Nacionalismo

De Wikipedia, la enciclopedia libre
Saltar a: navegación, búsqueda
Pintura polaca de 1892 exaltando la defensa de la bandera durante la histórica batalla de Chocim.

El nacionalismo es una ideología y movimiento social y político que surgió junto con el concepto de nación propio de la Edad Contemporánea en las circunstancias históricas de la Era de las Revoluciones (Revolución industrial, Revolución burguesa, Revolución liberal) desde finales del siglo XVIII.[1] También puede designar al sentimiento nacionalista y a la época del nacionalismo.

Como ideología, el nacionalismo pone a una determinada nación como el único referente identitario, dentro de una comunidad política; y parte de dos principios básicos con respecto a la relación entre la nación y el Estado:[2]

  • El principio de la soberanía nacional: que mantendría que la nación es la única base legítima para el Estado.
  • El principio de nacionalidad: que mantendría que cada nación debe formar su propio Estado, y que las fronteras del Estado deberían coincidir con las de la nación.

El término nacionalismo se aplica tanto a las doctrinas políticas como a los movimientos nacionalistas: las acciones colectivas de movimientos sociales y políticos tendentes a lograr las reclamaciones nacionalistas.[3]

En ocasiones también se llama nacionalismo al sentimiento de pertenencia a la nación propia, algo en principio identificable con el patriotismo, pero distinto si va más allá del mero sentimiento e incorpora contenido doctrinal o acción política en un sentido concreto.[4]

La historiografía también usa el término nacionalismo para referirse la época del nacionalismo: el periodo histórico de formación de las naciones y el surgimiento de la ideología y movimientos nacionalistas, lo que ocurrió en torno al siglo XIX, coincidiendo con las revoluciones liberales o revoluciones burguesas.[5] En el siglo XX se produce una renovación del nacionalismo, en el periodo de entreguerras vinculado al fascismo, y tras la Segunda Guerra Mundial vinculado al proceso de descolonización y al tercermundismo, cuando surgen numerosos grupos denominados Movimiento de Liberación Nacional.

Se habla también del nacionalismo musical, expresión artística de la segunda mitad del siglo XIX que coincide con el nacionalismo político en la valoración de la etnicidad (folclore), y que deriva del anterior romanticismo, movimiento intelectual y artístico también muy vinculado con el nacionalismo romántico, aunque sea de más amplia extensión temporal y conceptual que éste.

Índice

 [ocultar

[editar] Interpretaciones

El nacionalismo podría entenderse como un concepto de identidad experimentado colectivamente por miembros de un gobierno, una nación, una sociedad o un territorio en particular. Los nacionalistas se esfuerzan en crear o sustentar una nación basada en varias nociones de legitimación política. Muchas ideologías nacionalistas derivan su desarrollo de la teoría romántica de la "identidad cultural", mientras que otros se basan en el argumento liberal de que la legitimidad política deriva del consenso de la población de una región.

Ha sido duramente criticado por personajes históricos tan diferentes como Charles de Gaulle, Albert Einstein, Albert Camus o François Mitterrand.

Los primeros precedentes del nacionalismo comienzan a aparecer en el siglo XVIII, pues hasta ese momento, la idea de nación, tal y como se concibe en la actualidad, no se había formulado. Hasta ese momento, las identidades colectivas basadas en la religión o en ser súbditos de un mismo rey, prevalecían sobre las étnicas. En la Revolución francesa se utilizará el término nación como sinónimo de ciudadano, es decir, la nación ya no está personificada en la figura del monarca, pues la nobleza es un cuerpo ajeno a la nación: la nación es el tercer Estado.

Ciertos teóricos, como Benedict Anderson, han afirmado que las condiciones necesarias para el nacionalismo incluyen el desarrollo de la prensa y el capitalismo. Anderson también afirma que los conceptos de nación y nacionalismo son fenómenos construidos dentro de la sociedad, llamándolos comunidades imaginarias. Ernest Gellner añade al concepto: "el nacionalismo no es el despertar de las naciones hacia su conciencia propia: inventa naciones donde no las hay".[6]

[editar] Evolución del nacionalismo

El Estado Nación surgió en Europa con el tratado de Westfalia (1648). El nacionalismo continuó siendo un fenómeno elitista durante una parte de siglos tras el tratado, pero fue durante el siglo XIX cuando se propagó ampliamente por toda Europa y ganó popularidad. Desde entonces, el nacionalismo ha dominado las políticas europeas y mundiales. Muchas de las políticas europeas del siglo XIX pueden ser vistas como luchas entre antiguos regímenes.

A finales del siglo XIX las ideas nacionalistas habían comenzado a expandirse por toda Asia. En la India el nacionalismo incentivó el fin del dominio británico. En China el nacionalismo dio una justificación para el Estado chino, que se encontraba enemistado con la idea de un imperio universal. En Japón el nacionalismo fue combinado con el excepcionalismo japonés.

La I Guerra Mundial marcó la destrucción definitiva de varios Estados multinacionales (el Imperio otomano, el Imperio austrohúngaro y, en cierta medida, el ruso). El tratado de Versalles fue establecido como un intento por reconocer el principio de nacionalismo, ya que gran parte de Europa fue dividida en naciones-Estado en un intento por mantener la paz. Sin embargo, muchos Estados multinacionales e imperios sobrevivieron. El siglo XX fue también marcado por la lenta adopción del nacionalismo por todo el mundo con la destrucción de los imperios coloniales europeos, la Unión Soviética y varios otros Estados multinacionales menores.[7]

Simultáneamente, particularmente en la segunda mitad del siglo, fuertes tendencias antinacionalistas han tenido lugar, siendo en general destacables las manejadas por élites. La actual Unión Europea está actualmente transfiriendo poder del nivel nacional a entidades locales y continentales. Acuerdos de comercio, tales como NAFTA y GATT, y la creciente internacionalización de mercados de comercio debilitan también la soberanía del Estado-nación.

[editar] Formas de nacionalismo

[editar] Nacionalismo centrípeto (o integrador)

Es el que pretende la unificación nacional de las poblaciones con características comunes que habitan en distintos Estados, donde pueden ser minorías nacionales y por tanto en esos Estados constituyen nacionalismos centrífugos (es el caso del nacionalismo kurdo), o bien ser Estados nacionalmente homogéneos pero separados (es el caso de las unificaciones de Italia y Alemania[8] en el siglo XIX, aunque en ambos casos el solapamiento con el Imperio austrohúngaro complica la definición).

[editar] Nacionalismo centrífugo (o desintegrador)

Es el que pretende la secesión de una parte del territorio de un Estado habitado por una población con características cuyas diferencias con la considerada mayoritaria puedan definirla como minoría nacional. En ocasiones el mismo Estado del que pretenden separarse se define a sí mismo como Estado plurinacional, como fue el Imperio austrohúngaro.

[editar] Nacionalismo de tercera generación

Son nacionalismos centrífugos, de igual forma que los nacionalismos de segunda generación, que surgen a finales del s. XX y principios del XXI y que se encuentran subordinados a otro Estado. Son comunidades con reivindicaciones nacionalistas, o bien regiones, naciones históricas o naciones en sí (según las zonas, su historia o los diferentes puntos de vista) que siguen sin estar constituidas en un Estado y continúan reivindicándolo.

[editar] Nacionalismo económico

Se concentra sobre los mecanismos de dependencia económica o neocolonialismo. Sostiene la necesidad de que sectores y empresas básicas de la economía permanezcan en manos de capitales nacionales, muchas veces estatales, cuando el sector privado no está en condiciones.

Los orígenes del nacionalismo económico pueden encontrarse en la creación de empresas estatales para explotar productos estratégicos como la creación de YPF para el petróleo en Argentina en 1922 y luego en las políticas de nacionalizaciones implementadas por gran cantidad de países entre los que se destacan: la nacionalización del petróleo en México en 1938, la nacionalización del petróleo en Irán en 1951, la nacionalización del Canal de Suez en 1956 y la nacionalización del cobre en Chile en 1971.

El nacionalismo económico está también íntimamente relacionado con la Teoría de la Dependencia elaborada por la escuela desarrollista latinoamericana que sostiene que el sistema económico mundial ha establecido una división internacional del trabajo que atribuye a los países centrales la producción industrial, de alto valor agregado, y a los países periféricos la producción de materias primas, de bajo valor agregado. El desarrollismo sostiene que existe una tendencia general al deterioro de los términos de intercambio en perjuicio de la producción agrícola-primaria, y que los países periféricos necesitan impulsar agresivas políticas industriales para romper el círculo vicioso del subdesarrollo.

La política de privatizaciones sugerida por el Consenso de Washington a partir de la década del 90 tuvo como objetivo principal, y lo logró en gran parte, revertir las medidas nacionalistas tomadas por la mayor parte de los países periféricos durante la mayor parte del siglo XX.

A partir de los últimos años de la década del 90 parece haber un importante resurgimiento del nacionalismo económico en varias partes del mundo, ahora en un entorno global, relacionado con acuerdos de integración regional. Una de sus manifestaciones más importantes ha sido la nacionalización de los hidrocarburos en Bolivia en 2006, bajo el gobierno de Evo Morales y los acuerdos de infraestructura y desarrollo subregional tomados en el marco del Mercosur y la Comunidad Sudamericana de Naciones.

Muchas de estas experiencias nacionalistas están estrechamente relacionadas con las reivindicaciones sindicales y otras organizaciones sociales, adoptando la forma de un nacionalismo popular expresado en movimientos políticos con amplio apoyo de la población. Formas de socialismo y de fascismo comparten también el proyecto del nacionalismo económico.

[editar] Nacionalismo étnico (o cultural)

Define la nación en términos de etnicidad, lo cual siempre incluye algunos elementos descendientes de las generaciones previas. También incluye ideas de una conexión cultural entre los miembros de la nación y sus antepasados,[9] y frecuentemente un lenguaje común. La nacionalidad es hereditaria. El Estado deriva la legitimidad política de su estatus como hogar del grupo étnico, y de su función de protección del grupo nacional y la facilitación de una vida social y cultural para el grupo.[10] Las ideas sobre etnicidad son muy antiguas, pero el nacionalismo étnico moderno está fuertemente influido por Johann Gottfried von Herder, quien promovió el concepto de Volk, y Johann Gottlieb Fichte.

El fascismo es generalmente clasificado como nacionalismo étnico, habiendo sido su caso más extremo el nacional socialismo de la Alemania Nazi.

Anthony D. Smith ha señalado que no existe un nexo claro entre el nacionalismo étnico y factores económicos.[11]

[editar] Nacionalismo romántico

(También llamado nacionalismo orgánico y nacionalismo identitario). Es la forma de nacionalismo étnico según la cual el Estado deriva su legitimidad política como consecuencia natural (orgánica) y expresión de la nación o la raza. Refleja los ideales del romanticismo y se opone al racionalismo. El nacionalismo romántico enfatiza una cultura étnica histórica que se conecta con el ideal romántico; el folclore se desarrolla como un concepto nacionalista romántico. Los hermanos Grimm se inspiraron en los escritos de Herder para crear una colección idealizada de historias étnicamente alemanas. El historiador Jules Michelet ejemplifica la concepción nacionalista romántica de la historiografía. En 1815 se hablaba de este nacionalismo, y fue el que se usó para las unificaciones tanto alemana como italiana.

[editar] Nacionalismo liberal o «voluntarista» y nacionalismo conservador u «orgánico»

Dentro del romanticismo se encuentran una tendencia liberal o "voluntarista",[12] representada por Mazzini, que considera que la nación surge de la voluntad de los individuos y una conservadora u "orgánica", representada por Herder y Fichte ("Discursos a la nación alemana", 1808[13] ) que identifica a la nación con rasgos que se heredan (lengua, cultura, territorio, tradiciones) y que están por encima del deseo individual.[14]

[editar] Nacionalismo de izquierda o popular

Mural nacionalista irlandés en Belfast mostrando solidaridad con la nacionalismo vasco, apreciándose en el mismo un mapa de Euskal Herria. Además, puede verse un retrato de Che Guevara con la bandera cubana.

El nacionalismo de izquierda, (también llamado "nacionalismo popular" por aquellos que son reticentes a encuadrarse en el plano "izquierda-derecha", o por contraposición al término "nacionalismo oligárquico")[15] [16] es una forma de nacionalismo basada en la justicia social, la soberanía popular y la autodeterminación nacional (tanto política como económica). El nacionalismo de izquierda agrupa a diversas corrientes que tuvieron en común una base de nacionalismo, con una orientación progresista, reformista o revolucionaria (en algunos casos se expresó de forma autoritaria o bajo regímenes militares). Debido a su apego a la noción del interés general de la nación o la comunidad, se le suele relacionar con ideales socialistas, razón por la cual algunas expresiones políticas suelen considerarse "nacionalismo social" o "socialismo nacional".

Suele tener un fuerte componente de nacionalismo económico, en vista de lo cual se da mayoritariamente en países económicamente dependientes o subdesarrollados, que buscan desarrollarse mediante la intervención estatal, y poner la economía al servicio de intereses nacionales considerados estratégicos. También suele tener un componente social, ya que entiende que la nación no está separada del pueblo que la habita, y que una nación fuerte y desarrollada sólo puede lograrse mediante la justicia social (siendo partidarios de los Estados de bienestar o social), ya que de otra manera dicha nación se sumiría en el caos y el conflicto permanente producto de la injusticia y el desequilibrio social. También suele vincularse con el corporativismo, pero a diferencia del fascismo, esta doctrina corporativa busca la integración política de los gremios y otras entidades intermedias dentro del Estado (algunos sectores buscan el reemplazo total de la democracia liberal, los partidos políticos y el parlamento, dejando solamente a los gremios), así como también se busca la integración y participación económica de los trabajadores en la gestión, propiedad y beneficios de la empresa nacional (a través de los sindicatos) junto a los empresarios (teniendo al Estado como regulador de las relaciones laborales y de producción), mostrando así su oposición a la lucha de clases (algunos gobiernos se declararon anticomunistas). En ocasiones, el nacionalismo popular suele poner énfasis dentro de sus doctrinas en el laicismo (en algunos casos con el ateísmo) y el ecologismo.

Otras vertientes del nacionalismo de izquierda ponen el acento en la rebeldía de una nación contra otra nación que la oprime (ya sea política, militar o económicamente), y así pueden clasificarse como nacionalistas de izquierda a todos los movimientos de liberación nacional, antiimperialistas o anticoloniales que luchan por la independencia de sus naciones.

Algunos ejemplos claros de nacionalismo popular se encuentra en América Latina como el peronismo en Argentina, varguismo en Brasil, cardenismo en México, ibañismo en Chile, etc. En Medio Oriente es conocido el caso del Nasserismo en Egipto.

También puede entenderse como nacionalismo de izquierda a todo régimen de izquierda (por ejemplo, en los gobiernos comunistas), que ponga el acento en el patriotismo y la exaltación de los valores o tradiciones nacionales (tomando en algunos casos una posición más conservadora al respecto, sobre todo frente a fenómenos como la globalización).

[editar] Nacionalismo religioso

Es la forma de nacionalismo según la que el Estado deriva su legitimidad política en consecuencia de una religión común. Sin embargo, buena parte de las formas de nacionalismo étnico son también en gran medida formas de nacionalismo religioso. Por ejemplo, el nacionalismo irlandés es generalmente asociado al catolicismo; el nacionalismo indio se asocia con el hinduismo, etc. El nacionalismo religioso es generalmente visto como una forma de nacionalismo étnico.

En algunos casos, sin embargo, la componente religiosa es más una etiqueta que la verdadera motivación del nacionalismo de un grupo. Por ejemplo, aunque la mayoría de los líderes nacionalistas irlandeses del último siglo fueron católicos, durante el siglo XIX, y especialmente en el XVIII, muchos líderes nacionalistas fueron protestantes. Los nacionalistas irlandeses no luchan por distinciones teológicas, sino por una ideología que identifica a la isla de Irlanda con una visión particular de la cultura irlandesa, que para muchos nacionalistas incluye al catolicismo aunque no como elemento predominante. Para muchas naciones que se vieron obligadas a luchar contra las consecuencias del imperialismo de otra nación, el nacionalismo fue asociado a la búsqueda de un ideal de libertad.

El islam se opone fuertemente a todo tipo de nacionalismo, tribalismo, racismo u otra clasificación de la gente no basada en las creencias propias. Sin embargo, ciertos grupos islámicos pueden ser considerados racistas y nacionalistas (así, para algunos, no pueden considerarse verdaderos islámicos). La creación de Pakistán es un ejemplo de nacionalismo religioso de base islámica en la medida en que tomaba como nación a los musulmanes de la India. sin embargo, muchos de sus creadores -como los del Estado de Israel- eran laicos y consideraban la pertenencia a una misma tradición religiosa como elemento generador de identidad al margen de la práctica religiosa en sí. Un ejemplo similar es el de los musulmanes de Bosnia, considerados como etnia en la antigua Yugoslavia y que en su mayor parte eran no creyentes o no practicantes.

Algunos autores, además, han señalado que el nacionalismo es más una religión política que una ideología política, un sustituto de la religión.[17] En ese sentido se ha pronunciado Roberto Augusto, que ha afirmado que "creer que una determinada comunidad es una «nación» tiene que ver más con la fe que con la razón; es una creencia individual que puede ser compartida con otros y que está más cerca del pensamiento religioso que del científico, de ahí la dificultad de intentar rebatirla racionalmente".[18]

[editar] Nacionalismo banal

La Rue Montorgueil, de Claude Monet. La celebración de las fiestas nacionales es una de las maneras a través de las cuales los Estados fomentan el sentimiento de pertenencia nacional entre sus ciudadanos.

Conceptualizado por Michael Billig, es la forma difusa que toma el nacionalismo en las sociedades contemporáneas, convirtiéndose en un mecanismo omnipresente de orientar las percepciones y hacer aparecer como natural la identificación entre una lengua, una cultura y una comunidad política. Ya sea en rituales colectivos como el deporte, o en detalles menores como la utilización de banderas para identificar las lenguas en las que se escriben los ingredientes de una caja de cereales, el nacionalismo banal reproduce cotidianamente los esquemas mentales del nacionalismo.

[editar] Elementos en común de todas las formas de nacionalismo

Algunos teóricos políticos sostienen que cualquier discriminación de formas de nacionalismo es falsa. Todas las formas de nacionalismo cuentan con una población formando una nación, lo cual significa que todos los miembros de una población creen en algún tipo de cultura común.[19]

[editar] Causas por la que el nacionalismo se hace atrayente

Una razón por la cual el nacionalismo ha mantenido su atractivo a través de los siglos puede ser el hecho de que pertenecer a una nación cultural, económica o políticamente fuerte da a la persona una agradable sensación de pertenencia, sin importar su propia contribución a su fuerza.

Otra posibilidad defiende que las personas son seres sociales, y el formar parte de un grupo sociopolítico como la nación, es ventajoso y contribuye a su desarrollo, se considera que es la expresión de un rasgo general del comportamiento social favorecido evolutivamente, relacionado con el tribalismo.

En ocasiones puede surgir un sentimiento nacionalista cuando los miembros de una comunidad se sienten amenazados o atacados por otra comunidad o Estado. Puede surgir como respuesta a otro nacionalismo.

[editar] Formas de actuación

Dependiendo del contexto donde tenga lugar el nacionalismo, este puede adoptar diversas formas de actuación que pueden ser pacíficas, violentas o puede llegar a conjugar ambas.

[editar] Pacíficas

Con la progresiva consolidación de Estados más democráticos y el avance de las organizaciones intergubernamentales como la ONU, las reivindicaciones nacionalistas se sustancian mayoritariamente mediante el ejercicio de la actividad política a través de distintos partidos políticos nacionalistas que reclaman con el apoyo electoral de los ciudadanos una mayor autonomía, la independencia o el ejercicio del derecho de autodeterminación de sus territorios.

Otra forma de reivindicación pacífica sería la desobediencia civil o la "No violencia activa" cuyo máximo exponente fue la labor de Mahatma Gandhi en la India.

[editar] Violentas

La ocupación del territorio y la imposición de una nacionalidad y culturas determinadas sobre otras personas mediante el uso de la fuerza es uno de los medios utilizados por el nacionalismo. Un ejemplo de ello son las dos guerras mundiales en las que el elemento nacional desempeño un papel sustancial, aunque la expansión militar y diseminación de una identidad nacional es un elemento recurrente en la historia de los nacionalismos.

[editar] Críticas al nacionalismo

El nacionalismo ha sido objeto de numerosas críticas por parte de estudiosos procedentes de distintas áreas de conocimiento. Francisco J. Contreras piensa que esta ideología es filosóficamente débil y rudimentaria; critica que las entidades políticas soberanas deban corresponderse con los grupos nacionales y cree que el nacionalismo es incapaz de ofrecer una definición rigurosa de la identidad nacional; según este autor las identidades nacionales no vienen dadas por la realidad histórico-social, sino que son construidas por la ideología nacionalista y los Estados.[20] Alfredo Cruz Prados afirma que «la misma nación es una entidad creada ideológicamente por él, y no algo natural, objetivo y anterior al mismo nacionalismo, como esta ideología afirma».[21] Pedro Gómez García en su artículo «La identidad étnica, la manía nacionalista y el multiculturalismo como rebrotes racistas y amenazas contra la humanidad» sostiene que el nacionalismo es una tendencia patológica que nos conduce hacia la balcanización del planeta y obstaculiza la emergencia de una sociedad mundial pluralista e integrada.[22] Luis Rodríguez Abascal, refiriéndose al nacionalismo culturalista, ha dicho que «no defiende la diversidad cultural, sino que propone un modelo normativo de cultura que homogeneiza prácticas culturales preexistentes. Tiene dificultades para hacer otra cosa porque su punto de partida es siempre un concepto abstracto de cultura, que la concibe como una unidad uniforme u homogénea y la extiende idealmente a lo largo y ancho de un territorio sin atender a cuáles son las prácticas culturales cotidianas subyacentes o sin concederles relevancia moral y política».[23]

[editar] Teóricos del nacionalismo








[editar] Nacionalismo histórico

Eventos históricos en los cuales el nacionalismo desempeñó un papel esencial:

[editar] Principales nacionalismos actuales

[editar] Centrífugos

Albania

Alemania

Argentina

Armenia

Bélgica

Bolivia

Bosnia-Herzegovina

Canadá

China

Chile

Colombia

Croacia

Dinamarca

España

Filipinas

Finlandia

Francia

Georgia

Hungría

India

Irlanda

Italia

Japón

Macedonia

México

Moldavia

Noruega

Países Bajos

Pakistán

Polonia

Portugal

Reino Unido

República Checa

Rumania

Rusia europea

Siria

Suiza

[editar] Centrípetos

[editar] Bibliografía

  • ÁLVARÉZ JUNCO, José y otros, El nombre de la cosa. Debate sobre el término nación y otros conceptos relacionados, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 2005.
  • ANDERSON, Benedict, Imagined Communities. Reflections on the Origin and Spread of Nationalism, Verso, Londres y Nueva York, 1991, ed. revisada; publicado por primera vez en 1983. Traducción española: Comunidades imaginadas. Reflexiones sobre el origen y la difusión del nacionalismo, Fondo de Cultura Económica, México, 1993.
  • AUGUSTO, Roberto, El nacionalismo ¡vaya timo! La decadencia de una ideología, Laetoli, Pamplona, 2012.
  • BUGARSKI, Ranko, «Lengua, nacionalismo y la desintegración de Yugoslavia», en: Revista de Antropología Social, Universidad Complutense de Madrid, n.º 6, 1997.
  • CAMINAL BADIA, Miquel, El federalismo pluralista. Del federalismo nacional al federalismo plurinacional, Paidós, Barcelona, 2002.
  • COLOMER, Josep M., Contra los nacionalismos, Editorial Anagrama, Barcelona, 1984.
  • CONNOR, Walter, Ethno-Nationalism. The Quest for Understanding, Princeton University Press, Princeton, 1994. Traducción española: Etnonacionalismo, Trama, Madrid, 1998.
  • CRUZ PRADOS, Alfredo, «Sobre los fundamentos del nacionalismo», en: Revista de Estudios Políticos, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, n.º 88, abril-junio 1995, pp. 199-221.
  • CRUZ PRADOS, Alfredo, El nacionalismo. Una ideología, Tecnos, Madrid, 2005.
  • DE BLAS GUERRERO, Andrés (director), Enciclopedia del nacionalismo, Tecnos, Madrid, 1997.
  • DELANNOI, Gil y TAGUIEFF, Pierre-André, Théories du nationalisme. Nation, nationalité, ethnicité, Éditions Kimé, París, 1991. Traducción española: Teorías del nacionalismo, Ediciones Paidós, Barcelona, 1993.
  • FICHTE, Johann Gottlieb, «Reden an die deutsche Nation», en: Fichtes Werke, vol. VII, Walter de Gruyter & Co., Berlín, 1971, pp. 259-499; ed. de Immanuel Hermann Fichte. Traducción española: Discursos a la nación alemana, Tecnos, Madrid, 2002; estudio preliminar y traducción de M.ª Jesús Varela y Luis A. Acosta.
  • GARCÍA ÁLVAREZ, Jacobo y MARÍAS MARTÍNEZ, Daniel, «Nacionalismo y educación geográfica en la España del siglo XX. Una aproximación a través de los manuales de bachillerato», en: Documentos de Traballo. Xeografía, Universidade de Santiago de Compostela, n.º 11, 2002.
  • GELLNER, Ernest, Nations and Nationalism, Blackwell, Oxford, 1983. Traducción española: Naciones y nacionalismo, Alianza, Madrid, 2003.
  • GELLNER, Ernest, Encounters with Nationalism, Blackwell, Oxford, 1994. Traducción española: Encuentros con el nacionalismo, Alianza, Madrid, 1995.
  • GÓMEZ GARCÍA, Pedro, «La identidad étnica, la manía nacionalista y el multiculturalismo como rebrotes racistas y amenazas contra la humanidad», en: Gazeta de antropología, Universidad de Granada, n.º 22, 2006: http://www.ugr.es/~pwlac/G22_02Pedro_Gomez_Garcia.html
  • GONZÁLEZ FERNÁNDEZ, Enrique, «Nacionalismo y Cristianismo», en: Cuenta y Razón, Fundación de Estudios Sociológicos, n.º 128, 2003.
  • GREENFELD, Liah, Nacionalismo. Cinco vías hacia la modernidad, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 2005.
  • GUIBERNAU, Montserrat (dir.), Nacionalisme. Debats i dilemes per a un nou mil•lenni, Proa, Barcelona, 2000.
  • HALL, John A. (ed.), The State of the Nation. Ernest Gellner and the Theory of Nationalism, Cambridge University Press, Cambridge, 1998. Traducción española: Estado y nación. Ernest Gellner y la teoría del nacionalismo, Cambridge University Press, Madrid, 2000.
  • HOBSBAWM, Eric, Nations and Nationalism since 1780, Cambridge University Press, Cambridge, 1990. Traducción española: Naciones y nacionalismo desde 1780, Crítica, Barcelona, 2004.
  • JÁUREGUI BERECIARTU, Gurutz, Contra el Estado-nación. En torno al hecho y la cuestión nacional, Siglo XXI, Madrid, 1986.
  • KEDOURIE, Elie, Nationalism, Hutchinson, Londres, 1960. Traducción española: Nacionalismo, Centro de Estudios Constitucionales, Madrid, 1985.
  • LAPORTA, Francisco J., «Comunitarismo y nacionalismo», en: Doxa. Cuadernos de filosofía del derecho, Universidad de Alicante, n.º 17-18, 1995, pp. 53-68.
  • LLOBERA, Josep R., The God of Modernity. The Development of Nationalism in Western Europe, Berg Publishers, Oxford, 1994. Traducción española: El dios de la modernidad. El desarrollo del nacionalismo en Europa occidental, Editorial Anagrama, Barcelona, 1996.
  • McKIM, Robert y McMAHAN, Jeff (eds.), The Morality of Nationalism, Oxford University Press, Nueva York, 1997. Traducción española: La moral del nacionalismo, vol. I y vol. II, Gedisa, Barcelona, 2003.
  • MERCADÉ, Francesc y otros, Once tesis sobre la cuestión nacional en España, Anthropos, Barcelona, 1983.
  • MILEY, Thomas Jeffrey, Nacionalismo y política lingüística: el caso de Cataluña, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 2006.
  • NAVARRO PÉREZ, Jorge, «El individuo y la nación. El sujeto y lo absoluto en las filosofías de Humboldt y Fichte», en: Daimon. Revista de Filosofía, Universidad de Murcia, n.º 9, 1994, pp. 51-62.
  • PEREDA, Carlos, «Tres desmesuras de los nacionalismos», en: Diánoia, Universidad Nacional Autónoma de México, n.º 48, mayo 2002.
  • RECALDE, José Ramón, La construcción de las naciones, Siglo XXI, Madrid, 1982.
  • RENAN, Ernest, Qu’est-ce qu’une nation? , Calmann-Lévy, París, 1882. Traducción española: ¿Qué es una nación? Cartas a Strauss, Alianza Editorial, Madrid, 1987.
  • RODRÍGUEZ ABASCAL, Luis, Las fronteras del nacionalismo, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 2000.
  • SANTAMARÍA, Antonio, «Lengua propia, cultura impropia», en: El Viejo Topo, n.º 118, mayo 1998.
  • SMITH, Anthony D., The Ethnic Origins of Nacions, Blackwell, Oxford, 1986.
  • SMITH, Anthony D., Nationalism and Modernism, Routledge, Londres y Nueva York, 1998. Traducción española: Nacionalismo y Modernidad, Istmo, Madrid, 2000.
  • SMITH, Anthony D., Nationalism: Theory, Ideology, History, Polity Press, Cambridge, 2001. Traducción española: Nacionalismo, Alianza, Madrid, 2004.
  • VILLACAÑAS BERLANGA, José Luis, «Fichte y los orígenes del nacionalismo alemán moderno», en: Revista de Estudios Políticos, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, n.º 72, abril-junio 1991, pp. 129-173.
  • VILLACAÑAS BERLANGA, José Luis, La nación y la guerra. Confederación y hegemonía como formas de concebir Europa, DM, Murcia, 1999. Disponible a través de Internet en la web de la Biblioteca Saavedra Fajardo.

[editar] Véase también

[editar] Notas

  1. Eric Hobsbawm (1964) The Age of Revolution 1789-1748 (traducido en castellano Las revoluciones burguesas) edición de 1987: Barcelona: Labor, ISBN 84-335-2978-1. Benedict Anderson (1983) Imagined Communities: Reflections on the Origin and Spread of Nationalism, Edición de 1991, London: Verso. ISBN 0-86091-329-5.
  2. Una descripción posible de las características básicas de un Estado sería la siguiente: «existe un Estado cuando hay un sistema legal vigente cuyas normas se aplican a la población de un territorio, cuando existe un gobierno legalmente facultado para modificar el sistema legal y cuando el gobierno, junto con otras instancias sobre las cuales ejerce una autoridad legal, tiene un control (relativamente) eficaz sobre el territorio. Un Estado es una unidad política que se autogobierna. Por ejemplo, su gobierno no está sometido a la autoridad ni al control de ningún otro gobierno, como una remota autoridad colonial o una potencia de ocupación» (COPP, David, «La democracia y la autodeterminación comunal», en: McKIM, Robert y McMAHAN, Jeff [compiladores], La moral del nacionalismo, vol. II, Gedisa, Barcelona, 2003, p. 126).
  3. «Es preciso distinguir entre nacionalismo y fenómenos nacionalistas. El primero pertenece al campo de las ideas o ideologías políticas; los segundos, al ámbito de los hechos y acontecimientos históricos. Esos fenómenos se denominan “nacionalistas” porque en ellos están presentes ideas nacionalistas, pero el modo de estar presentes nunca es el mismo. La ideología nacionalista se encuentra en los fenómenos nacionalistas según grados diversos, en un tanto por ciento o en otro, con una intensidad y plenitud mayor o menor; y eso hace que lo que podamos decir del nacionalismo no se puede aplicar en la misma medida y en todos sus rasgos a todos los fenómenos nacionalistas» (CRUZ PRADOS, Alfredo, «Sobre los fundamentos del nacionalismo», en: Revista de Estudios Políticos, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, n.º 88, abril-junio 1995, p. 199; artículo disponible a través de Internet).
  4. Detesto toda forma de nacionalismo, ideología -o, más bien, religión- provinciana, de corto vuelo, excluyente, que recorta el horizonte intelectual y disimula en su seno prejuicios étnicos y racistas, pues convierte en valor supremo, en privilegio moral y ontológico, la circunstancia fortuita del lugar de nacimiento. Junto con la religión, el nacionalismo ha sido la causa de las peores carnicerías de la historia, como las de las dos guerras mundiales y la sangría actual del Medio Oriente. Nada ha contribuido tanto como el nacionalismo a que América Latina se haya balcanizado, ensangrentado en insensatas contiendas y litigios y derrochado astronómicos recursos en comprar armas en vez de construir escuelas, bibliotecas y hospitales.

    No hay que confundir el nacionalismo de orejeras y su rechazo del "otro", siempre semilla de violencia, con el patriotismo, sentimiento sano y generoso, de amor a la tierra donde uno vio la luz, donde vivieron sus ancestros y se forjaron los primeros sueños, paisaje familiar de geografías, seres queridos y ocurrencias que se convierten en hitos de la memoria y escudos contra la soledad. La patria no son las banderas ni los himnos, ni los discursos apodícticos sobre los héroes emblemáticos, sino un puñado de lugares y personas que pueblan nuestros recuerdos y los tiñen de melancolía, la sensación cálida de que, no importa donde estemos, existe un hogar al que podemos volver.

  5. «El nacionalismo es una doctrina inventada en Europa al comienzo del siglo XIX. Pretende suministrar un criterio para determinar la unidad de población adecuada para disponer de un gobierno exclusivamente propio, para el ejercicio legítimo del poder en el Estado y para la organización justa de la Sociedad Internacional. Dicho en pocas palabras la doctrina sostiene que la humanidad se encuentra dividida naturalmente en naciones, que las naciones se distinguen por ciertas características que pueden ser determinadas y que el único tipo de gobierno legítimo es el autogobierno nacional» (KEDOURIE, Elie, Nacionalismo, Centro de Estudios Constitucionales, Madrid, 1985, p. 1).
  6. Justo Serna: El ombligo de la nación (3 de mayo de 2000):

    En su libro Naciones y nacionalismo, Ernest Gellner analizaba el mito del origen como discurso básico de todo nacionalista, siempre ocupado de rastrear su raíz originaria en el curso de la historia. En Nacionalismo, su última gran contribución al tema, Gellner volvía sobre el asunto: si nos remontamos tiempo atrás buscando el origen de la nación -decía-, es probable que lleguemos muy lejos, hasta Adán mismo. Adán no tenía ombligo y nadie, pues, le cortó el cordón umbilical. Entonces sensatamente cabría preguntarse con Gellner: ¿tienen ombligo las naciones? ¿Cortó alguien el cordón umbilical? El anacronismo nos lleva al paraíso, ya ven…

  7. Un resumen de diferentes teorías que explican el surgimiento del nacionalismo puede consultarse en: JAFFRELOT, Christophe, «Los modelos explicativos del origen de las naciones y del nacionalismo. Revisión crítica», en: DELANNOI, Gil y TAGUIEFF, Pierre-André (compiladores), Teorías del nacionalismo, Ediciones Paidós, Barcelona, 1993, pp. 203-254. Una obra destacada donde se hace un estudio histórico del nacionalismo es la siguiente: HOBSBAWM, Eric, Naciones y nacionalismo desde 1780, Crítica, Barcelona, 2004.
  8. «Como parecía que Alemania era una nación entre otras muchas, habría sido legítimo inferir que también era una individualidad y una iglesia invisible entre muchas. Pero ésta no fue la conclusión a la que llegaron los patriotas alemanes. También en el pensamiento pietista y romántico prenacionalista el postulado original de las individualidades múltiples pero iguales, o manifestaciones de la divinidad, dio lugar inevitablemente a la selección de sólo una de ellas, considerada la auténtica, y al rechazo de las demás por ser o bien incompletas o falsas. De este modo, la razón, inicialmente concebida como una parte de la naturaleza y un medio por el que Dios se manifestaba al hombre, se rechazó por considerarse antinatural, mientras que la emoción irracional se convertía en la única ubicación de la revelación divina; y a la sociedad “ilustrada” moderna se le negaba la “individualidad”, presentándose su carácter específico como la encarnación de la alienación respecto a la voluntad natural. Aunque ninguna necesidad lógica reclamaba esas conclusiones (que, en todos los casos, eran inequívocamente non séquitur), las mentes que las concibieron eran evidentemente incapaces de aceptar el pluralismo con ecuanimidad y acudieron a ellas por necesidad psicológica. Por tanto, cuando estos lógicos de formación pietista y romántica se hicieron nacionalistas, se vieron inmediatamente abocados a abandonar la posición intrínsecamente irritante del relativismo cultural, que presentaba a Alemania como una de tantas naciones, para abrazar la idea más satisfactoria de que sólo ella era una nación o, lo que es lo mismo, que, en el mundo, era la única nación verdadera, ideal y perfecta» (GREENFELD, Liah, Nacionalismo. Cinco vías hacia la modernidad, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 2005, pp. 498-499).
  9. «Por lo tanto, el llamamiento que el nacionalismo hace al pasado no es sólo una exaltación del pueblo para unirlo, sino el redescubrimiento realizado por intelligentsias alienadas de toda una herencia étnica y de una comunidad viva compuesta por unos presuntos ancestros y una presunta historia. El redescubrimiento del pasado étnico permite crear recuerdos, símbolos y mitos que no tendrían fuerza alguna al margen del nacionalismo. [...] Lo que hace tan atractivos y poderosos a estos valores, recuerdos, símbolos y mitos es la invocación de una filiación común y los vínculos generados por la residencia como base de la autenticidad de los valores culturales únicos de la comunidad. Desde este punto de vista, la comunidad étnica se parece a una familia extensa o a una “familia de familias” que se extiende en el tiempo y el espacio hasta llegar a incluir a muchas generaciones y a muchos distritos de un territorio específico. Esta idea de filiación extensa vinculada a una “patria” concreta es lo que subyace a la identidad nacional y a la unidad en muchas de las naciones modernas y confiere a sus miembros una sensación vívida de relación de parentesco y de continuidad inmemorial» (SMITH, Anthony D., Nacionalismo y Modernidad, Istmo, Madrid, 2000, p. 99). Del mismo autor: The Ethnic Origins of Nacions, Blackwell, Oxford, 1986.
  10. «El nacionalismo, particularmente el de carácter étnico, se expresa en símbolos: desde la Madre Patria y las imágenes del muy amado líder nacional, los himnos, banderas y escudos de armas, hasta la lengua. Y en lo que concierne a la lengua, el nacionalismo escoge, desarrolla e incluso hipostatiza de entre todas sus muchas e importantes funciones, precisamente la simbólica o manifestativa; aquella en la que la lengua sirve para la identificación, como un símbolo de lealtad étnica, nacional, confesional, profesional u otro tipo de vínculo colectivo. La interacción entre las funciones integradora y demarcacional del nacionalismo es de este modo particularmente llamativa a nivel lingüístico. Los miembros de una colectividad étnica o nacional dada están bajo presión para homogeneizarse hacia dentro, y heterogeneizarse hacia fuera, también en lo relativo a la lengua. No sólo es deseable que todos ellos usen la misma lengua o variedad lingüística y alfabeto, sino también que éstos sean marcadamente diferentes de aquellos usados por otros, especialmente por comunidades vecinas y por lo demás estrechamente relacionadas» (BUGARSKI, Ranko, «Lengua, nacionalismo y la desintegración de Yugoslavia», en: Revista de Antropología Social, Universidad Complutense de Madrid, n.º 6, 1997, pp. 19-20; artículo disponible a través de Internet).
  11. «Así hallamos movimientos nacionalistas étnicos tanto entre grupos económicamente atrasados como entre grupos de economía bien desarrollada, en situaciones de mejora económica y de declive de la economía, incluso entre grupos que se encuentran en situación de estancamiento económico. No parece existir un patrón fácilmente identificable que nos permita explicar la relación que se da entre los factores económicos y el nacionalismo étnico. Por otro lado sí contamos con evidencia clara de la posibilidad del surgimiento de sentimientos y actividades de carácter étnico al margen de otros factores, en especial de los económicos» (SMITH, Anthony D., Nacionalismo y modernidad, Istmo, Madrid, 2000, p. 127). Cfr. CONNOR, Walter, Etnonacionalismo, Trama, Madrid, 1998, cap. 6.
  12. «En la concepción “voluntarista” de la nación, los individuos disponen de cierta flexibilidad; aun cuando han de pertenecer a una nación en un “mundo de naciones” y estados nacionales, en principio pueden elegir a qué nación desean pertenecer. En la concepción “orgánica”, esa elección es imposible. Los individuos nacen en una nación y aunque emigren seguirán formando parte de la nación en que nacieron» (SMITH, Anthony D., Nacionalismo, Alianza, Madrid, 2004, p. 57).
  13. «Determinado por esta concepción de la historia y de la humanidad, así como por un cierto misticismo que caracteriza toda su etapa de madurez, e inmerso por otra parte en unos acontecimientos políticos determinados, elaborará Fichte sus Reden an die deutschen Nation (Discursos a la nación alemana). La etapa berlinesa se vio interrumpida por unas breves estancias en las ciudades de Erlangen y Königsberg, donde volvió a dedicarse a la docencia en la Universidad, actividad que se vio bruscamente finalizada por la derrota de Prusia frente a Napoleón en el año 1806. Bajo la presión napoleónica, dieciséis Estados alemanes forman la Confederación del Rin, que se puso a disposición del emperador francés y abandonó de esta manera el Imperio alemán. En este mismo año de 1806, el emperador Francisco II de Austria depone la corona imperial y toma el título de emperador de Austria. El Imperio alemán había dejado de existir» (VARELA, María Jesús y ACOSTA, Luis A., «Estudio preliminar», en: FICHTE, Johann Gottlieb, Discursos a la nación alemana, Tecnos, Madrid, 2002, pp. XIX-XX).
  14. «Nacionalismo. Tipos».
  15. El nacionalismo de izquierda en Chile, por Pedro Godoy Perrín
  16. El nacionalismo
  17. «Por muy secularizante que sea, en último término el nacionalismo es mucho más afín a una “religión política” que a una ideología política. [...] Es muy evidente la importancia dada por el nacionalismo a las ceremonias conmemorativas de los grandes líderes o a los muertos en combate, los “gloriosos caídos” que sacrificaron sus vidas en aras de la patria. En esos momentos, podemos entender la nación como una “comunidad sagrada de ciudadanos”, caracterización que concuerda con la interpretación del nacionalismo como “sustituto de la religión”» (SMITH, Anthony D., Nacionalismo, Alianza, Madrid, 2004, pp. 52-53). «La nación, como una comunidad culturalmente definida, es el valor simbólico más elevado de la modernidad; posee un carácter cuasi sagrado igualado sólo por la religión. De hecho, este carácter cuasi sagrado procede de la religión. En la práctica, la nación se ha convertido en el sustituto moderno secular de la religión o en su más poderoso aliado. En los tiempos modernos, los sentimientos comunales generados por la nación son altamente considerados y buscados como base de la lealtad de grupo» (LLOBERA, Josep R., El dios de la modernidad. El desarrollo del nacionalismo en Europa occidental, Editorial Anagrama, Barcelona, 1996, p. 10).
  18. AUGUSTO, Roberto, El nacionalismo ¡vaya timo! La decadencia de una ideología, Laetoli, Pamplona, 2012, p. 19.
  19. «La identificación fuerte con la propia nación, por otra parte, implica las ocho dimensiones siguientes. En primer lugar, implica lealtad a la nación, lo que supone dar apoyo a la aspiración política nacional, si existe una aspiración bien definida. En segundo lugar, los adornos de la propia cultura –las formas de vida, los afanes, las tradiciones, las costumbres, etcétera, que son características de la propia cultura nacional– muestran un carácter dominante en la propia vida, y uno mismo los concibe como adornos de la propia nación y los acepta como tales. En tercer lugar, el tipo de identificación fuerte implica brindar apoyo a ciertas creencias, incluyendo la creencia de que el estilo de vida de la nación es el mejor estilo de vida, al menos para esa nación, así como la creencia de que es importante que la nación florezca. Es característico también que existan creencias sobre el pasado de la nación, sobre su destino, sobre cuáles deberían ser sus objetivos futuros, así como sobre los héroes y los villanos nacionales. En cuarto lugar, la identificación fuerte implica la confianza en ciertas esperanzas, como la esperanza de que la nación continúe floreciendo y cumpla su destino. En quinto lugar, encontramos también varios compromisos, como el compromiso de contribuir a que la nación logre cumplir su destino. En sexto lugar, también observamos la implicación de algunos sentimientos, como el de alegría o el de orgullo, por los éxitos de la nación, y el de vergüenza o el de deshonra, por sus fracasos, y el de emoción anticipada al contemplar cómo podría florecer en el futuro. En séptimo lugar, uno se concibe a sí mismo como miembro del grupo de personas que construye la nación y que comparte las lealtades, las aspiraciones, los compromisos y las demás cuestiones relevantes: éste es el grupo que usted indicaría si le preguntaran quién es “su gente”. En octavo lugar, la idea de que uno pertenece a la propia nación, la idea de que se es irlandés, estadounidense o kurdo, por ejemplo, es básica para el concepto de uno mismo, por contraposición a la posibilidad de que fuera marginal o periférica» (McKIM, Robert, «La identidad nacional y el respeto entre las naciones», en: McKIM, Robert y McMAHAN, Jeff [compiladores], La moral del nacionalismo, vol. II, pp. 103-104).
  20. «Cinco tesis sobre el nacionalismo», de Francisco J. Contreras (Revista de Estudios Políticos, nº 118 [2002]).
  21. «Sobre los fundamentos del nacionalismo» de Alfredo Cruz Prados. (Revista de Estudios Políticos, nº 88 [1995], p. 214).
  22. «La identidad étnica, la manía nacionalista y el multiculturalismo como rebrotes racistas y amenazas contra la humanidad», de Pedro Gómez García (Gazeta de Antropología, nº 22 [2006]).
  23. RODRÍGUEZ ABASCAL, Luis, Las fronteras del nacionalismo, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 2000, p. 382.

[editar] Enlaces externos

Ver las calificaciones de la página
Evalúa este artículo
Confiable
Objetivo
Completo
Bien escrito
Te enviaremos un correo electrónico de confirmación. No compartiremos tu dirección de correo electrónico con terceros por nuestra Declaración de privacidad de los comentarios.
Guardado correctamente
Tu valoración aún no ha sido enviada
Tus calificaciones han caducado
Por favor, reevalúa esta página y envía calificaciones nuevas.
Ha ocurrido un error. Por favor inténtalo de nuevo más tarde.
¡Gracias! Se han guardado tus valoraciones.
¿Quieres crear una cuenta?
Una cuenta te ayudará a realizar un seguimiento de tus cambios y te permitirá participar en debates y ser parte de la comunidad.
o
¡Gracias! Se han guardado tus valoraciones.
¿Sabías que puedes editar esta página?
Herramientas personales
Espacios de nombres

Variantes
Acciones
Navegación
Imprimir/exportar
En otros idiomas