Bibliofilia

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El ratón de biblioteca, de Carl Spitzweg, 1850.

La bibliofilia es el amor por los libros; un bibliófilo es un amante o aficionado a las ediciones originales y más correctas de los libros.[1]

La bibliofilia, en el sentido específico que hoy se atribuye a la palabra, de amor al libro como objeto de colección, surge propiamente con el Renacimiento, en los siglos XIV y XV, época en que los humanistas, reyes, príncipes y grandes señores se dedicaron directamente o por medio de agentes especiales, a recorrer países de Europa en busca de manuscritos, cartas, autógrafos, incunables, y otros tipos de libros raros.[1]

El bibliófilo clásico, ejemplificado por Samuel Pepys, es un individuo que ama la lectura, así como el admirar y coleccionar libros, que frecuentemente crea una gran y especializada colección. Sabe, además, distinguirlas e identificarlas ya sea por la pureza de su texto, su tipografía, la calidad del papel y la encuadernación.[1] Los bibliófilos no necesariamente buscan el poseer el libro que aman; como alternativa tienen el admirarlos en antiguas bibliotecas. Sin embargo el bibliófilo es frecuentemente un ávido coleccionista de libros, algunas veces buscando erudición académica sobre la colección, y otras veces poniendo la forma por sobre el contenido con un énfasis en libros caros, antiguos o raros, primeras ediciones, libros con encuadernación inusual o especial, ilustres procedencias y copias autografiadas.

Los bibliófilos se agrupan con frecuencia en Sociedades como la prestigiosa "Association Internationale de Bibliophilie", auténtica Academia Internacional en la que anualmente se reúnen los más sabios investigadores y los más acaudalados coleccionistas, y otras de carácter más local como la Sociedad de Bibliófilos Chilenos fundada en 1945. Existen bibliófilos que han tenido un papel relevante en la cultura de sus países como Antonio Cánovas del Castillo, político e historiador español de la segunda mitad del siglo XIX o Carlos Manuel de Trelles que fue un cubano que amó los libros y creó tradición en su país[cita requerida].

Por otra parte, en nuestros días el coleccionismo de libros antiguos, como en el caso del arte y de otras antiguedades, es un instrumento alternativo de inversión con un mercado internacional que, a pesar de su discreción, ocupa el tercer puesto en la cifra de negocio de las grandes casas de subastas internacionales tras la pintura y la escultura.

Bibliofilia y bibliomanía[editar · editar código]

El término bibliófilo puede algunas veces aplicarse a un individuo que tiene una predilección obsesiva por los libros, tal vez alcanzando un grado de bibliomanía.[2] Esto es frecuentemente observado en acaparadores compulsivos, identificables por el hecho de tener en posesión un número siempre creciente de libros que no han leído en relación al número de aquellos que poseen y han leído.

Véase también[editar · editar código]

Referencias[editar · editar código]

  1. Saltar a: a b c Buonocuore, 1976
  2. Ir a Ros-Martín, Marcos. «Bibliofilia vs. Bibliomanía». dBiblbiofilia. Consultado el 12 de marzo.

Bibliografía[editar · editar código]

  • Buonocuore, Domingo. Diccionario de bibliotecología: términos relativos a la bibliología, bibliografía, bibliofilia, biblioteconomía, archivología, documentología, tipografía y materias afines (2º aumentada edición). Buenos Aires: Marymar. ISBN 9500030527 9789500030526. OCLC 758147045.