balcarce viesen platos voladores".

 

Caso 06. La consistencia de la información parece robustecerse cuando un colono de Fuerte General Roca (Río Negro), también aseguró haber visto el fenómeno esa mañana. En circunstancia en que Mario Talebi, un italiano madrugador se asomó para presenciar la lluvia generosa que caía en los campos de su chacra, tuvo la novedad de hallarse frente a un plato volador surcando el cielo con rumbo hacia el sur (Clarín, 19/07).

 

La mayoría de las crónicas transcribían los hechos con cierta ligereza, picardía o pizca de broma y, en lo posible, dejando deslizar alguna extravagante conjetura sobre un tema del que está todo por decir. Los humoristas gráficos hallan un nuevo objeto para dispensar la sonrisa en los periódicos, y "los platos de moda" aluden a la vajilla, a las papas y tomates; a las irritadas esposas, a los indigentes y proletarios, y al buen gourmet. En ese contexto, complacientes por superar la imaginación de Orson Welles, asoman las naves interplanetarias.

 

Caso 07. Dos días después, 20 de julio, a las 18 horas, varios testigos observan en Olavarría un cuerpo circular, moviéndose en zigzag con dirección norte – sur durante cinco minutos (La Razón, 22/07).

 

Caso 08. Y en la misma fecha, en Tartagal (Salta), un plato volador habría estallado por la tarde sobre esa localidad, pudiendo notarse que se abría como un ‘capullo’, perdiendo en el espacio sus esparcidos fragmentos. Nada se dice sobre la posibilidad de un meteorito, pero se asegura que "el raro fenómeno ha conmovido a toda la población, habiendo sido visto por gran número de personas que ahora se han desplazado hacia las calles y lugares abiertos en la esperanza de que la visión vuelva a repetirse" (La Capital, 21/07).

 

Las crónicas transmitían un clima de expectación, de inquietud y suspenso. Nadie podía deparar qué iría a ocurrir, ni cuándo ni dónde se tendría el privilegio de volver a ver a los platos voladores. Pero ellos estaban aquí y, sin saberlo todavía, habrían de instalarse definitivamente en la cultura popular del siglo XX.

 

Caso 09. El 22 de julio los platos voladores aparecieron en Oclayas, pequeña localidad jujeña, siendo avistados por dos testigos, quienes aseguran que se trata de "discos de gran luminosidad, que se desdibujan antes de llegar a tierra" (Noticias Gráficas, 01/08).

 

Caso 10. A las 21.50 horas del martes 22, gente que estaba apostada en la esquina de las calles Maipú y Rioja, en Rosario (Santa Fe), pudo ver a unos treinta grados sobre el horizonte, "un disco blanco de luz muy viva que pasaba ondulando en zigzag, y que estaba impulsado con una velocidad casi vertical". Para otros, iba de norte a sur, moviéndose en ondulaciones pronunciadas. La escena duró menos de un minuto y se reprodujo poco después, aunque el disco había decrecido de tamaño y se hallaba a gran altura (Noticias Gráficas, 23/07).

 

Da la impresión que este tipo de fenómenos podrían ser fácilmente explicados, atendiendo su baja extrañeza, más aún si en esas ocasiones se hubiere consultado a los expertos. En cambio, la palabra "plato volador" parecía definirlos por sí mismos, dejándolos en un gran interrogante del cual se nutría la imaginación del lego y la letra del periodista.

 

Caso 11. El 24 de julio de 1947, en Buenos Aires, reaparecen los platos. Esta vez fue en el barrio Villa Devoto, y quien lo describe es Dña. Guillermina N. de Baldonedo: "Estando en la puerta de mi casa (calle San Nicolás 4236) vi de pronto ante mi en el cielo, por encima de los árboles, una cosa redonda, iluminada y grande (...) Parecía una gran luz de bengala". Luego, el plato se fue alejando y descendiendo hasta desaparecer detrás de unos árboles (Noticias Gráficas, 01/08).

 

Mientras la emblemática figura del gobierno justicialista Eva Duarte de Perón realizaba una histórica gira europea, que iría a durar dos meses, los periódicos y noticieros radiales alternan las informaciones con episodios platillistas que causan asombro, incredulidad, ansiedad y sarcasmo.

 

Caso 12. Juan Arigues es un viejo poblador bonaerense de Pehuajó que ha relatado, con cierta sorna paisana, haber visto un plato volador. El jueves 24, pasadas las 20:30 horas, salía de su casa cuando notó un raro resplandor en el cielo. De pronto advirtió un plato que volaba hacia el norte, a unos sesenta o setenta metros de altura, de coloración clara, con reflejos eléctricos. "Lo distinguí con toda nitidez – asegura –, y no me cabe la menor duda: era un plato". Los casos reportados son inseparables de las noticias que empiezan a precederlos (Crítica, 25/07).

 

Caso 13. Horas después, poco antes de medianoche, Juan Domingo Calabresi, hombre profundamente supersticioso, quien se desempeñaba como quintero en las inmediaciones del cementerio de Bahía Blanca, se hallaba en plena tarea rural cuando se sintió impresionado por un silbido "que sonó súbito como la noche de la morte", dijo. Al alzar la vista, vio trece platos voladores que marchaban hacia la ciudad y como si descendieran, siguiendo a unos cincuenta metros de altura la línea de la carretera. Calabresi de inmediato se refugió en su casa y montó guardia frente a su ventana, pero no volvió a avistarlos (íbid., 25/07).

 

Caso 14. Mar del Plata fue el próximo escenario. El 27 de julio, dos aficionados a la pesca se hallaban en una barranca practicando su deporte favorito cuando vieron aparecer en el horizonte, mar adentro, "una extraña fulguración, que avanzó hacia la costa a gran velocidad y se transformó, vista desde más cerca, en una masa ígnea, compuesta por grandes discos que giraban vertiginosamente". Esa masa despedía destellos blancos y azulados, semejantes a las chispas que produce una descarga eléctrica. Al llegar cerca de la costa, cambió de dirección para dirigirse hacia Camet e internarse en la zona que ocupa la Escuela Antiaérea. Según los reportes, allí habría sido vista por dos soldados, quienes declararon a sus superiores que de madrugada – dos horas de diferencia con la indicada por aquellos – vieron internarse rumbo a Balcarce tres o cuatro discos voladores (Noticias Gráficas, 01/08).

 

El asunto ha sido tratado con mayor seriedad cuando los informes provienen de testigos con alguna preparación técnica o científica, y también, cuando involucra a militares o policías. Tal vez, más allá de la incierta posibilidad de lograr determinar sus aspectos técnicos, por la sospecha que los platos voladores podrían tener algo que ver con la seguridad. Vale decir, una amenaza para la humanidad, sea de naturaleza cósmica o humana (producto o secuela de la liberación de la energía atómica, nuevas armas secretas, etc.).

 

Caso 15. Finalizando el mes, el lunes 28 a las 08:45 horas, estos fenómenos reaparecen en San Martín (Mendoza). Es un disco muy brillante – aseguran –, que marcha a unos cien kilómetros por hora (Caras y Caretas, [12]/1947).

 

La actividad platillista iría a reducirse, aunque temporalmente, casi tan de súbito cómo se inició. Las estadísticas señalan que el 87,5% de las denuncias registradas se concentra en el mes de julio, en un lapso de apenas 17 días.

 

Caso 16. Recién el martes 5 de agosto reaparecen en Río Cuarto (Córdoba): "La fiebre de los platillos volantes invade también nuestra ciudad – dice El Pueblo, del 06/08 –, ya que ayer tarde se vio en el cielo un objeto redondo a mucha altura, que brillaba y se dirigió hacia el oeste. Numerosos paseantes indicaron a esta redacción que el objeto no emitió ruido; por lo que descartaron se tratara de un avión bombardero".

 

Transcurren algunos meses cuando se produce el último informe.

 

Caso 17. El 22 de octubre de 1947, en la ciudad de Buenos Aires, los maestros y alumnos de la escuela fiscal Nº 27 ubicada en Caracas y Álvarez Jonte, en el barrio La Paternal, mientras izaban la bandera, ven durante varios minutos y a gran altura una forma esférica y plana que vuela velozmente rumbo al sudoeste (Caras y Caretas, [12]/1947; Hogar, 19/11/48).