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De: "Santiago Merino" <vozdeestrellas@ya.com>
Título: Alternativa Extraterrestre II
Fecha: Fri, 10 Mar 2006 03:06:25
Para: <vozdeestrellas@ya.com>
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NUEVATLANTIDA
Revista esotérica, libre e independiente.
Conocimiento oculto.
Bajate ya el Nº10 desde la web:
http://www.nuevatlantida.com
 

"La Tierra no pertenece al hombre, sino que el hombre pertenece a la Tierra. El hombre no ha tejido la red de la vida, es sólo una hebra de ella. Todo lo que haga a la red se lo hará a sí mismo. Lo que ocurre en la Tierra, ocurrirá a los hijos de la Tierra. Lo sabemos. Todas las cosas están relacionadas como la sangre que une a una familia".
Jefe Seattle, SWAMISH

 

Alternativa Extraterrestre II

 

NACIMIENTO

 

Con vivo recuerdo llega a mi memoria aquella mañana, que tanta satisfacción me produjo. Me tocó vivir la experiencia más simple y grandiosa de la creación en forma de protagonista. Acompañaba a Manor hacia un edificio más grande de lo normal. En aquel lugar y en su entrada, antes de franquear la puerta de color que se encontraba en el centro exacto de la antesala, fuimos requeridos por un niño que nos introdujo a una pequeña sala lateral en la que nos lavaron las manos y los pies, dándonos posteriormente una túnica sin ceñir que ajustamos a nuestros cuerpos. Todo aquello me parecía enigmático, y mucho más que me lavaran no sólo las manos sino los pies, pero una vez más mi maestro me dijo:

‑La polaridad negativa del hombre radica en sus pies. Aquello que asciende a las alturas engrandece, y lo que disminuye en sentido contrario se hace pequeño. Este principio era conocido por vuestros antiguos y previamente a cualquier ceremonia, lavaban sus manos y sus pies. Las manos son el polo captador positivo de la energía, y los pies el negativo. Por este motivo Jesús‑Cristo lavó los pies a los Apóstoles en la Última Cena, no como un signo de reconocimiento solamente sino para purificar el cuerpo ante la comunión.

‑ ¿Por qué me has traído aquí?, ¿qué vamos a hacer?

‑Hoy es un día de fiesta para nosotros, un niño está por nacer en estos momentos y asistirás como protagonista al nacimiento para que vivas la sensación de esta experiencia y quede grabada en tu espíritu

Quiero recordar ahora que he mencionado las fiestas, que a mi pregunta sobre este particular, obtuve como respuesta ésta sencilla: ‑"Cada día es una fiesta para nosotros. Vosotros celebráis y conmemoráis en vuestros festejos a los muertos, mientras que nosotros amamos la vida y la celebramos a cada instante".

‑ ¿Por qué de protagonista? Siempre he pensado que el protagonista de un nacimiento es el niño, el padre, y más que éste, la madre.

‑En nuestros nacimientos querido Juan, somos todos y cada uno protagonistas. Como te he dicho anteriormente, se trata de nuestra continuidad armónica y asistimos al mismo para potenciar con nuestra animosidad, la vida que un día encarnará los valores que ahora deseamos transmitir en forma participativa y real.

Las experiencias que debes vivir en nuestra compañía, te darán la medida exacta de la transmisión sensitiva que deseamos fecunde en tu espíritu, y no en el razonamiento lógico que sólo llena parcelas limitadas de tu entidad.

Es muy frecuente ver en vuestra sociedad, distintas ideas que circulan por doquier, haciendo adeptos un día y adversarios al día siguiente. Y esto es porque asistís simplemente a los efectos externos de las cosas que satisfacen sólo a vuestro razonamiento. El hombre debería seguir lo que su espíritu siente y no lo que otros elaboran para él. Se debe sentir y luego discernir, antes de realizar con cordura.

‑ ¿El nacimiento es para vosotros un acto vital?...

‑La concepción de una vida es un acto total v absolutamente responsable cargado de motivaciones espirituales, y no el resultado de un juego erótico como resulta ser en la mayoría de los casos de vuestra sociedad.

¿Qué opináis del aborto?

‑Es un planteamiento aberrante que prefiero desechar simplemente porque no es natural amar a la muerte o amar a lo que sólo busca apagar el latido de la naturaleza. Deseo que a tu regreso, repares en lo siguiente: cuando una mujer concibe en sus entrañas una vida, su naturaleza se divide y se delega en la vida del niño de tal forma, que la madre presta su cuerpo y su corazón en un sólo latido de existencia; pero no sabéis que también el alma se comparte con el niño concebido y éste ama, piensa, sufre, razona y se motiva, por este alma. Con frecuencia vemos que desde los más altos peldaños, defendéis el aborto cínicamente sin pensar en sus consecuencias. Si teóricamente una mujer pudiera abortar cien veces, se volvería amorfa y carente de alma; es decir, sin razón, sin voluntad, sin sentimientos..., exactamente como un animal, puesto que en cada muerte de lo concebido, se muere a su vez una centésima parte de su alma.

‑Pero una mujer no puede abortar cien veces...

‑Efectivamente no puede hacerlo cien veces, pero debes contabilizarlo en otro orden progresivo, y a través de la degeneración genética que la raza produciría en el tiempo.

‑Pero tu sabes muy bien que la sexualidad puede producir hijos que no se desean, por miles de circunstancias no precisamente egoístas.

‑ ¡Qué poco os conocéis!, ciertamente la sexualidad es necesaria porque se debe renovar la vitalidad que se crea constantemente, y no seríais culpables por la sexualidad misma, sino por degenerarla, poniéndola al servicio de vuestro egoísmo. Algunos científicos vuestros han establecido calendarios propicios para regular la fecundidad, y esto no es negativo.

‑Conocemos estos métodos, pero son poco seguros.

‑No Juan, no son inseguros los métodos, sino las personas. Educaros primero, y luego asimilar el método. El cuerpo posee una mente instintiva capaz de crear un orden perfecto hasta en la fecundidad.

‑Pienso que os reiteráis excesivamente en la naturaleza, parece como si todo lo resolvierais en esta consulta constante. ¿Cómo es posible?

‑Vosotros no sois como afirman los científicos, el resultado de un montón de combinaciones físicas y químicas. Cada una de vuestras células está absolutamente programada para asumir un papel conforme a unos estímulos exteriores y otros interiores, que hacen al cuerpo armónicamente funcional. Estos estímulos externos provienen de la fuerza que mueve billones de universos y trillones de galaxias. ¿Crees que una fuerza de tal naturaleza, puede dejar algo al azar? ¿No crees que tiene los recursos necesarios para enseñar perfectamente un código de vida y de armonía? Los estímulos interiores a su vez, son absolutamente desconocidos para vosotros, puesto que no queréis penetrar en la motivación primaria del hombre, que tiene su origen en el principio hermético de la Divinidad por expresar su identidad potencial.

Tomó   una pequeña pausa y con animosidad de penetración interior, añadió:

‑Los más profundos pensamientos, las más grandes definiciones y lo más potente, se pueden contener en un solo latido o un simple gesto de amor. Debes acostumbrarte a mirar lo pequeño, y verás cuán grande se hace en el tiempo de tus descubrimientos.

Por fin penetramos a otra sala en la que junto a una camilla amplia, se encontraban otras personas, cinco exactamente, que sonreían a nuestra llegada y que se apartaron delicadamente para dejarnos acercar al lecho sobre el cual se encontraba reposada, una bella mujer de cabellos negros y rasgos especialmente maternales, si es que puede valer esta definición. Yo esperaba encontrar una mujer jadeante y llena de dolores, pero simplemente estaba sonriendo y por su rostro asomaban lágrimas de felicidad. Su esposo, mejor dicho su compañero (puesto que no existe el matrimonio como lo entendemos nosotros), tomó su mano derecha y parecía infundirla todo el contacto y animosidad de su corazón expectante. Todos los presentes juntamos nuestras manos a partir de las dos de la madre, y nos centramos en ella para observar como la pequeñísima cabeza salía de su madriguera materna, seguida de todo su cuerpo, sin que nadie le ayudara en su maniobra. La madre no dejaba de sonreír, y no acusaba ningún dolor. Me quedé perplejo ante la felicidad del nacimiento, y miré al niño chiquitín que gateaba desde el principio para acercarse al pecho de su madre. En ese momento, un médico rompió el círculo humano y se puso a atender convenientemente al nacido y a la madre, conforme a la técnica que él parecía dominar con soltura. La madre entrega posteriormente el niño al padre, que pone su mano derecha sobre su frente y se lo entrega al inmediato siguiente, y así hasta retornar a la madre después de pasar por todos. Acto seguido me es entregado a mí, y en ese momento siento el latido de toda la naturaleza vibrar en el respiro de aquel insignificante ser que me acerca a la sublime sensación de tener a Dios entre mis manos. Recuerdo ahora, como todo mi cuerpo y toda mi alma, gritaban silenciosamente de alegría dándome a la vida que tenía entre mis manos. Quise darle todo y me sentí en él, hasta que las lágrimas irrumpieron inconsolantes. Su madre me miró con ternura y me dijo:

‑Juan, hermano mío, los ojos de mi hijo mirarán entre las estrellas a tu espíritu, que ahora le acoge feliz y le reconoce como hermano por siempre. Le llamaremos Juan para recordarte en él.

Salimos de la sala y enfilamos el sendero blanco, con una experiencia que no sólo dejó huella en mi corazón, sino que ha motivado intensamente la comprensión de otros porqués hasta ahora intrascendentes para mí. Era siempre inevitable abstenerse de preguntar y me dirigí a mi maestro como tantas veces:

‑Lo que más me ha impresionado es que la madre no se quejó en ningún momento.

‑No tenía que hacerlo, pues no sentía ningún dolor. E1 dolor sólo está latente en vuestras mujeres, por ser fundamental en la ascensión evolutiva que acerca al bien y a la perfección por medio del sufrimiento. Dicho está: "Parirás con dolor...", y esto por la dualidad que forma vuestro devenir. Nosotros sólo ascendemos en la polaridad del bien por el bien, y no conocemos el mal ni el dolor, puesto que no es operante en nuestra naturaleza ya experimentada y concienciada.

‑ ¿Cómo es posible que el niño gateara al nacer?

‑Es el primer reflejo de autosuficiencia que nuestra raza produce en su evolución. Es una señal importante que denota autonomía, autodiscernimiento e impulso de vida.

‑ ¿Por qué pusimos la mano en el niño?

‑En nosotros estaba potenciada y delegada la esencialidad del cosmos a través de las siete ideas primordiales, que se canalizaban en nuestras manos hacia el niño. Además, el primer alimento que el nacido recibe a su alumbramiento, es el testigo de nuestra vivencia y de nuestro ánimo de continuidad.

‑En vuestra ciudad no he visto malformaciones en las personas...

‑Lo normal es que no se den tales anomalías en la evolución ordenada de todo cuanto existe. Vosotros ahora, recogéis los frutos de una ruptura de valores que a través de miles de años ha degenerado el árbol genético y moral que sólo podía dar el fruto de vuestra desarmonía.

Seguido por mi maestro, me acerco al lago que rodea la ciudad, donde se reflejan las infinitas formas de los rayos del Sol ardiente. Parecía un espejo lleno de colores, como si cada rayo se multiplicara en miles de aspectos luminosos que producían más y más resplandor sobre el agua y en la vegetación que rodeaba al lago. Me dejé caer en el suelo, y todo mi cuerpo parecía buscar inconscientemente la tierra para fundirse con ella en un eterno y sincero abrazo de participación, pero un extraño pudor me obligaba a ponerme en pie y me esforzaba por parecer normal en este estado tan raro. Manor como adivinando mi pensamiento, me dijo:

‑Tu cuerpo no es más que el resultado y la traducción de la naturaleza, y como ser material has de sentir el abrazo de ella; por tanto, no debes avergonzarte por poseer y ser poseído por lo que te identifica y se asemeja a ti.

Haciendo una flexión, Manor se arrodilla sobre la tierra sembrada de vegetación, y pone sus palmas sobre la misma mientras sus ojos parecen taladrar la corteza que pisamos y nos sostiene.

‑ ¡Abraza la tierra Juan!, ¡siéntela vivir y palpitar!, ¡ámala en esta comunión!... ¡ámala Juan!

Totalmente liberado me dejo caer sobre la misma, que siento tira de mí con gran fuerza, y todo mi cuerpo se mueve acunado con un sentimiento de participación indescriptible. Parecía que mis brazos se habían alargado hasta la montaña, y que la montaña la sentía al borde de mis dedos. Los pies me parecían húmedos del agua del lago que se juntaba con mi sangre. Un gran mareo me adormeció para sentir impetuosamente 1a fuerza dinámica de un universo que bullía en mi interior. Es inenarrable la potencia que sentí en mí mismo, pensé por un momento ser Dios pues todo estaba pleno en mí y era sólo yo el que se conjugaba en primera persona. Ahora sentía la energía impulsora de los vientos y de los mares, la violencia de la tormenta, la calma del atardecer y el ímpetu de los volcanes. Parecía que todo y yo, oramos una sola cosa y que nada podría hacerme regresar a mi consciencia o realidad.

Me senté junto a mi hermano y me pregunté cómo no se puede amar a la naturaleza. Sólo tiene el pecado de darnos mil por uno y producir miel y leche, alimentando nuestro paso y dando sentido a cada sueño que elaboramos y vivimos.

Ahora en las ocasiones en que la fatiga física y moral ha alejado mis pasos del bullicioso mundo que nos envuelve, y mi frente se ha erguido al paso de mi cuerpo entre los árboles y las rocas de los montes, he llamado a cada duende de este maravilloso orden natural. Todo me ha alimentado y enseñado su saber, y pleno de esta sensibilidad he encarnado el dolor de la Tierra herida por el hombre, y he recibido de sus finos labios, la enseñanza inmaterial e irrazonable de sus demandas amorosas. He comprometido mi espíritu en un futuro de justa valoración y restitución hacia la naturaleza; y ella y yo, nos hemos amado y sentido uno en este compromiso transformador. Ahora sé muy bien, que será ella la que tutelará cada una de mis células y cada una de mis potencias, por obligarse y obligarme en este compromiso futuro.

Manor proseguía:

‑Si el hombre arriara la naturaleza sacaría de sus secretos, el saber necesario para erradicar la enfermedad y escalar el bienestar de su vida. ¿Te has preguntado, cuántas reacciones físicas y biológicas se dan simplemente bajo tus pies?, sólo para explicarlas necesitarías miles de libros, y sin embargo creéis haber llegado al summun de la sapiencia y la tratáis como elemento de segundo orden.

‑No es que no la amemos, es que no tenemos tiempo para sentir estas cosas que ahora puedo vivir contigo.

‑ ¿Cuántas veces has visto al Sol o a la Luna con prisa?, ¿acaso el hombre es más que el Sol? Sólo en el equilibrio del tiempo y del espacio se puede saborear el encanto de la vida.

‑ ¿Que es la vida para vosotros?

‑La vida es la expresión máxima de la existencia; todo instante está lleno de motivaciones, realidades y esperanzas. Aprovechamos enérgicamente cada momento, y ya desde el nacimiento, nos proyectarnos en las funciones del jardinero, médico, biólogo, o cualquier otra profesión. Queremos escalar todas las columnas del conocimiento. Amamos entrar en el fondo de las naturalezas muertas, y en el dinamismo de las cosas vivas. Cada página es un aprendizaje que deseamos guardar como experiencias eternas en nuestro espíritu, las cuales delegamos en la continuidad de nuestra raza, que es a su vez nuestro soporte físico y psíquico para nuestro retorno. No entendemos cómo puede haber seres que se quiten la vida.

Mis ojos se posaron sobre las aguas del lago, y pregunté a cada pliegue de sus movimientos sobre el sentido de la vida. Y de cada pliegue y de cada rincón, salió una bella respuesta que anegó mis razones creando un sentimiento de plenitud y de vida. Todas las contestaciones que el hombre necesita conocer, están impresas en los millones de vidas que alimentan y que fortifican su ánimo y su vida misma.

‑Te contaré una bella leyenda que nuestros antepasados transmiten y que habla del nacimiento del hombre: "Se dice que en el tiempo remoto, sólo existía Tierra; Dios hizo la luz para poder ver esta Tierra y una vez contemplada, sembró muchas semillas sobre ella regándolas posteriormente hasta que comenzó a germinar y a asomar el hombre sujeto por los pies al suelo. Y era tan perfecta la semilla, que pidió a su sembrador libertad para multiplicarse por medio de la siembra, Dios se compadeció y mandó a unos bellos jardineros, que cortaron suavemente los tallos y raíces que le sujetaban a la Tierra...".

En nuestra información instintiva está viva esta dependencia terrena, y procuramos en todo momento dinamizarnos y vivir intensamente, hasta que el tiempo y la Tierra misma nos atrapan de nuevo en la vejez, por pertenecerla y ser imposible escapar de su abrazo final. Está dicho:"E1 polvo al polvo...".

‑Es una leyenda llena de sentido y de reflexión, sin duda tu pueblo ha vivido siempre muy unido a esta realidad de dependencia.

‑Como te he dicho querido hijo, nuestro cuerpo es el espejo de la naturaleza a la vez que la expresión o semejanza del cosmos que nos contiene. Si miras tus células, verás los planetas; los centros nerviosos serán los Soles; los tejidos serán las galaxias y los músculos y nervios, las líneas de dinamismo y magnetismo: "Todo lo que es arriba, es abajo", decía el antiguo escrito, y es realmente cierto que sólo observándose en sí mismo, se puede acercar el hombre a la comprensión del universo y del cosmos. Vuestros biólogos deberán reconocer que en el hombre se dan todas y cada una de las sustancias naturales que os rodean y por tanto mirando en vosotros mismos veréis la enorme realidad que os forma y sostiene.

Yo dudaba de todas estas afirmaciones y aunque comprendía bien y aceptaba lo de la naturaleza contenida en nosotros mismos, no veía la relación del cosmos y el universo; pero una vez más el maestro me atajó en el pensamiento y me dijo severamente:

‑Nunca o muy pocas veces ejercitáis esta potencia maravillosa de la imaginación, es más, cuando los niños en su infancia comienzan a hacerlo, los castigáis por creerlo malo o innecesario. No te das cuenta que mi imaginación es tanto como mi garantía de eternidad y de futuro.

‑No te entiendo bien, ¿por qué de futuro y de eternidad?

‑Haz un pequeño esfuerzo y comprende lo que ahora te voy a decir, porque es parte de una verdad liberadora que el hombre debería vivir. Puedo imaginarme que viviré 100.000 años, ¿quién puede impedirme creer que al final de este tiempo, yo reencarnaré de nuevo?, ¿quién?...

‑Nadie, la imaginación es una potencia en nosotros que goza de libertad auténtica.

‑Es cierto, pero ahora te pregunto: ¿Acaso puedo yo imaginar algo que no sea realizable por Dios, o que no tenga sentido en su naturaleza?, si así fuera; es decir, si soy capaz de crear un principio que no esté previsto en la Divinidad, yo sería más que Ella.

‑Supongo que todo está previsto y programado para que sólo podamos imaginar aquello que tiene sentido o realidad en Dios.

‑Ciertamente Juan, puesto que en caso contrario crearíamos otro principio antagónico y opuesto a la Unidad Existencial. Luego, si yo imagino que al final del tiempo viviré, es un futuro perfectamente realizable al condicionarlo y proyectarlo en el tiempo.

‑Bueno, pero lo que imaginamos y la realidad misma, son absolutamente diferentes; no necesariamente se tiene que dar aquello que he imaginado previamente.

‑ ¿Qué realidad es distinta que esa imaginación?, ¿la realidad relativa a ese momento de reflexión?..., pero no tienes en cuenta las realidades que yo sumaré en el tiempo que me he proyectado.

‑Ahora sí que no entiendo nada.

‑Cuando tú estás comiendo un plato de sopa, ¿qué momento es más real?, ¿el de la primera cucharada, o la que hace el número diez?, ¿no te das cuenta que el acto de "imaginar comer sopa", el tiempo tardado y el devenir del acto en sí, es sólo una auténtica realidad, y que ésta está repleta de otras pequeñas realidades, otros pequeños tiempos y otras pequeñas imaginaciones? E1 hombre tiende a separar la imaginación de sí mismo y esto es un error, porque tiene la función de continuidad y creatividad constante. No os dais cuenta que es la herramienta más grande que tenéis para vuestra proyección. ¿Qué hubieran hecho vuestros sabios sin esta herramienta?..., entonces, ¿por qué condenáis a los que dan sentido a esta realidad en su interior?

Yo no salía de mi asombro, pero me parecía demasiado seguir hablando de tantas cosas grandes y pensé que en adelante tendría en cuenta este sentido de la imaginación. Manor no obstante, quería impulsarme este conocimiento e insistió:

‑Cuando tu cuerpo y tu ánimo reposen en la noche después de la jornada, reza intensamente con la imaginación a tu Dios. Hazlo grande y píntalo de millones de colores, traspasa las formas, dibújate un libro y abre sus páginas repletas de secretos. Habla a tu alrededor de aquello que tu imaginación dibuja en tu interior, es muy probable que los semejantes no te comprendan, pero tú vivirás en la libertad de crear y edificar constantemente.

Cuando regreses a tu civilización hablarás sin parar, de este principio y dirás a la gente que imagine el amor, la paz, la justicia y el bienestar; que los invade enérgicamente para que su alma se llene de esperanza y su vida adquiera un nuevo sentido de espera y de progreso. Cuando tú dices que has visto un universo verde ¿quién puede negártelo?, ¿por qué no puede existir? Si el hombre penetra en la realidad que le envuelve y le contiene, asistirá a la proyección de una película de ciencia‑ficción inimaginable.

¿De qué color son el amor, la justicia y la paz?...

‑No tienen color.

‑No Juan tienen color, sólo depende del pintor y del lienzo donde lo pinte. Muéstrame tus ojos y yo veré en ellos el color de tus sentimientos; es precisamente en este lienzo, donde los sentimientos adquieren color y son percibidos por el sentido del observador con perfecta nitidez interior. ¿De qué color es la tristeza?, ¿no lo sabes verdad?, pero lo sé mirando a los ojos tristes de un niño; comprendes e identificas su estado.

¡Imagina, Juan!, ¡Imaginad cada cosa nueva y bella!, ¡pintadla en vuestro interior, dadle forma con vuestras manos y con vuestra naturaleza!, ¡Encontrad a Dios en esta potencia maravillosa de la imaginación!

‑Debo reconocer que tienes razón, no la usamos con frecuencia si no es para preveer desastres, negatividad y dolor, en mil formas y modos.

‑Es precisamente esta negatividad que imagináis, la que os lleva a la situación que habéis fabricado previamente. Fíjate si es resolutiva y operativa la imaginación que inevitablemente os lleva a los efectos que habéis edificado en vuestro interior. Revisa la creatividad de la raza; comprueba la de los artistas y creadores que sólo buscan lo grotesco, lo ambicioso, lo absurdo y lo violento; son incapaces de imaginar la paz, el amor, la justicia.... Revisa el pensamiento de los militares, de los tiranos, de los insaciables. ¿Qué crees tú que pueden imaginar estos seres?

‑Supongo que aquello con lo que sueñan.

‑Sí Juan, sí, sólo con ello; y por tal motivo vuestro futuro deviene al camino que construís.

Todo este día era escalar y edificar nuevos conceptos. La presencia de mi maestro en cada inquietud y en cada demanda era constante. Sólo debía vivir para escucharle y aprender. Me habló durante mucho tiempo de la imaginación y de su función específica, pero no podría describir los conceptos, que sólo tienen sentido en la participación interior y en la convivencia absoluta de la fuerza creante viva en tu alma.

Es curioso, después del tiempo sólo pido tener preguntas que hacerme, y recuerdo las palabras de Manor, que me aseguraban con firmeza:

‑Recuerda bien Juan, que la medida de tu sabiduría, no se dará por el número de respuestas que sepas darte; sino por el número y calidad de las cuestiones que tu evolución pueda plantearte.

Yo no entendía muy bien aquella afirmación y el me explicaba sus palabras:

‑Las respuestas están en el espacio, en el tiempo, en los libros, en las experiencias y en las vivencias, pero las preguntas sólo pueden nacer y crearse de tu inquietud.

La pregunta del pájaro no es igual que la tuya, ni la del viento, ni la de tu prójimo. Sólo en tu evolución y en tu motivación, podrás preguntar y preguntar, hasta el final del tiempo y del espacio. La última pregunta se la harás al mismo Dios vivo y entero.

Tenías razón Manor, ahora desde mi reflexión sólo puedo reconocer aquella enseñanza, pues la tristeza me invade el día que ninguna cuestión ha llamado a mi inquietud. Hoy quiero saber una cosa, mañana otra y así cada día me mido en esta inquietud que sólo me anuncia mi vida y mi paso.

 

 

LAS ENERGÍAS

 

Lo más curioso de entre la mole de edificaciones y casitas que formaban la ciudad, eran sus siete torres. Mi vista se posó sobre cada una de ellas y pude observar que de sus cimas salían colores semejantes a los del arco iris, los cuales confluían en el centro exacto de la ciudad, formando en dicho punto un rubí en forma de corazón de profundo color rojo inmaterial y vaporoso. Ese corazón era el pulsador y catalizador de las frecuencias y ritmo del pueblo. Ante esta perspectiva, comencé a preguntar:

‑Manor, me gustaría que me explicases la función exacta de estas torres y sus colores, que me parece se forman en su interior y en su entorno.

‑Lo que ahora te voy a describir, trata de encerrar el principio motivador de la existencia. Nosotros somos el resultado de siete emanaciones coordinadas por una Superior Inteligencia, que ha instrumentalizado dichas fuerzas en función de nuestra vida. Y es precisamente a través de estas potencias, que nosotros recibimos el alimento psico‑espiritual y material para nuestro devenir. Su funcionamiento a grandes rasgos es el siguiente: La Suprema Inteligencia residente en un emanador central de naturaleza ideal, ingrávida y sutil, delega su sustancialidad en otra escala que la sostiene más elemental y contenedora no obstante de su principio creador. Nuestro Sol, es un receptor de estas energías ya transformadas, para que en su interior sean psiquizadas y canalizadas a la naturaleza, que las recibe en millones de matices y expresiones. Nuestras torres son receptoras de estas energías vitales que repercuten en nosotros y en nuestra naturaleza bio‑física, psíquica y espiritual, que a semejanza de un computador, las recibe como alimento o maná preciso para nuestra existencia.

Todas las alteraciones del alma psíquica y espiritual, son registradas instantáneamente por los paneles centrales que controlan constantemente nuestra salud y nuestro paso correcto.

Los cristales receptores de las torres son instalados en un estado de pureza absoluta y fueron entregados por los patrones o seres patronímicos de nuestra existencia a los antiguos habitantes, con un programa bien preciso e inalterable.

La energía psíquica (como ellos la llamaban), no era una energía que yo pudiera identificar y le pregunté sobre la misma, obteniendo esta respuesta:

‑No es como vosotros pensáis. Vuestros eruditos hablan de la "psiqui" como un elemento segregado y adicionado al pensamiento o a la vitalidad interior del individuo; pero tal afirmación se escapa rotundamente de la verdadera naturaleza de esta energía que está segregada por el Sol, con objeto de incidir en los circuitos orgánicos e inorgánicos de los seres haciéndolos productivos y operantes. Es el Sol quien coordina la vitalidad total del planeta a través de sus energías diferenciadas, siendo una de las más importantes ésta psíquica que se traduce en el maná o alimento de vuestra alma y vuestro cuerpo.

Se detuvo durante un buen rato y prosiguió explicándome las características e incidencias de esta energía psíquica, pero su complejidad y naturaleza hacen imposible explicarlo con la simple palabra o con la descriptiva necesaria que mi pobre intelecto carece. Me hablaba de las torres y de su funcionamiento:

‑Los colores que puedes ver son exactamente la resultante visual de estas fuerzas coordinadoras y generadoras, que sólo son percibidas por aquellos que están directamente influenciados por este sistema.

‑ ¿Debo entender que un extraño a la ciudad no podría percibir estos colores?

‑No sólo no podría ver las líneas luminosas, sino nada de lo que tus ojos contemplan; seguramente para ese extraño toda la ciudad se tornaría en una estepa árida y no identificable.

En vuestra civilización y en torno a vosotros, existen millones de dinamismos motivadores que sois incapaces de captar, porque sólo podéis percibir aquello que vibra en vuestra frecuencia. No obstante con la mayor arrogancia, aseguráis que no existe vida, al no percibirla por vuestros sentidos. ¿Existe o no mi pensamiento?, ¿puedes tú acaso verlo?, ¿puedes sentirlo?, ¿puedes contenerlo?..., sin embargo no sólo existe, sino que es absolutamente operante y definitivo.

Cuando vuestros científicos envían un satélite explorador a otro planeta, afirman que no existe vida ni inteligencia al no reflejarse en los aparatos, previamente programados para observar sólo una forma particular de vida y no todas.

Memoriza el impacto de los infrarrojos, del rayo láser, de los rayos X, en fin, cualquiera de los hallazgos en el tiempo. Ante estos descubrimientos, cualquier persona que hablara de estas hipótesis estaba necesariamente condenada a la hoguera. E1 hombre debe liberar sus sentidos si quiere conquistar 1a verdadera naturaleza de la poliédrica existencia universal.

De las declaraciones de mi maestro se podía pensar que eran seres sin libertad, sujetos a estas energías tiranas que ataban su voluntad, pero mi hermano me dijo con una sonrisa en sus labios:

‑Tal supuesto se daría según vuestra lógica, si se tiene en cuenta que sois libres de practicar el bien o el mal. Pero en nuestra civilización conocemos el mal y todo lo que lo produce, y procuramos experimentar y evolucionar en un solo signo y sentido. La supuesta represión de las torres no es tal sino que por el contrario, son nuestras muletas o motivos que nos empujan sin limitación en la escala de los valores absolutos.

Durante mucho tiempo me planteé la vida en un paraíso, donde todo se hacía y se programaba en un solo signo de evolución. Tal planteamiento sería dispar para cada individuo. Si yo no me he satisfecho del robo, vivir en un mundo donde no existe tal delito, sería un tormento. Si no me he satisfecho del odio, de la crítica, o de la mentira; si me gusta con exceso el vicio de la droga, del alcohol o las mujeres, mi vida en ese supuesto paraíso sería un suplicio. Pero si por el contrario mi cuerpo y mi alma sólo se resisten y piden a gritos, paz, justicia y amor, aspirar a esta vida sería la mayor esperanza e ilusión.

La forma de vida de estos seres podría llegar a ser monótona y le pregunté a Manor:

‑Con esta forma de vida, no tendréis necesidad de represión o de castigo...

‑Lógico, puesto que al no producirse el mal, no tiene sentido el castigo y por tal motivo no existirán elementos castigadores o represivos.

Nuestros códigos informativos a nivel espiritual y biológico sólo producen y empujan al bien por el bien. De la misma forma este empuje radica latente en todos los elementos existenciales del cosmos, que son creados con solución de continuidad y por tanto, nuestro futuro se ve condicionado por este empuje. En vuestro caso y en vuestra particular civilización, el empuje evolutivo hacia el bien es de una débil naturaleza e influenciable por cualquier elemento perturbador.

‑Si dices que hay elementos perturbadores o de signo contrario, ¿éstos no tienen impreso el empuje de la evolución?

‑No es cierto Juan, los unos y los otros devienen al mismo fin, pero con lógicas diferentes y con programaciones complementarias.

‑ ¿Cuál es el elemento contrario en nuestra dimensión y en nuestro mundo?, ¿acaso el Diablo?...

‑No es el Diablo como tú afirmas, puesto que Él sólo tiene la función de motivaros y de empujaros al bien por medio de las pruebas que os impone y de las tentaciones que os ofrece. Vuestro verdadero problema está en el mal que constantemente producís y que engordáis, hasta formar un tirano que os domina y os instrumentaliza en los fines más perversos.

Los asesinos que condenáis no son culpables más que de dejarse atrapar e instrumentalizar por este mal que gravita sobre vuestras cabezas.

‑Tú me dices que no tenéis políticos, ni ejércitos, ni policías, pero supongo que tendréis alguna forma de orden social o coordinador de vuestras tareas.

‑Efectivamente la tenemos, pero de una naturaleza propia a nuestra metodología.

Me acercó enseguida a una sala espaciosa que se encontraba en el centro de una casa con un sólo piso, su techumbre era muy rudimentaria. En su interior se veían unos grandes paneles, repletos de colores y rayas luminosas alineadas con un orden extraño y que intermitentemente se encendían y se apagaban, siguiendo un compás oculto en el interior de una máquina que colgaba de dichos paneles y que era a su vez manejada por un hombre alto, que constantemente ponía sus manos sobre una pantalla llena de luz, con sus ojos fijos en el tablero.

‑Lo que estás viendo es simplemente una computadora que recoge los estímulos psico‑físicos y biológicos de todos los seres coordinados por nuestro sistema. Todas las carencias o excesos producidos por dichos entes tanto individual como colectivamente, son captados y registrados en los paneles y estimulados energéticamente por el operador.

El hombre que atendía la máquina, volvió la cara y pude apreciar una tez aceitunada, con cejas pequeñas y ojos de intenso color azul. Su pelo, rubio de fuego, caía sobre sus hombros, revestidos de túnica amarilla, y que me dijo:

‑ ¿Ves estos colores azules en el lado superior de esta pantalla?, están denunciando una carencia de dinamismo vegetal en una determinada zona de la ciudad, que habrá que equilibrar con nuestra labor de reposición.

Un hermano salió de una sala contigua y presuroso se encaminó a ordenar los elementos y los hombres precisos en la tarea de reposición con los medios más rudimentarios y las herramientas más tradicionales que pudiéramos imaginar.

Por un lado la computadora, y por otro, las herramientas y las pautas tan sencillas de estos seres.... Yo no podía explicarme este dispar y anárquico proceder, pero una vez más mi hermano me decía:

‑No terminas de entender la simbiosis de lo nuevo y lo viejo en nuestra civilización. Ahora verás cómo en el extremo de la ciudad, otros hermanos se acercan a manipular la vegetación de dicho lugar consiguiendo así dos efectos: primero, nutrir la naturaleza vegetal residente en el hombre por medio del contacto físico, y segundo; percibir y manipular los elementos naturales, que sensibilizan nuestro lenguaje con la tierra que habitamos.

‑Entonces, ¿esta máquina establece y programa la cantidad de alimentos que necesitáis, las cosechas que debéis de realizar y cuanto os es necesario en vuestras vidas?

‑No sólo eso Juan, sino que capta los estados más elevados de las constantes psíquicas y físicas de cada individuo; los accidentes metereológicos, condicionando su intensidad y frecuencia; los más complicados y sofisticados cálculos provisorios necesarios en nuestro futuro, así como el estado general del pueblo. Mide la intensidad dinámica del centro emisor central de la Tierra y las frecuencias sísmicas de la corteza planetaria. Recoge también datos espaciales y extragalácticos que inciden de diversas maneras en nuestro orden y evolución.

‑Es realmente maravilloso poseer una máquina así de completa. Si fuera posible trasladarla a mi sociedad, la vida sería maravillosa.

‑Si el hombre aprendiera y asimilara los ritmos latentes en la naturaleza física y psíquica de este planeta; si observara el devenir del universo que le envuelve, comprobaría que todo está coordinado por una macro‑computadora similar a ésta que tú ahora has visto. Si analizaras simplemente el cuerpo humano, observarías el mismo ejemplo de coordinación y de mandato.

‑Pero todo lo que me dices y he observado no deja de ser un tópico.

‑ ¿Te imaginas el trauma que causarías a cualquier antiguo guerrero romano o a cualquier contemporáneo, si les explicases los procesos simples de la electricidad?, ¿te imaginas su asombro si les enseñaras solamente una sumadora eléctrica, o una cámara de rayos X?

Movido por el interés de asimilar más y mejor de su orden social y de sus vivencias, pregunté a Manor que caminaba junto a mí serenamente:

‑ ¿Dónde está vuestra iglesia?, no he visto ninguna en el tiempo que permanezco junto a vosotros.

Esta pregunta debió causar un impacto terrible en mi hermano, porque comenzó a reírse como un niño pequeño. Yo me quedé un poco pensativo; sin duda, algo de mi comentario habría llevado cierto divertimento.

 ¡Juan...Juan!, ¿qué es, para ti una iglesia?, ¿acaso la simbiosis de los espíritus que operan en una misma dirección y con una meta y esperanza?, te pregunto a mi vez: ¿Necesita el espíritu de edificios grandes o simples?, ¿necesita de templos?

‑Tienes razón, el espíritu no necesita de tales edificios.

‑‑No querido Juan los necesita, y no de piedra cono habéis hecho en vuestra civilización, sino de carne y hueso. Jesús dijo: "Derribaré el templo y lo edificaré en tres días". ¿Acaso no se refería a su cuerpo resucitado el tercer día?

Habéis fabricado un Dios que se acerca más a una pobre naturaleza humana, que a la realidad de su potencia.

¿Habéis preguntado a vuestros niños cómo entienden ellos a Dios?, seguramente os avergonzaríais al comprobar que hablan de un Dios injusto, vengativo, tirano e intolerante. En definitiva más semejante a un hombre próximo, que a la realidad. Tratáis por todos los medios de contenerle en los libros, en los ritos y en la lógica que luego adquieren los niños, con una debilidad manifiesta y que les lleva a la larga a rechazarlo como Divino y Sobrenatural. ¿Quién puede contener a Dios? E1 no necesita de ritos pasivos y estúpidos, sino de consciencias operantes y reconocedoras de su verdadero poder creativo y omnipotente.

‑Tu imagen de Dios es un poco irreverente

‑La vuestra es diabólica. Habéis convertido a Dios en un ser débil, tolerante, que se sienta como una ramera entre los políticos, los tiranos y los asesinos. Vuestros ministros de la ley divina son los más culpables por haberlo dibujado y utilizado a sus fines egoístas.

Escucha la paradoja de vuestra religión: "En el tiempo pasado, fueron vuestros enviados para hacer prosélitos entre los salvajes, procurando que éstos abandonasen sus ritos, como la danza al fuego o la adoración al Sol". Pero vosotros les habéis impuesto otros más extraños y complicados. Ellos se preguntaban qué diferencia podría existir entre danzar en torno al fuego y observar a uno de vuestros vicarios dar vueltas a un altar, con un incensario en sus manos. Pero ante esa duda, les habéis escarnecido y perseguido hasta después de la misma muerte.

Hemos visto a vuestros sacerdotes y a vuestros obispos, sentarse a la misma mesa de políticos y Jefes de Estado que tienen como método y norma el asesinato y la represión más diabólica. Hemos visto recorrer y visitar las guaridas de los especuladores y crear imperios económicos, capaces de desafiar a los más potentes de la Tierra. ¿Cómo pensáis que es Dios?, ¿Tú crees que puede ser, tan débil y tolerante?...

Por vez primera y única, vi a Manor realmente enfadado con estas imágenes, pues sentía en su ánimo un coraje inmenso al denunciar a la clase tuteladora y gobernante de nuestra sociedad. Yo le decía que no era tan trágico el estado de las cosas y que juzgaba excesivamente duro a esa clase dirigente, pues sin duda, existen personas y seres capaces de sentir la justicia y practicarla. No todo es tan inhumano en nuestra sociedad. Manor con la mirada taladrante de sus ojos me decía aún con más energía:

‑ ¡Claro Juan, claro!, hemos recorrido país por país, orden por orden, sistema por sistema y en todos ellos hemos visto la justicia reflejada en los tratados y en los discursos, pero también hemos visto al otro lado de esta imagen, niños que se mueren de hambre a millones. Guerras y tiranías que atormentan a los pueblos. Perseguidos por la falsa justicia, escarnecidos por la inmoralidad; en fin, no existe ángulo sobre la Tierra en donde no reine el desequilibrio, y sus consecuencias se sientan impetuosamente en toda clase de tormentos. ¿Cómo es posible esto, si todas vuestras instituciones y dirigentes son buenos?, ¿acaso ocasionamos nosotros vuestro mal? ¿A quién tengo que disculpar, ante la imagen de un niño tiritando de frío y muerto de hambre?, ¿a quién debo tolerar? ¿Quién puede tirar la primera piedra? ¿Dónde están los justos? .... Mis palabras no son duras, más bien lo son vuestros hechos. Recuerda al Maestro dirigiéndose a la clase sacerdotal de aquel pueblo sordo; ¿no era É1 mucho más duro que yo? ¿Cuántas cruces habéis preparado para los valientes que han podido y querido alzar su voz contra la injusticia? ¿A cuántos habéis condenado por haberos ofrecido y entregado sólo amor?

No pude contestar a estas preguntas, pues denunciaban un estado de cosas y una forma de vida a la que ya nos hemos acostumbrado por desidia y por el propio reconocimiento instintivo de nuestra animalidad e incapacidad de vivir ordenadamente.

Mi corazón voló hacia el Amor de los Amores, encarnado en el padre de muchos hermanos míos, que también visitó la cárcel de nuestra incomprensión. No sé si mis palabras valdrán de algo, pero debes saber que en mi corazón existe la misma fuerza que tú me has donado por tu boca, y esa fuerza ha dado testimonio de tu inocencia. Algún día se hará Justicia y se te restituirán las lágrimas que tu corazón vertió en el enclaustramiento de la persecución moral y física, a la que te viste sometido por la intolerancia y el rencor de lo humano. Sea este párrafo un lapsus de incoherencia para el lector, pero también una certeza para los que saben a quién y cómo me dirijo.

 

Después de todos estos diálogos y vivencias debo afirmar, que no están tan lejanos los días de un nuevo orden. Seguramente ya están en marcha los procesos que harán posible esta computadora y estas energías, que llenarán nuestras vidas de paz y progreso justo.

 

 

LA ALQUIMIA

 

Aquel atardecer, acompañaba a Manor un hombre más alto que él, de mayor edad, con barba blanca y aspecto paternal. Ambos se acercaron a mi presencia y me invitaron a seguirles a una habitación, que habitualmente este nuevo amigo empleaba para reposar. En este aposento lo primero que resaltaba eran los múltiples frascos, alambiques y otros elementos de laboratorio, combinados con utensilios muy rudimentarios como atriles, sobre los que reposaban viejos libros y varios paneles con dibujos astrales o solares. En un lado de la habitación ardía un fuego alimentado por leña seca, y en otro ángulo pude situar un telescopio o algo semejante, que salía por un amplio ventanal.

El acompañante de Manor, cuyo nombre sonaba más o menos como "Lerón", tomó un frasco o recipiente con agua y vertió en su interior un polvillo azul. Luego me miró invitándome a sentar y me habló solemnemente:

‑Bien querido Juan, una de las experiencias que debes vivir junto a nosotros se asemeja mucho a la alquimia antigua que vuestros conocimientos históricos sitúan en la Edad Media de vuestro tiempo.

Tomó después el frasco y lo puso encima de un mechero de llama viva. De nuevo tomó asiento y volvió a hablar en el mismo tono:

‑La alquimia es como sin duda sabes, el arte de mutar y no exclusivamente los metales, como parecen afirmar los eruditos, sino más bien la facultad que reside en el espíritu capaz de transmutar los estados más diversos de la energía materializada o materializante. Esté en el estado dinámico, o potencialmente estático.

El espíritu es el elemento primordial, y atrae sobre sí el dinamismo o la energía necesaria para mutar. Pero no basta sólo esto, se tiene que dar una objetividad real y adaptarse a una cordura o método justo. E1 simple hecho de mutar el odio en amor y el mal en bien, es precisamente alquimia en uno de los grados más elevados. Esto es en síntesis la alquimia.

‑ ¿Qué es la piedra filosofal tan buscada a lo largo del tiempo?

‑Es una superconcentración de energía que satisface todas y cada una de las demandas psico‑físicas y espirituales creadas en torno al objeto o sujeto a mutar.

‑ ¿Dónde se encuentra esta piedra filosofal?

‑No existe en estado natural, se forma de la objetividad o voluntad del sujeto o del objeto a tratar.

Siempre es el espíritu el que atrae sobre sí esta energía, y es la inteligencia la que elabora el proceso objetivo.

‑ ¿Quieres decir que no hay un método fijo para cada caso?

‑Si hubiera un método fijo la alquimia se contendría y limitaría como es forma acostumbrada en vuestra lógica, al abarcar cada cosa con connotaciones férreas, matando así la propia naturaleza de los elementos cambiantes y evolucionantes. La alquimia no tiene normas fijas, cada incógnita lleva consigo nuevos "porqués" que educan al alquimista y le proyectan en su investigación. No obstante cada conocimiento ya asimilado, hace en sí cierta metodología que aplicamos indistintamente en cada proceso. Por ejemplo: las operaciones que hacemos ahora, combinar, los elementos primarios o naturales (agua, tierra o polvo, aire y fuego), que nos permiten poseer el elemento básico‑receptor de la energía que atraigamos hacia él.

¿Te gustaría tener en tus manos un color?

‑ ¿Cómo un color?, el color no tiene volumen ni forma en sí mismo, no es un objeto, es una cualidad o atributo del objeto.

‑Se puede no sólo tocar un color perfectamente aislado, sino sonar un pensamiento, o gustar una música. El hombre debería ver en cada elemento un sinfín de estados cambiantes que impresionan, no sólo una parcela de nuestra identidad, sino todos y cada uno de los sensores que la naturaleza a través de millones de años ha puesto en nuestros cuerpos perfeccionados. Y no sólo esto de naturaleza física, el hombre debe desarrollar la intuición del espíritu que le acercará a dimensiones nuevas de conocimiento.

Lerón tomo el recipiente con el líquido resultante del proceso efectuado y lo puso sobre la mesa delante de la cual nos encontrábamos Manor y yo. Lo introdujo a su vez en una maquinilla semejante a un molinete, en cuya base parecía tener una ranura, por donde precisamente comenzó a salir una especie de humo amarillento, para convertirse por momentos en algo más denso y gelatinoso que sin obedecer a las leyes de la gravedad permanecía a media altura de nuestros ojos y aunque parecía una materia más o menos viscosa, no terminaba de definirse en sus contornos y en su estado.

‑El estado antigravitatorio que puedes observar Juan, se lo da precisamente su naturaleza inmaterial.

‑ ¿Cómo es posible que sea inmaterial, si a mis ojos parece una sustancia capaz de ser, torada y por tanto debería estar sometida a las leyes físicas?

‑Precisamente tú la has definido como una cualidad aplicable a un objeto, y no un objeto. Es decir, no aislable con naturaleza propia, de ahí su estado de imponderabilidad.

Ante la maravilla de mis sentidos, tomó Lerón la sustancia entre sus manos y ocurrió lo más divertido de toda mi vida. Aquel elemento era capaz de traspasar las manos y los dedos, permaneciendo en el sitio exacto de su manifestación.

¡Cógela con tus manos, Juan!

La así con mis manos, bueno, sería mejor decir, lo intenté, puesto que la sustancia se resbalaba de entre mis dedos para permanecer en el mismo sitio, siempre como algo irreal y fantasmal. Lo realmente importante de aquella experiencia, fue el sentido de proporción volumétrica de un color que comprobé y que forma parte de mi espíritu.

A pesar de cualquier esfuerzo, no podré jamás transmitir con el lenguaje racional aquel sentimiento. Esa sensación de volumen y de materialidad de lo inmaterial, me ha hecho acercar a determinadas obras pictóricas en las que en alguna medida su artista se acercaba a esa sensación interior capaz de plasmar los estados cuatridimensionales que su alma sentía al momento de la realización y que al preciso instante de ser contempladas, despiertan en ti una sensación de llamada sensible que pone en juego lo abstracto y lo absoluto que cada sujeto posee.

Poco después nos levantamos de la mesa y nos sentamos alrededor del fuego para mirar detenidamente una bandeja de metal con una bolita de cristal, pero sujeta por una varilla también de metal, que se basaba en dicha bandeja y en cuya cúspide brillaba el cristal poliédrico. Tomó Lerón el agua o líquido resultante del primer experimento y lo vertió sobre la bandeja, disponiéndose a hablarme. Impulsivamente salió de mis labios otra pregunta:

‑ ¿Por qué siempre empleas el líquido?

¿Podrías ver sin tus ojos? Tus ojos y los objetos que ves a través de ellos están motivados en un mismo paralelismo, y por tanto son apreciados por tus sentidos; es decir, que están vibrando a la misma frecuencia y así son posibles las relaciones y manipulaciones entre ellos.

Si tú analizaras tu cuerpo, verías que la composición sustancial del mismo no es otra cosa que agua. La definición exacta del hombre debería ser: "agua fecundada por la Luz". De ahí que en el agua estén plasmados los caminos o vías de acceso alquímico a semejanza de tus ojos y las cosas que son poseídas por su visión. El sendero del agua y la Luz del que habló el Maestro de los Maestros Jesu‑Cristo, es el renacer, por tanto, bastará teóricamente activar estos componentes, para descubrir otros conceptos o límites, pero mientras el agua es de naturaleza física y manipulable por nuestros sentidos; es decir gobernada por nuestra lógica, la Luz no obedece a estos planteamientos, puesto que se refiere a la Luz del espíritu no sujeta a nuestra razón.

Delante de la bandeja que contenía el extraño mecanismo, puse toda mi atención en el cristal poliédrico que tornaba de color a cada instante, moviéndose onduladamente en todas las direcciones.

‑Lo que ahora estás viendo Juan, es un cristal psiquizado en la cuarta dimensión, para captar estímulos psíquicos y plasmarlos a realidades tridimensionales. En estos momentos la sensibilidad del cristal es tan elevada, que dibuja gráficamente con colores, los impulsos de nuestras conciencias pensantes y dinámicas. Con estos movimientos traduce materialmente un ritmo lógico que impresionaría cualquier medio, como un aparato parecido a vuestros electro‑cardiogramas.

‑Estoy observando que los elementos psiquizados están presentes en toda vuestra técnica o ciencia, como si dirigieran vuestra vida.

‑Si observaras atentamente los cerebros, verías este proceso plasmado en su funcionamiento, puesto que están programados matemáticamente para captar determinados fluidos de diversas naturalezas y psiquizarlos ordenando y volviendo funcional el cuerpo con su sistema nervioso y sensitivo.

Lo importante de esta experiencia querido Juan, es la comprensión de la inter‑relación existente entre las formas expresivas materiales y las causas esenciales que las motivan. Debes de encontrar la vía de unión entre estas realidades y entonces podrás penetrar en el verdadero sentido de la justicia.

‑ ¿Qué es exactamente la justicia para vosotros, Lerón?

‑Repetidamente verás en torno a nosotros, los signos de esta virtud. No medida en los planteamientos vuestros que llaman justicia al castigo o quizá en un sentido más elevado, a la distribución de las cosas. Para nosotros esta virtud es la emanación de la Suprema Ley latente en cada elemento existencial, que impulsa equidistante a cada cosa a su justo sitio y precisamente por respeto a esta Ley nuestras vidas sólo buscan descubrirla en cada manifestación, pues de su descubrimiento nace la verdadera Sabiduría, productora de orden, progreso y evolución.

Para nosotros la justicia es una meta total, mientras que para vosotros es un medio de represión, castigo y egoísmo. ¿Puedes dictar tú leyes a las plantas? Existe una Ley producida por la justicia, a la que el hombre no puede contener ni recortar por ser vital en la existencia. No obstante habéis ignorado ésta superior, para someteros a la necedad de vuestras disposiciones.

E1 clima y las palabras de mis hermanos crearon el carisma especial y trascendente, que pudo hacerme sentir precisamente la simbiosis de estos conceptos no tanto teóricos, como realidades perfectamente registradas en mi conciencia.

La dependencia hacia el cristal oscilante fue en tal momento absorbente, que pensaba estar totalmente hipnotizado, como si mi alma hubiera salido de mi cuerpo y se encarnara en la varilla de sustentación del cristal. Llegó a existir una compenetración total entre el movimiento mecánico, las formas y colores reflectantes del cristal y la esencialidad de los presentes que se encontraba encarnada en este punto de oscilación y reflejo. En ese momento fue cuando viví el sentido del dinamismo o movimiento motivado por tu conciencia y pude entender la inter‑relación de lo de arriba con lo de abajo, lo interno con lo externo. En aquellos precisos instantes se daba alquimia a través de nuestras conciencias y al retornar al estado total de vigilia, no pude por menos de preguntar:

‑Yo siempre pensé que los alquimistas transmutaban el oro y los metales, nunca imaginé todas estas cosas maravillosas.

‑Si vieras la frecuencia, veneración y carisma del oro, te llevarían a comprender que su naturaleza lo sitúa en uno de los pasos dimensionales y por tanto en un estado muy influenciable por el espíritu. Parece existir una relación entre el espíritu y este metal y la verás plasmada en la ofrenda de los ídolos, en la Adoración de los Reyes Magos, en el Arca de la Alianza y en tantas y tantas manifestaciones diversas relacionadas con la adoración.

Si la alquimia se realizara sobre el plano de la naturaleza vegetal, tu espíritu se proyectaría en la imagen siempre carismática de la rosa, y así mismo ocurrirá con otras formas afines al espíritu. Los antiguos alquimistas no ignoraban estas afinidades y precisamente operaban en este campo que tanta influencia recibe del elemento sensitivo y anímico. Nosotros hemos intentado en todo momento hacerte sentir todos estos vínculos de unión y afinidad, que a lo largo de tu vida podrán hacerte valorar el mundo de la verdad y del campo positivo.

Luego de este tiempo en mis actuales realidades, recuerdo haber estado hablando con mis hermanos sobre la historia de la alquimia y sus fundamentos. Sé que una realidad sustancial, está impresa en el espíritu y evoco este sentimiento al momento de la tristeza y del egoísmo para transmutarlos en paz y amor por saberme informado inconscientemente de esta enseñanza que al momento justo opera el milagro diario.

A mi regreso de la ciudad, tuve ocasión de frecuentar determinados grupos y personas que decían haber practicado o practicaban alquimia, pero unos basaban su trabajo en una fórmula más o menos sofisticada e hermética que no indicaba nada en sí misma por ser impersonal y carente de frutos; y los otros, actuaban por caciquismo que dirigía su pensamiento hacia un fin ambiguo y genérico. Yo no trato ni traté entonces de enfrentarme a ellos, éste no es mi trabajo, pero seguiré hablando de lo que mi corazón siente cuando me visita y posee el fuego del espíritu. En ese instante todas las fórmulas sobran. Basta un "¡Levántate y anda!", basta un "¡No está muerta, sólo dormida!" y basta un "¿Quién me ha tocado?", porque ésta es la alquimia del Espíritu Creante, mientras que la otra es una técnica elaborada, poseída y racionalizada, que puede o no atraer hacia sí la motivación del elemento o fuerza invocada, pero que no condicionará jamás ésta, para atender a la lógica que en ese momento elabora el sujeto poseedor de la fórmula.

Me enfrenté con personas que aseguraban tener la técnica mental más avanzada, capaz de mutar esto o aquello. Con otros que manifestaban interpretar la sabiduría hermética y tradicional de determinadas órdenes iniciáticas, pero al escucharlos sólo ellos se denunciaban en su impotencia al querer racionalizar lo abstracto y condicionar lo inmaterial. La naturaleza de la fuerza mutante no se sujeta a estas barreras condicionantes, siempre se conjuga en primera persona y debe ser servida con la ética que ella demanda; es decir, con libertad espontánea e intuición. Es necesario saberse instrumento y no instrumentalizar; es necesario servir y no servirse; es necesario dejar libre el impulso mutante y no condicionarle, sometiéndole a nuestro pequeño razonamiento. Algunos al afirmar todas estas cosas, decían que mi punto de vista olvidaba nuestro plano o nuestra razón; es decir, nuestras posibilidades, pero yo les decía y les digo: "A cada uno lo suyo" y "lo de cada uno, para todos". Un hijo no puede renunciar de su padre, lo mismo que yo no puedo renunciar al valor del espíritu. También yo le condicioné, pero mi sangre se alimenta de esta linfa y mi ánimo sólo busca acercarse al estado que sólo produce el placer de la contemplación y participación. No puedo ceder mi libertad al método o al razonamiento, pues nací en el signo del impulso, acunado por el fuego que devora cada sistema o elemento. Me confieso mutante y el cambio es mi elemento donde me muevo y respiro.

Antes de despedirme, Lerón se puso solemne y me dijo:

‑El principio de la alquimia hijo mío está en la cuna del Olimpo, donde el fuego de la mutación tiene su expresión más concéntrica y estática. Es un espíritu juguetón y dinámico y se expresa y respira en el continuo cambio de los estados y de los elementos. Nació para mutar y mutando morirá en el seno de su propia esencia; para con su muerte, mutar a su vez en otro estado renovante y cambiarte. Es un espíritu que posee al elemento o sujeto y lo utiliza en su voluntad para manifestarse. Visita la imaginación de los audaces, duerme con el sueño de los valientes y acuna los sentimientos del que sufre. Este carisma Juan, sólo busca ser servido con la sencillez del alma entregada y enamorada.

Durante el tiempo pasado, existieron seres que encarnaron este principio mutante, y trascendieron a su tiempo y a su gente, todos ellos bebieron en la fuente del conocimiento y ahora han renovado su ánimo mutante en el último paso de esta humanidad que se presenta ante la última prueba de la justicia renovadora. Ellos viven en torno a ti, pero sólo en su espíritu está la certeza de ser los mismos y nadie puede robarles la seguridad de su esencialidad.

Podría estar escribiendo mucho más sobre las impresiones que recibí de esta experiencia, pero entraría excesivamente en el campo de lo subjetivo y no es esa mi intención. No obstante sé muy bien que existe un puente de unión entre lo alto y lo bajo, entre el bien y el mal, entre lo poderoso y lo humilde; en definitiva, entre una polaridad y otra. Y esta realidad forma parte de mi naturaleza, sabiendo que puedo mutar y mutarme por este conocimiento que no podría racionalizar, pues es un estigma que me acompaña y me pertenece por aristocracia e intuición espiritual.

Un día soñé que penetraba en una nube de color rosa y allí se me dio un kilo de elemento absoluto y abstracto, que me enseñó una nueva dimensión; la cuarta, que faltaba a mi identidad, y a través de esta puerta, he visitado cada sentido nuevo de imaginación limitada.

 

Fundación Nuevatlantida

Del Libro: "Alternativa Extraterrestre"

www.nuevatlantida.com

 

 

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